CRÓNICA POLÍTICA: Coaliciones y alianzas electorales…¿ya se “cocinan”?

 

Rosy RAMALES

Falta escasamente un mes y días para el inicio del Proceso Electoral Federal 2020-2021, el cual coincidirá con los comicios locales de las 32 entidades federativas (aun cuando tienen distinta fecha de arranque), y uno de los primeros procedimientos es la solicitud del registro de coaliciones electorales.

Distinto a procesos anteriores, a estas alturas casi no se ha tenido conocimiento de un ánimo contundente de los partidos políticos por conformar coaliciones. Ni siquiera se ha sabido de cualquier propósito de hacer alianzas (fácticas porque la figura jurídica no existe como tal para efectos electorales) con grupos de poder, organizaciones sociales o civiles.

Incluso, en la ley existe una figura jurídica poco utilizada pero que puede redituar éxitos electorales: El acuerdo de participación entre partidos políticos y Agrupaciones Políticas Nacionales (APN) para postular cuadros de éstas a cargos de elección popular, pues por sí mismas tienen impedimento legal.

En las APN militan personas con base social y político-electoral; quizá en sus filas existan líderes naturales, de esos que los partidos necesitan para generar confianza en la ciudadanía y poder atraer votos…quizá.

Claro, las figuras de asociación para efectos electorales generalmente operan en relación a los partidos políticos en funciones, no para los partidos de nueva creación. Es más, las APN, como su nombre lo indica, nada más son en el ámbito nacional.

Pero nada impide la operación de asociaciones electorales fácticas entre mismos partidos en funciones, entre éstos y partidos de nueva creación o con Agrupaciones Políticas, o con organizaciones sociales o civiles; serían alianzas fácticas.

Probablemente esa sea la ruta rumbo a las elecciones de 2021, porque las circunstancias políticas y económicas en el país han debilitado a los partidos políticos; circunstancias agravadas con la pandemia Covid-19.

Y aún cuando contarán con el financiamiento público completo (a menos de que por algún designio ocurra lo contrario), su capacidad financiera será insuficiente para una organización electoral completa y para una operación electoral exitosa, máxime si sus espacios de poder son reducidos.

En las entidades federativas donde son gobierno, o en los municipios, los presupuestos públicos se han quedado cortos para atender la pandemia y la crisis económica generada por la misma; en consecuencia también se ha reducido la capacidad operativa del Ejecutivo correspondiente.

Salvo que hagan su “guardadito” a costa de la salud de la gente, además es un secreto a voces que casi siempre hacen ahorros para fondos de manejo discrecional, sobre todo para aplicarlo en épocas electorales.

Quizá el único partido sin problemas financieros sea Morena, pues su financiamiento público es el más alto al obtener el mayor número de votos en 2018; además es el partido en la Presidencia de la República, y sus cuadros lideran la Junta de Coordinación Política en ambas cámaras del Congreso de la Unión en varios congresos locales.

O sea, Morena tiene la fuente de financiamiento legal y las extra legales. Salvo que en un arranque de verdadera honestidad, los morenistas prescindan de la tentación de pellizcar el erario; lo cual se ve prácticamente tan imposible como arrancarle un grito al silencio.

En fin, pero las circunstancias prevalentes en el país hará que hasta Morena recurra a todo tipo de alianzas fácticas, sobre todo en función a las necesidades del presidente Andrés Manuel López Obrador como jefe político del partido. Entonces, no sería extraño que cuadros de otros partidos políticos sean postulados por Morena y viceversa.

A menos de que AMLO mande a volar a Morena porque no ha sido capaz de auto-organizarse y de auto-gobernarse; en otras palabras, porque no ha sido capaz de por lo menos dar pasos contundentes para convertirse en un verdadero partido político.

Algún plan habrá donde en ciertos momentos ha corrido el run-run sobre la posibilidad de que López Obrador pueda abrazar a algún partido de nueva creación, luego de que el Instituto Nacional Electoral (INE) apruebe en su caso las solicitudes de registro.

Imagínense, las circunstancias son más complejas para el resto de los partidos existentes: PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano, PVEM y PT. Aunque no tanto para los dos últimos porque han servido a Morena desde el Congreso de la Unión; incluso, el Partido del Trabajo fue su aliado legal en 2018 en la coalición “Juntos Haremos Historia”.

Por cierto, ¿Morena (o AMLO) volverá a aliarse con un partido político con poquísima base social? Vaya, las posiciones legislativas federales y locales, así como las alcaldías, que obtuvo el PT en 2018 fueron gracias al efecto de la arrolladora fuerza electoral que traía López Obrador.

Quizá vuelva a aliarse porque para las elecciones intermedias necesitará votos, y de poquito en poquito se construyen las mayorías. Es como en los supermercados que de pesito en pesito hacen grandes fortunas.

En fin, hace poco el PRI refirió a posibilidad de abrirse a una coalición con el PRD. El PAN y Movimiento Ciudadano como que han trabajado más de la mano, pero hasta el momento no se ve un propósito claro de coaligarse para las elecciones de 2021.

Y el Partido Verde de plano botó al PRI; ha venido colaborando con Morena sobre todo en el ámbito federal, entonces lo más lógico es que uno busque al otro para coaligarse.

¿Cuántas coaliciones y alianzas fácticas ya se “cocinan”? Quizá en breve salga a la luz pública porque el proceso electoral federal está en puerta, y tampoco tardan los procesos locales, donde seguramente los partidos también operarán coaliciones legales y alianzas fácticas

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