Carlos Fuentes, un científico social formado en derecho

La riqueza de la obra narrativa del mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) ha opacado su producción ensayística, la cual “es muy extensa, de gran profundidad en cuanto a los conceptos y de una erudición pasmosa”, comenta Diego Valadés.

El jurista e investigador afirma, en entrevista con Excélsior, que si el autor de La muerte de Artemio Cruz sólo hubiera escrito ensayos, si no hubiera confeccionado sus reconocidas novelas y cuentos, “aun así sería un gran escritor”.

Fuentes, Premio Cervantes 1987, considerado el Nobel de las letras en español, abarcó en sus 21 libros de ensayos todos los temas: histórico, social, periodístico, cinematográfico, político, filosófico, literario, artístico y hasta sicológico y geográfico, detalla el catedrático.

El análisis de esta faceta del autor de Aura, “una mirada diferente a su forma de hurgar en este género”, motiva el libro Carlos Fuentes, ensayista, coordinado por Valadés, que integra textos de Héctor Aguilar Camín, Rolando Cordera, René Delgado, Silvia Lemus, Ignacio Padilla, Sara Poot, Federico Reyes Heroles y Jorge Volpi.

“Él veía al ensayo como un desdoblamiento de su propia obra literaria. Hay un momento en el que reconoce que la novela es una segunda realidad, que es otra manera de decir las cosas”, explica el abogado nacido en 1945.

“Pienso, tras haber leído casi toda su obra y conversar con él larga y constantemente, pues nos unía una amistad muy cordial, que en Carlos había en primer lugar un científico social formado en derecho”, agrega.

El doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid añade que, si se revisan las personalidades de la literatura mexicana y la internacional, son muchos los autores que tuvieron formación jurídica.

“Pienso que el derecho dejó en ellos una impronta en un sentido múltiple. Primero, en cuanto a la preocupación por lo público; segundo, por la forma organizada y sistemática de abordar los temas; y, tercero, porque siempre hay una vocación argumentativa en la obra literaria de quienes han tenido esta formación”, detalla.

En el caso de Fuentes, prosigue, “los argumentos centrales que se advierten son libertad y justicia. Éstos son los dos grandes motivos de toda su obra. Fue un hombre muy comprometido con estas causas, tanto en el orden literario como en su reflexión ensayística”.

El miembro de El Colegio Nacional explica que los textos reunidos en Carlos Fuentes ensayista, que pertenece a la colección Opúsculos publicada por este organismo, fueron ponencias presentadas en dos mesas dedicadas al autor de Terra Nostra y que entre éstos destaca “una presentación fascinante” de Silvia Lemus, viuda del narrador.

“Silvia elaboró un perfil biográfico de Fuentes, con énfasis en las influencias que recibió como escritor; éste ayuda a entender las formas de comunicación que él tenía en el ámbito familiar, social y político”, indica.

Jaramillo, el inicio

Valadés destaca que, si bien es cierto que Fuentes ya había escrito ensayo periodístico antes de la muerte del guerrillero mexicano Rubén Jaramillo, el 23 de mayo de 1962 en Morelos, su texto sobre este hecho puede considerarse uno de los pioneros en sus preocupaciones sociales.

“Lo que escribió sobre la muerte de Jaramillo, el mismo año en que lo asesinaron, no sólo es un relato o reportaje, sino un ensayo lleno de conceptos. Llama la atención que aún no se haya utilizado este material para hacer una gran película, porque están todos los elementos en el sentido literario; la saña con la que fue tratado Jaramillo y su familia resulta desgarradora. Pero, desde el punto de vista de su fuerza dramática, es una gran obra que merece ser trasladada a la pantalla grande o al escenario”, señala.

El integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM asegura que la abundante producción ensayística de Fuentes comenzó diez años después de haber publicado su novela La región más transparente (1958); es decir, tras la gran sacudida que produjo el movimiento estudiantil  de 1968 en París, primero, y los de Praga y México después.

“Se acerca al ensayo cuando ya es un gran escritor, ya tiene un nombre, una personalidad, un estilo; y en sus textos reflexivos demuestra que ya está consolidado el prosista”, plantea.

De hecho, Valadés observa otras dos fechas vitales en la producción ensayística de Fuentes, 1971 y 1994, cuando aparecen Tiempo mexicano (Joaquín Mortiz) y Nuevo tiempo mexicano (Aguilar), respectivamente.

“El eje de ambas obras es México y sus reclamos por la justicia y la democracia. Queda pendiente recoger otros trabajos periodísticos, como Viva el socialismo. Pero…, el último artículo que publicó en el diario Reforma el 15 de mayo de 2012, el día en que murió. E integrar un libro que, para culminar la trilogía, podría llamarse Novísimo tiempo mexicano, con textos ya del siglo XXI”, propone.

Dice que los contrastes entre la imaginación y la realidad fue uno de los últimos temas que abordó. “Ahora está saliendo a la luz la vena reflexiva de Fuentes. El interés seguirá creciendo. Hay mucho material. Él inspirará no sólo a los literatos, sino a quienes tienen preocupaciones de carácter político y social, porque encontrarán en él un pensamiento profundo, sólido y bien estructurado”, concluye.

Y adelanta que para 2020 convocará a otra mesa de análisis sobre sus ensayos en filosofía, antropología, sicología y política internacional.

con información de excélsior 

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