DÍA DEL POLITÓLOGO Y DEL ADMINISTRADOR PÚBLICO

Con motivo de la celebración el pasado jueves 23 de junio del Día del Politólogo y del Administrador Público, hubo varios festejos de los cuales me tocó participar en el organizado por la asociación Politólogos y Administradores Públicos, de la cual formo parte apenas desde fecha reciente. Hubo otro festejo organizado por el Instituto Nacional de Administración Pública, asociación de la que formo parte desde 1987, y otros más. Pero esta vez me referiré al panel organizado por la primera asociación mencionada, PAP, titulado “Elecciones en México 2023. Debate Político Electoral”, toda vez que me permitió abordar diversos aspectos vinculados a los procesos electorales locales que se celebrarán el año próximo. Esta vez, además, quisiera reflexionar sobre dicha formación académica cuya creación, funcionamiento y aportaciones a la vida social se festeja y festejo.

 

Una primera clasificación del conocimiento científico divide a la investigación científica entre ciencia formal (o ideal) y ciencia fáctica (o material), toda vez que la primera -como la lógica y la matemática- no procura el conocimiento objetivo, según afirmó el filósofo argentino, nacionalizado canadiense, ya fallecido, Mario Bunge. Precisa dicho autor que los conocimientos y estudios de la lógica y la matemática son racionales, sistemáticos y verificables, pero no son objetivos. En efecto, no nos dan informaciones acerca de la realidad, porque simplemente no se ocupan de los hechos; tratan de entes ideales, tanto los abstractos como los interpretados, que solo existen en la mente humana. A diferencia de las ciencias fácticas que para confirmar sus conjeturas necesitan de la observación y/o de la experimentación. 

 

Por su parte, las ciencias fácticas se clasifican a su vez en ciencias naturales y ciencias sociales en función de su objeto de estudio, que desde luego existe en la realidad objetiva. Surgen por lo tanto una serie de clasificaciones de las ciencias sociales. Por ejemplo: Administración Pública, Antropología, Ciencias Jurídicas, Ciencia Política, Comunicación, Demografía, Economía, Geografía, Historia, Psicología, Relaciones Internacionales, Sociología; cada una de dichas disciplinas de estudio científico, según la especificidad de su objeto de estudio, conoce nuevas denominaciones, como veremos en seguida.

 

Las Ciencias Económico-Administrativas, por ejemplo, han dado lugar a nuevos campos de estudio y las consecuentes formaciones profesionales, como es el caso de las licenciaturas en Economía, Contabilidad, Administración de Empresas, Administración Pública, Administración Educativa, Administración de Empresas Turísticas, Comercio Internacional, Computación, Marketing, Negocios Internaciones, Producción y Logística, Recursos Humanos, Relaciones Industriales, Robótica, Sistemas; cuya especialización a su vez, ha dado lugar tanto a diversas asignaturas en sus respectivos planes de estudio o currículums académicos como a formaciones de posgrado.

 

Cada una de dichas formaciones profesionales y asignaturas académicas, de una parte, reivindican desde luego la especificidad de su objeto de estudio, reitero, pero también, dado su carácter multi e interdisciplinario colindan o se complementan con otras profesiones y asignaturas propias de las ciencias de la ingeniería u otras ciencias, con cuya aplicación e instrumentación necesariamente interactúan. Al efecto, los cambios e innovaciones en las formaciones profesionales y las asignaturas que las integran corren paralelas tanto a los nuevos conocimientos en las llamadas ciencias exactas como al desarrollo económico y social. 

 

Por eso estamos ya muy lejos de los tiempos en que las formaciones tradicionales eran Derecho, Medicina, Ingeniería y Contabilidad, principalmente; sin que éstas hayan desaparecido, desde luego, dado el carácter central de su objeto de estudio y de la necesidad social de conocedores expertos en dichas disciplinas y formaciones. Pero, sin duda, que la propia especificidad y complejidad de conocimientos a los que dieron origen han traído como consecuencia natural la expansión y diversificación expuestas.

 

Como ya lo he comentado recientemente en estas páginas digitales, el nacimiento de la Ciencia Política se identifica con un autor y un libro: Nicolás Maquiavelo y su libro El Príncipe. Se trata, como también ya lo he expuesto, que dicho autor abandonó el carácter o enfoque religioso y moral en el estudio del ejercicio del poder. Sin embargo, no se le rinde igual justicia a dicho autor con respecto a su intervención en el nacimiento o prolongación de los estudios que ahora identificamos como de Administración Pública, no obstante que otro libro también de Nicolás Maquiavelo aborda este nuevo -aunque no tan nuevo- objeto de estudio; se trata de los Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio.

 

Pues sucede que es más frecuente identificar el nacimiento de la Administración Pública a partir de otra disciplina de estudio propia del crecimiento económico y el desarrollo industrial más recientes, la Administración de Empresas o de Negocios o Industrial. Ciertamente, la revolución industrial trajo como consecuencia estudios dedicados a eficientar y optimizar los procesos productivos, pero esto no quiere decir que no haya habido administración pública desde cientos de años atrás. Por ejemplo, tanto las pirámides de los faraones en Egipto como los templos y construcciones griegos y romanos, como es el caso del Partenón o del Coliseo, son claros ejemplos de lo que ahora llamamos obras públicas y resultado de lo que también ahora llamamos procesos administrativos públicos, consecuencia de una planeación prospectiva conforme al diseño e instrumentación de políticas públicas, para seguir utilizando el lenguaje actual.

 

El estudio del contexto y prospectiva de las elecciones en México 2023 corresponde puntualmente al festejo profesional, académico y universitario que comento ahora. Expuse en dicho evento organizado por la asociación PAP, desde luego, que se trata de procesos electorales que no ocurren aislados y que constituyen, además, la antesala de lo que sucederá en las elecciones federales y locales de 2024. Es por ello que hice una rápida descripción y evaluación del contexto constitucional, político e institucional que enmarca dichos procesos electorales: un presidencialismo populista y autoritario que materializa una regresión democrática y económica, además, con un viraje geopolítico.

 

Esto es, un proceso administrativo público centrado en una sola persona en incesante campaña electoral y propaganda política, y no solo a causa del calendario electoral, que no dejé de describir y evaluar también en sus resultados. Particularmente, la consulta popular sobre el ejercicio de la acción penal en contra de los expresidentes de la república, la elecciones federales y locales en 2021, la consulta popular y la jornada electoral sobre revocación del mandato presidencial y las elecciones locales 2022.

 

Puesto que los procesos electorales locales del año próximo están ya completamente integrados a la sucesión presidencial adelantada, no dejé de referirme al carácter de estas manifestaciones a todas luces violatorio de las leyes electorales -sin dejar de señalar el descuido que entraña para el cumplimiento de las funciones públicas-, así como a su finalidad paralela de ocultar la realidad del fracaso estrepitoso del escenario prospectivo ofrecido por el gobierno de la autodenominada 4T.

 

Me referí, como ya lo he hecho en estas páginas, a que todo indica que si no hay una alianza o coalición opositora completamente unida será imposible que una oposición fragmentada pueda obtener alguna victoria electoral importante. Hice notar, también, la estrategia y táctica presidencial de impedir que dicha alianza o coalición opositora se mantenga y que sus eventuales candidatos presidenciales no puedan ni siquiera figurar como tales, sea por la amenaza de acciones penales o por medios de comunicación social cooptados que no les dan espacio noticioso.

 

En la sesión de preguntas y respuestas, así como de debate académico con los otros colegas expositores, comparé con algún detalle las propuestas democratizadoras tanto de la 4T como de la alianza o coalición opositora, como ya lo hice en estas páginas. En el primer caso, expuse los aspectos básicos de la iniciativa presidencial de reforma constitucional que propone modificar el sistema electoral y a las autoridades electorales; sistema y autoridades, por cierto, que han permitido y garantizado la transición mexicana a la democracia, la alternancia partidista en la presidencia de la república y la llegada al poder presidencial de su actual titular. En el caso de la alianza opositora, reiteré la necesidad de que amplíen y profundicen su propuesta democratizadora con más democracia al interior de su propia alianza y de cada uno de los partidos políticos que la integran.

 

Desde el inicio de mi primera intervención advertí que los integrantes del panel éramos un grupo de politólogos y administradores públicos, cada quién con sus afinidades ideológicas y políticas, por lo que no fue extraño para quienes nos escucharon constatarlo conforme transcurrieron las intervenciones y se contestaron las preguntas formuladas por el auditorio virtual. Solamente recuerdo que entre mis contertulios no faltó quien sostuviera que las encuestas electorales son procedimientos plenamente democráticos, ni quien pretendiera afirmar o por lo menos insinuar que el Instituto Nacional Electoral, y antes del IFE, han realizado fraudes electorales. Por lo que mi respuesta inmediata correspondió a la de un académico con muchos años estudiando estos procesos. Pues una cosa es coincidir con el discurso de un político profesional que sistemáticamente ha puesto en duda los resultados electorales que no le favorecen y otra cosa muy distinta es tratar de explicar e interpretar la realidad objetiva de procesos políticos que el investigador advierte de inmediato sustentados en la posverdad. Por lo que la incesante búsqueda de la verdad es la única forma, a mi juicio, de justificar la celebración que ese día materializábamos. Solo espero reincidir en el intento y propósito cuantas veces sea posible.

 

Ciudad de México, 27 de junio de 2022.

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.

Profesor e Investigador. Doctor en Derecho por el Instituto Internacional del Derecho y del Estado (México) y doctor en Estudios Políticos por la Universidad de París (Francia); posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas por la Universidad de Alcalá (España) y posdoctorado en Regímenes Políticos Comparados por la Universidad de Colorado, Campus Colorado Springs (EUA); Especialidad en Justicia Electoral por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (México); autor, entre otros, de los libros: Nuevo Derecho Electoral Mexicano (Universidad Nacional Autónoma de México, Editorial Trillas), Análisis Político y Jurídico de la Justicia Electoral en México (Escuela Libre de Derecho de Sinaloa, Editorial Tirant lo Blanch); El Presidencialismo Mexicano en la 4T (Universidad de Xalapa); Crónica de una dictadura esperada (Amazon); El presidencialismo populista autoritario mexicano de hoy: ¿prórroga, reelección o Maximato? (Amazon); coautor de los cuatro tomos de la colección Fiscalización, Transparencia y Rendición de Cuentas (Cámara de Diputados del Congreso de la Unión).

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