Joel Hernández Santiago
¿A quién conviene? ¿A quién le interesa? ¿Quién o quienes buscan desestabilizar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)? ¿Qué intereses oscuros están detrás de esta ola de amenazas, de agresiones, de intimidación, de acoso, de desestabilización de la vida académica, docente, de investigación y extensión universitaria? ¿O son simples bromas esas amenazas anónimas de algunos malos estudiantes?
Por estos días y en un tiempo muy breve han ocurrido agresiones y hechos violentos, amenazas y un homicidio en distintas instalaciones de la UNAM. Esto, que parecen hechos aislados, hace un todo que tiene que ver con la seguridad y la estabilidad de nuestra Máxima Casa de Estudios.
Todo esto comenzó el miércoles 17 de septiembre cuando autoridades de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, de la UNAM, recibieron una llamada anónima en la que advertían de la presencia de un artefacto explosivo en dicho plantel. Inmediato se activó el protocolo de seguridad y se evacuaron las instalaciones.
Pronto, especialistas revisaron las instalaciones y había sido una falsa alarma. Sin embargo causó pánico e inseguridad entre la población estudiantil.
Un día después, el 18 de septiembre por la mañana, apareció otra amenaza de bomba en las Facultades de Economía y Derecho, en Ciudad Universitaria-UNAM. Inmediato se operaron los protocolos de seguridad y se desalojaron las instalaciones para que pudieran ser revisadas. Otra vez falsa alarma y sí, consiguieron desestabilizar las actividades y generar temor.
El lunes 22 de septiembre, un estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Sur, que fue identificado como Lex Ashton, de 19 años de edad, agredió con un arma blanca a un compañero de 16 años de nombre Jesús Israel, dentro del plantel de la UNAM. El estudiante murió.
Se supo luego, por los medios, que el agresor, quien fue detenido luego de un intento de huida, dijo que su intención era asesinar a por lo menos seis estudiantes, lo que le fue impedido por un empleado administrativo del CCH, quien lo persiguió para detenerlo. Resultó herido. Sin embargo, al inmediato aparecieron cientos de seguidores de Ashton en distintas redes sociales, en su apoyo.
El miércoles 24 de septiembre se recibió una nueva amenaza de bomba en la preparatoria 6 de la UNAM al sur de la Ciudad de México. De nuevo se pidió a estudiantes, maestros y trabajadores que desalojaran las instalaciones. Las autoridades universitarias presentaron una denuncia ante las autoridades capitalinas y la policía cibernética para que se investigue el origen de estas amenazas.
Muchas más amenazas recientes de distinta naturaleza acechan a nuestra Universidad Autónoma de México. De hecho por razones de seguridad y temor, al momento han suspendido actividades por lo menos 24 planteles de la UNAM. Una universidad pública que está dentro de las más prestigiadas del mundo y que ha buscado defender bajo toda circunstancia su autonomía, su libertad de cátedra, la universalidad del conocimiento y la calidad del aprendizaje. Todo.
Nuestra UNAM es muy querida por quienes hemos egresado de ella. Una universidad pública que ha permitido la titulación de millones de estudiantes en sus 133 carreras universitarias (licenciatura), 56 planes de maestría y 36 planes de doctorado, sumando en total 92 programas de posgrado (maestrías y doctorados) y contando además con 245 especializaciones o posgrados de alta especialidad. Están, además, las distintas instalaciones de educación media superior, preparatorias y colegios de ciencias y humanidades.
Son al menos 373 mil estudiantes los que acuden a sus instalaciones cada día. Es un mundo de conocimiento el que se mueve en los distintos planteles y, sobre todo, en la Ciudad Universitaria, orgullo de todos los mexicanos.
Pero resulta que hoy se le amenaza. Se le somete a la prueba de la inseguridad y el peligro latente de quienes quieren confrontar al mundo universitario. Y sí, es probable que alguien quiera desestabilizar a la UNAM y provocar a sus estudiantes y maestros.
La historia nos enseña que cuando los estudiantes salen a las calles a luchar por sus derechos, nadie los detiene. Están en su libertad. Sin embargo los motivos de las luchas universitarias han tenido un origen político, en búsqueda de justicia, igualdad, respeto a la autonomía y cambios de actitud gubernamental.
Pero esta vez alguien o alguienes le están picando la cresta al gallo desde obscuros intereses. Quieren poner en peligro a la educación pública del país. Quieren poner en peligro al conocimiento y al futuro de México. Quieren la indignación de nuestros muchachos.
Pero con ellos no se juega. Ellos, todos, estudiantes universitarios, desde preparatoria y en adelante, merecen respeto, nuestra consideración y nuestro ímpetu y apoyo para que transcurran sus estudios sin sobresaltos ni peligros. Y también tienen derechos. El de la formación académica de calidad el primero de ellos.
El rector Leonardo Lomelí Vanegas sabe que están ocurriendo cosas extrañas en nuestra UNAM. Él tiene una enorme responsabilidad en todo esto: la de salvaguardar a nuestra Alma Mater y a los estudiantes, pero sobre todo tiene la responsabilidad de que los muchachos ejerzan su aprendizaje con seguridad, con libertad y en pleno uso de la autonomía universitaria.
Y sí, se tiene que saber quién de forma siniestra y criminal está detrás de todas estas amenazas para proceder en lo que en ley proceda. De manera firme. Y con la ley en la mano. La ley que muy bien conocen los abogados, muchos de los mejores abogados de México que han egresado de nuestra UNAM.

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