UNAM y la turbulencia que viene

Joel Hernández Santiago

 

Por angas o por mangas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha estado en el ojo del huracán durante este gobierno federal de la 4-T. En el lapso, no han sido pocas las veces en las que se le han lanzado dardos envenenados y adjetivos con los que se pretende descalificar tanto su historia como su presente y, por supuesto, se quiere intervenir en su futuro… 

 

La UNAM es una institución muy querida por todos los mexicanos. Es el espacio universal en el que predomina la enseñanza, la docencia, la inteligencia, la búsqueda de un mejor futuro, la ilusión de un mejor país, la investigación con la que se quiere llegar a la razón de las cosas y de la vida… Es el almácigo de buenos profesionistas y de gente respetable y de bien. 

 

La cátedra-la cátedra-la cátedra ha permitido que de ahí surjan la gran mayoría de los hombres más relevantes de México a lo largo de los muchos años que tiene de vida esta Institución histórica de siglos y ejemplo de buena universidad. Escritores, abogados, científicos en ciencias exactas, médicos, administradores, científicos sociales, comunicadores… 

 

Su autonomía conseguida por la lucha de los universitarios desde el 26 de julio de 1929 es irreversible y respetable. Es así que la UNAM está considerada como una de las mejores universidades de Latinoamérica y del mundo. Y es esa autonomía y esa fortaleza educativa la que la hace ser la casa de todos los mexicanos…

 

Esto es así porque –independiente de que cada uno de los estados de la República tiene sus propias universidades, muchas de ellas de alto linaje- estudiantes de todo el país también aspiran a instruirse en la casa plural que es de puertas abiertas para todos los mexicanos…

 

Muchos quieren ingresar ahí. Muchos de los que quieren saber, que quieren elevar sus conocimientos y quieren entenderse como universitarios y como mexicanos de esa “Raza cósmica” que dijera uno de sus grandes fundadores, José Vasconcelos: “Por mi raza hablara el espíritu”. Y ahí están, por miles. 

 

Pero lo dicho, a lo largo de este sexenio la UNAM ha sido objeto de críticas dañinas y mal intencionadas. Las ha habido a lo largo de su historia, pero nunca como ahora cuando se quiere desestructurar a la Universidad, cuando se quiere violar su autonomía y cambiar su forma de ser universal, y cuando se quiere tomar posesión de lo que es la máxima casa de estudios en México.

 

Por ejemplo, a principios de octubre de 2021, desde Palacio Nacional se exultó hacia la Institución universitaria de tener una orientación “derechista” y “conservadora”; “de ponerse a mirar para otro lado ante el ‘saqueo” de gobiernos anteriores. Y ‘lamentó’ un reciente sometimiento de la institución a los proyectos neoliberales: ‘No estuvieron a la altura de las circunstancias”, se dijo ahí.

 

En mayo 19 de 2022 el presidente de México dijo que algunos de sus planteamientos en contra de la UNAM fueron malinterpretados y que su principal interés es que siga siendo una gran institución… 

 

“Sin embargo –dijo ese mismo día el mandatario–, cundió [en la UNAM] el derechismo y creó una burocracia dorada… Que no se mantengan cotos de poder, el influyentísimo y que no coopten a investigadores, a maestros, que no castiguen a los que no están de acuerdo con las posturas neoliberales, porque se llegó al extremo de que la mayoría de los maestros eran aplaudidores del régimen de corrupción, y estoy hablando de las ciencias sociales, se cundió de derechismo…” 

 

Para enero de 2023 la presidencia ‘reclamó’ que la UNAM no resolviera si el título de licenciatura de la Ministra Yasmín Esquivel es válido o no y acusó al rector de la UNAM, Enrique Graue, de “lavarse las manos”, “como Poncio Pilato.” 

 

Esto porque luego de la FES Aragón informó de la presunción por la que la Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación pudo haber plagiado su tesis para recibirse de la carrera de Derecho en 1987, la UNAM anunció que “carece de los mecanismos para invalidar un título expedido por ellos mismos, por lo que pidió a la Secretaría de Educación Pública resolver el caso…”

 

A las acusaciones primeras, la respuesta institucional de la UNAM fue: “En la Universidad se privilegia siempre la libertad de cátedra, una de nuestras mayores fortalezas, para formar ciudadanos íntegros, de pensamiento independiente, sin ideologías impuestas y comprometidos con la búsqueda de un país más justo, libre y con menor desigualdad”

 

Un número grande de universitarios, académicos, investigadores, profesores, autoridades han respondido a las acusaciones que se le han hecho a la Institución.

 

En el fondo lo que parece haber en las acusaciones a la Universidad es un interés por hacerse del control político de la UNAM. Sin embargo esto será muy difícil considerando las múltiples corrientes de pensamiento que se aglutinan en la casa de la libertad de pensamiento y expresión. 

 

Y es en este ambiente complicado cargado de intereses externos y de luchas internas, que se llevará a cabo la elección del nuevo rector de la Máxima Casa de Estudios de México. 

 

Así que el 21 de agosto próximo, la Junta de Gobierno de la UNAM, con base en sus atribuciones, emitirá la convocatoria para el nombramiento de la persona que en noviembre asumirá el cargo de rector de la Institución para los próximos cuatro años para el periodo 2023-2027, en sustitución del actual rector, Enrique Luis Graue Wiechers.

 

Veremos durante este proceso si las cosas se llevan por la ruta que establecen los reglamentos y las leyes internas de la UNAM o si, por el contrario, intereses externos quieren meter mano negra para influir en el nombramiento del nuevo rector. Ojalá no. Es un tema delicado y, en ley, los universitarios saben defender su autonomía y sus propias decisiones. Ya veremos. 

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