Caetano Veloso pone a bailar las islas de C.U.

La tarde de sol llenaba las islas de la UNAM. Mil, dos mil, tres mil y hasta 15 mil llegaron a Ciudad Universitaria; mientras unos se afanaban en bailar, cantar y aplaudir frente al gran escenario, otros lo hacían sentados bajo la sombra de los árboles y de los paraguas de todos colores, estudiantes regados aquí y allá, por todo el campus, felices…

Una velada espléndida, en las islas rebeldes pumas, recuperadas para la música, acariciados por la voz de los grandes; varios ya de cabello blanco que han hecho a tantas generaciones de jóvenes levantar el puño o besar la guitarra y que lo siguen haciendo: como Óscar Chávez, que empezó agradeciendo el privilegio de presentarse en la UNAM, “porque allí empecé a cantar”.

Y hoy fue en ese icónico espacio de la Universidad el concierto inaugural del festival Cantares, Fiesta de la Trova y Canción Urbana, con intérpretes emblemáticos de la canción latinoamericana que abrió en C.U. este sábado 27 y continuará el domingo 28 de julio, en el Museo de la Ciudad de México, el Teatro Ángela Peralta y el Jardín Hidalgo de Coyoacán.

En las islas tomaron el escenario el mítico Caetano Veloso y sus tres hijos, Tom, Moreno y Seco, con el público lanzando un “¡Goya!” para llenarse después de esa nostalgia brasileira que se llama saudade; estudiantes y no estudiantes cantaron en portugués y en español, a gritos, a risas, a una susurrante dulzura, como canta Caetano, quien regaló a sus felices oyentes mucha música brasileña y dos piezas mexicanas.

Primero, la más escuchada en el mundo, de Consuelito Velázquez, “Bésame mucho”; y después, “Cucurrucucú Paloma”, del zacatecano Tomás Méndez, con la pasión que destilaría en una mesa de cantina, aunque ahí sí, no logró, como quería, que la juventud universitaria carraspeara a aullidos con él.

Se despidió varias veces, pero otras muchas volvería para corresponder a ese público que no dejaba que lo abandonaran. Se disculpó porque el Sol esplendoroso, tanto, desafinaba la guitarra. Caetano Veloso bailó en el escenario, con cachaza y sambiña.

Al terminar este concierto, bajo las nubes acercándose, el secretario de Cultura, Alfonso Suárez del Real, se congratuló por haber logrado, con las autoridades de la UNAM, celebrar en este icónico espacio una festividad de tan gozosa respuesta. Al terminar, nombró como Embajadores Culturales de la Ciudad de México a Oscar Chávez, Lety Servín (esplendorosa unión de voz y lira en homenaje a Sor Juana); el post-rupestre Fernando Delgadillo y brindis con título internacional a Caetano. Además, la gozosa herencia demócrata chilena de Isabel y Tita Parra, con los dorados Inti-Illimani. Aplausos, risas, música y libertad hoy en la UNAM, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Mañana domingo, en el Jardín Hidalgo coyoacanense al mediodía: La reina del blues mexicano Nina Galindo; el dueto mágico de Roberto González y su hija Julia; el tumbao de Los Guaraguao; más Silvana Estrada, Manuel García, Gerardo Pablo y Jaime López.

Con Información de Proceso

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