
Joel Hernández Santiago
El lunes 3 de febrero ocurrió la entrevista a distancia entre la presidente de México, Claudia Sheinbaum y el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump.
No era fácil para la mandataria mexicana tomar comunicación con un personaje de tan difícil catadura como es el hombre que hoy mismo está enfrentando a todo lo que se mueve en el mundo y que –según su criterio- ha cometido abusos en contra de su país y, por lo tanto, según él mismo: “deben ser puestos en orden”.
El republicano Trump está perdiendo la proporción de su propio poder como mandatario. Está convencido de su supremacía sobre hombres y países. Y por lo mismo ya comete excesos y abusos…
Llega ya a confrontaciones que a la larga le costarán mucho a su país, en su afán calvinista de poner al mundo a su modo y de desquitarse de aquellos que dice que lo confrontaron antes, durante su anterior presidencia y, sobre todo, durante su larga espera de cuatro años para regresar a la Casa Blanca, va de golpe en golpe.
Pero el mundo no es como él supone, dócil y manejable a su modo. El mundo –cada país- tiene su propia vida, sus intereses, su pasado, su destino. Y tiene sus propios sistemas de defensa soberana y económica. Y no van a permitir ese manoseo grosero e inútil de un presidente que da muestras de perder el control de sí mismo y de agresiones que no tienen sentido.
La Unión Europea recibió sus amagos y ya respondió con dureza. Rusia enriquece su poder aliándose con los países agraviados por Trump; los países latinoamericanos, más débiles, asumen sus acosos pero no los permitirán por mucho tiempo y esto es algo que no le conviene a EUA, porque llevaría a una alianza de países latinoamericanos con potencias adversas a Trump.
Trump amenaza y supone que estas amenazas calarán hondo en la vida de las naciones a las que presiona. Y sí, ocurrió en México. Poco a poco, en cuanto se supo que el asunto de las deportaciones masivas iba en serio y lo de los aranceles que el mismo Trump dio por hecho apenas la semana pasada, hicieron temblar al sistema político mexicano y, naturalmente, a su sistema financiero.
Los advenedizos de siempre, desde las Cámaras legislativas “cerraron filas en torno a la presidenta Sheinbaum en su defensa de la soberanía nacional”, así dijeron los líderes de Morena, et.al.
Las alarmas en México se encendieron y la presidente tuvo que declarar en sus mañaneras que debía actuar con “cabeza fría” y defender “la soberanía nacional”. Esto, en todo caso, es propio de todo gobierno en cualquier país el mundo. Pero también habló de planes ABC…Z en defensa de la Nación.
Pero ninguna de las partes contaba con algo que sacudió la decisión de Trump: Apenas han transcurrido dos semanas desde que comenzó su propia guerra con el mundo comercial y financiero, cuando dentro de su país han comenzado las reacciones masivas en contra de estas medidas.
Y no sólo como reacción política; es una reacción a lo que prevén como una crisis económica interna por el grado de inflación al que pueden llegar si se imponen los aranceles de ida y vuelta. Si Canadá impone aranceles a productos importados de EUA o si México lo hace. Brasil ya anunció que lo hará en cuanto Trump aplique el porcentaje dañino.
El gobierno de Arizona lanzó un llamado a la cordura presidencial porque prevé una enorme crisis financiera y comercial en ese estado. Otros estados e instituciones se suman ya a este reclamo. Manifestaciones masivas en contra de las deportaciones masivas ya están a la vista. Congresistas le exigen reflexionar sus hechos.
Pero mientras son peras o son perones, la presidente de México, Claudia Sheinbaum, anunció que su llamada con Trump fue muy productiva, cordial y ‘respetuosa de la soberanía nacional’. Y que se llegó a algunos acuerdos:
Informó que EUA se compromete a trabajar para evitar el tráfico de armas de alto poder a México (Lo que el mensaje de Trump ese mismo día no confirmó.) “Nuestros equipos empezarán a trabajar hoy mismo en dos vertientes: seguridad y comercio dijo Sheinbaum”, y que se retrasa un mes la aplicación del 25 por ciento de aranceles a los productos mexicanos. Lo mismo negoció Canadá.
Muy probablemente lo del retraso de aranceles tiene que ver con ese ambiente adverso y de reclamo, dentro de EUA, porque la aplicación de aranceles, de ida y vuelta, generarán inflación y recesión allá y acá, y eso contradice lo que Trump prometió en campaña: “Cero inflación en EUA”.
Por su parte Trump consiguió el envío de militares mexicanos en la frontera norte, para detener el flujo de fentanilo y de migrantes, hacia Estados Unidos. Lo anunció así:
“Acabo de hablar con la presidenta Claudia Sheinbaum de México… (Ella) acordó desplegar de inmediato 10 mil soldados mexicanos en la frontera que separa México y Estados Unidos. Estos soldados estarán específicamente asignados para detener el flujo de fentanilo y migrantes ilegales hacia nuestro país”.
Falta conocer si hay otros compromisos que comprometan a México. El gobierno de Trump no da paso sin huarache y muy probablemente algo más se cuece bajo del agua. Si, treinta días de espera. ¿Qué ocurrirá en México durante ese lapso? ¿Y qué ocurrirá después de ese mes de compromisos?
Ya se sabe que lo que más gusta a la 4-T es esconder sus acuerdos, sus maniobras y sus políticas de supervivencia. Ojalá que no salga Trump, en el futuro, con aquello que ya aplicó al gobierno de AMLO: “Doblamos al gobierno mexicano”. Ojalá no. Por respeto a nuestro país y, por supuesto a nuestra soberanía.
De todos modos poco a poco iremos conociendo los acuerdos de este lunes, incluyendo los de debajo de la mesa, porque todo ello se hará evidente pues impactará a la seguridad mexicana, pero también a su estabilidad social y económica. Y por cierto: ¿Cuáles son los Planes A, B, C…Z?
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