“La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”
18 Brumario de Luis Bonaparte
La Nación Argentina navega entre aguas de falsa autarquía y rayos liberalizadores.
Con los niveles más bajos de aceptación hacia el gobierno de los Fernandez- Fernandez, una inflación que alcanza el 64% anual y el dólar más galopante que el caballo del llanero solitario, desde la casa Rosada anunciaron el congelamiento de nuevos nombramientos y contrataciones en el Estado, salvo ciertas excepciones en Educación, Salud y Seguridad.
En un país que se mantiene cerrado al comercio exterior y a la par de ello con la mayor deuda externa de la región, ha sido difícil conciliar mercados para poder salir a flote sobre todo porque gasto social con presión fiscal son términos de política económica difíciles de armonizar.
Además que la pandemia y su manera de asumirla, dejaron muy atrás el discurso de poder poner a la Argentina de pie.
Cuando Alberto Fernandez, tomó la jefatura del estado Argentino en 2019, la situación ya era crítica, el país había entrado nuevamente en suspensión de pagos y navegaba en una recesión de tres años. Luego llegó la pandemia, y aunque al inicio la manera de contenerla funcionó en los números, el cierre más que prolongado de actividades agravó la situación, lo que sin duda remitió en los bajos niveles de aceptación del ejecutivo, quien pasó de un 80% a un 25% de aprobación en solo un año según la organización @direlegislativo.
El entonces ministro de la cartera económica, Martín Guzman, tuvo que maniobrar en aguas cruzadas. De un lado negociar en distendidas sesiones de videollamadas la deuda con el Club de París y conseguir un aplazamiento de pagos, además de una quita en los intereses y además lograr que el Fondo Monetario Internacional accediera a dilatar la devolución del crédito. Por otro lado, tener que lograr liquidez para apoyar a las empresas cerradas por la situación de salud, para mantener pagos y no caer en bancarrota. La Salida sin duda fue imprimir más dinero.
Argentina, en palabras de expertos, a lo largo de su historia contemporánea, no ha logrado superar la contradicción histórica entre las demandas de su estructura agrícola, que es la gran generadora de divisas, ampliamente competitiva en el mercado global y por ende inclinada al libre mercado, y su industria, que al menos desde el primer gobierno del general Perón (1946-1955) se maneja bajo formas proteccionistas y casi autárquicas simplificadas en una frase que los peronistas hasta el día de hoy repiten: “Vivir con lo nuestro”.
Ante esta situación la estructura global de aumento en el precio de los combustibles y la energía, producto de la guerra en Ucrania, el impacto inflacionario a casi la totalidad de las monedas globales y el disrupción en las cadenas de suministros por las olas de coronavirus en los puertos de China, ha hecho que una economía tan susceptible como la Argentina entrara en crisis de nuevo.
Entonces es una sumatoria de varias crisis, como una especie de tormenta perfecta, porque si en los ochenta aumentó su deuda, en los noventa la vía de las privatizaciones intentaron resolver la situación, luego el corralito de 2001- 2022 por el tipo de cambio. Se hacen huecos para tapar otros, pero no se solucionan los problemas estructurales que dinamitan las crisis. Por ende cada cierto tiempo en la imperfectibilidad de la economía la dificultad vuelve.
Como respuesta ante la crisis actual, el presidente Alberto Fernandez nombró a Sergio Massa, hasta hace unas semana atrás presidente del parlamento como uno de sus superministros, ahora encargado de la cartera de las áreas productivas es decir, Economía, Desarrollo y Agricultura.
Entre las primeras acciones del Massa, destacan un viaje para ver a sus acreedores en Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, además de concretar reuniones con posibles financiadores en Nueva York, pasar a dar luces al Club de París, uno de los fondos buitres que más esperan por los pagos de la Argentina, además de un viaje a Doha para concretar un aporte del fondo de inversión del Estado Catarí.
Ante este escenario, la oposición que antes gobernó al país empieza a barajar posibilidades, sumar condiciones y de a poco poner los bifes en el asador, los nombres que se debaten entre Rodríguez Larreta y la vuelta de Macri. Pero hay una figura que viene pidiendo pista en el escenario político y es el diputado liberal Javier Milei y ojo con este nombre.
Fuente: @polianalitica
Aunque ya existía un antecedente con Sergio Massa, quien declaró que no volvería a las filas del Kirchnerismo, de nuevo este es tolerado por la vicepresidenta, para taponar la ausencia, de manera discursiva o real que produjo el desempeño de Alberto, antes por dimisión y ahora por incapacidad y ausencia de pericia. Se entiende entonces que es el foco de acción donde de nuevo se buscará encauzar el rumbo de un gobierno que día a día se descompone y donde las opciones se les escapan en desbandada. Por lo que se pone sobre el tablero un “all in”.
En un contexto de crisis mayor a la de 2008, un drama telenovelesco en la deteriorada situación política- económica, posterior a la pérdida de la guerra contra el campo, los elementos que el nuevo superministro tiene en su haber para ejercer a su favor parecen descansar en la fuerza de la debilidad, y en el menguado poder de la vicepresidenta que como hemos visto hasta ahora, parece seguir siendo la gran electora en el Frente de Todos.
Múltiples son hechos que pueden resultar desde aquí hasta el 22 de octubre de 2023, pero ante el escenario actual cabe preguntarnos: ¿tiene el gobierno de la doble F, los días contados? ¿O el nombramiento de Sergio Massa servirá para atenuar la fragilidad actual de la administración Argentina y salvarla del naufragio inminente?
Amanecerá y veremos
David Bencomo- Guerra | tw: @sbencomo | ig: @dbencomog Politólogo – Comunicador Social Mtte. Gobierno y Asuntos Públicos UNAM Dtte. Cs. Políticas UNC
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