Dumbo – Crítica

La nueva adaptación de Dumbo no se siente como historia calcada, pero tampoco resalta el sello de Tim Burton. Tiene los cambios temporales necesarios y una trama más compleja que la original. Sin embargo, extrañamos el carisma de algunos personajes.

Han pasado cerca de ocho décadas desde que se estrenó Dumbo por primera vez. Disney renovó una historia que ha sido fuertemente criticada por algunas escenas con estereotipos racistas (sobre todo aquella en la que los cuervos maleducados que usan jerga y hacen referencia a los afroestadounidenses).

La nueva versión, dirigida por Tim Burton, transportó la historia al live action, algo en lo que Disney se ha apoyado para innovar sus películas clásicas. Aunque Burton es un experto en contar historias de seres marginados, con un tono oscuro y una construcción compleja de sus personajes, esta nueva adaptación de Dumbo no está bañada en su estilo.

Aunque desde el anuncio de que Tim Burton dirigiría Dumbo, él mencionó que no retomaría como principal referencia la cinta original –puesto que es una versión romantizada del maltrato hacia un elefantito con grandes orejas que lo hacen tropezar y ser el centro de burla–, retomó algunos de los elementos que los seguidores de la franquicia podrían extrañar. Sin embargo, estos se sienten añadidos de una forma muy forzada.

En la cinta de los años 40, Dumbo toma tanta cerveza que comienza a imaginar algunos elefantes con diferentes formas y colores bajo el efecto del alcohol, mientras que en el live action, sin explicación ni fundamento, aparecen unas burbujas con una forma similar a los originales dentro del circo.

Lo mismo sucede con el pequeño ratón de la película original. A pesar de que todos los atributos de este personaje fueron concedidos a Niko Parker, la hija del famoso jinete del circo (Colin Farrell), intentaron calmar las ansias por volver a verlo –físicamente– en pantalla grande con una inconexa aparición de unos ratones que no tienen injerencia alguna en la historia.

La pequeña Niko es quien encontrará en el “defecto” de Dumbo su encanto y talento y quien lo ayudará a reencontrarse con su madre. Sin embargo, la actuación de Milly Farrier es tan plana e indiferente, que no incita en el público una verdadera preocupación por el bien de un ser indefenso.

Al tratarse de un live action en el que los animales no tienen voz, también son los humanos quienes ocupan el papel de las elefantas burlonas que discriminan al pequeño recién nacido, así como los trabajadores del circo, quienes ocupan el papel de los cuervos para apoyar a Dumbo a liberarse del aislamiento de su hábitat y familia. No obstante, a pesar de contar con un elenco extraordinario conformado por Eva Green, Colin Farrel y Danny DeVito en los personajes principales, son profundamente desaprovechados.

Ninguno de ellos caracteriza con naturalidad la sed insaciable de un empresario que busca sacar la mayor cantidad de dinero del defecto de un animal, ni la frustración del impedimento por rescatar a una cría en peligro y caído en la profunda tristeza.

Toda la ternura y credibilidad proviene de Dumbo, pareciera que tanto dentro de la ficción y fuera de ella, el elefantito no tuvo muchos aliados para salir adelante.

Aún sin voz, la película sigue estando completamente enfocada en el elefante: se adueña de la historia como lo hizo hace casi 80 años. Incluso, podría decirse que fue más significativa su existencia en esta adaptación, ya que en la primera cinta, Dumbo es capaz de volar hasta los últimos 10 minutos de la película, mientras que Tim Burton lo echó a volar desde los primeros momentos.

Esas decisiones temporales, volvieron a la trama de Dumbo mucho más compleja que la original, con un rescate que rompe con la monótona melancolía de la historia para sumergirnos en un mundo más tenso y misterioso, característico del sello estilístico de Burton.

Aunque probablemente se hubiera logrado sin tener que duplicar el tiempo de duración de la cinta (la original dura poco más de 60 minutos).

Por otro lado, la moraleja original –aceptarnos con nuestras particularidades, que son las que nos hacen únicos– se conserva y se refuerza, pero Burton también agregó un mensaje sobre la liberación animal en el circo.

Aunque como premisa menor pudo haber funcionado perfectamente para innovar una historia con muchos sesgos culturales que han perdido fuerza a lo largo del tiempo, el mensaje resulta obvio e improvisado.

Durante toda la película no se le da espacio suficiente a esa premisa para que al final pueda fluir con naturalidad.

Esta nueva adaptación propone una trama diferente y  tuvo cambios temporales que permitieron –al menos en cierto momento de la película percibir el sello de Tim Burton. Sin embargo, la nueva moraleja y personajes terminaron por sentirse muy improvisados y forzados.

con información de Premiere

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