Varios coches, motocicletas y múltiples barricadas ardían el sábado en las calles del este de París, mientras una protesta del movimiento de los ‘chalecos amarillos’ degeneraba en actos dispersos de violencia.
Tras un inicio pacífico de la manifestación a última hora de la mañana, los actos violentos comenzaron al acercarse a la Plaza de la República de la capital, lugar previsto para el final de la protesta, la vigésimo tercera desde que se inició este movimiento contra el Gobierno de Emmanuel Macron.
Los bomberos apagaron múltiples incendios pequeños pero impresionantes alrededor de la Plaza de la República.
El olor a gas lacrimógeno, mezclado con humo negro, hacía difícil respirar el aire.
Varios reporteros vieron un auto y motocicletas en llamas, mientras la policía disparaba múltiples rondas de gas lacrimógeno y granadas antimotines, mientras la policía antidisturbios trabajaba para controlar a la multitud. Varios manifestantes lanzaron bengalas.
La televisión francesa mostró imágenes de médicos voluntarios atendiendo a un manifestante con chaleco amarillo tendido en el suelo.
126 personas fueron detenidas.
El Gobierno francés había previsto un dispositivo de 60 mil agentes en todo el país en previsión de los posibles actos violentos, que no se repetían en las manifestaciones de los “chalecos amarillos” desde el pasado día 16.
La jefatura de policía de París dijo que las autoridades detuvieron a 126 personas en la primera hora de la tarde y que hicieron inspecciones aleatorias a más de 11 mil personas que trataban de entrar a la capital para participar en las protestas del sábado.
Los ‘chalecos amarillos’ reanudaron sus protestas en París y otras ciudades para recordarle al gobierno que reconstruir la catedral de Notre Dame, dañada por el fuego, no es el único problema que el país tiene que resolver.
Aunque el ambiente en el este de la capital francesa era tenso, en general las acciones del sábado con los chalecos amarillos fueron pacíficas.
Muchos manifestantes se sienten frustrados porque la campaña internacional para ayudar a Notre Dame ha eclipsado el movimiento de cinco meses de antigüedad contra la desigualdad de la riqueza.
Es la 23ra semana del movimiento contra la inequidad social y el liderazgo del presidente Emmanuel Macron.
Muchos manifestantes están profundamente entristecidos por el incendio sufrido por el monumento nacional, pero muchos están furiosos por las donaciones de mil millones de dólares para Notre Dame hechas por magnates mientras sus demandas sociales siguen sin respuesta y ellos pasan trabajos para sobrevivir.
jrr
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