“Revocación” sin Revocación

Joel Hernández Santiago

 

En principio se dijo que la consulta para la “Revocación del mandato” sería cada dos años. Que éstas se llevarían a cabo para saber si la ciudadanía mexicana aprobaba la gestión y la forma de gobierno del presidente de México. Y que si no lo aprobaba, entonces él se iría a su rancho, en Palenque, Chiapas. Aunque la Constitución mexicana precisa términos y formas del mandato presidencial.  

 

Luego se dijo que no, que la deliberación sería al tercer año de gobierno. Y se insistió en que sería un modelo de consulta novedoso-democrático en el que los ciudadanos tendrían la palabra para conocer su decisión “revocar o no”; y se reformaron las leyes del caso para establecer las reglas de acción, organización y comportamiento político para llevar a cabo estas consultas públicas.

 

Dentro de las reglas está la veda electoral para evitar, se dijo, que intereses codificados apoyaran e indujeran la participación y los resultados de la consulta. Además de otros ordenamientos. Y se aprobó en el Congreso para hacer ley. Y se publicó en el Diario Oficial de la Federación. 

 

En aquel momento el presidente mexicano medía su fuerza política en base al altísimo nivel de aprobación ciudadana con el que contaba al inicio de su gestión y del que suponían en Palacio Nacional que no descendería porque sus políticas públicas y de gobierno eran las apropiadas y que sus más de treinta millones de electores, que le llevaron al triunfo, les serían fieles y firmes. 

 

Pero a lo largo de los meses las cosas han cambiado. Los resultados de la elección en junio de 2021 mostraron dudas y una caída subsecuente en preferencias presidenciales y de Morena. 

 

Así que si bien se hizo de estados que antes estaban en manos de la oposición, esto fue en algunos casos gracias a los oficios de los gobernadores que apoyaron esta transición hacia Morena aunque no fueran de Morena ellos mismos y a los que por lo mismo se les han premiado con embajadas en el exterior. En Oaxaca, por ejemplo, esa parece ser la ruta.  

 

Pero también en esa elección ocurrió que Morena perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y perdió más de la mitad de la Ciudad de México, antes bastión de izquierda, aunque ciertamente habría que analizar con seriedad si Morena lo es. La izquierda mexicana no se reconoce en Morena, no por lo menos la histórica y la que está al día de su propio pensamiento.

 

En  Palacio Nacional y están nerviosos. Y todo esto ha hecho que esas mismas leyes que establecieron todos los partidos para cuidar el proceso de “Revocación de mandato” estén en vilo y sean violadas con frecuencia en torno al 10 de junio próximo: día de la Consulta Nacional. 

 

Y desde ese mismo Palacio Nacional se estimula que tanto dirigentes políticos como funcionarios inviten a los ciudadanos a acudir a votar. Pero además se les induce a inducir que “continúe el presidente en sus funciones”, como si no fuera constitucional este mandato. Y lo han hecho. 

 

Así la obsecuente señora Claudia Sheinbaum, activísima promotora del “si” al presidente y su mandato –aunque se enoja cuando le recriminan que incumple la veda–. Lo mismo hizo apenas el fin de semana pasado el secretario de Gobernación en una gira de trabajo por Sonora y Coahuila en donde de plano dijo: 

 

“Pero la verdad, es que no voy a hablar de la Reforma Eléctrica, vamos a apoyar el movimiento para que el 10 de abril los sonorenses y los mexicanos demostremos al mundo que somos capaces de apoyar al mejor Presidente en la historia moderna del México”… “Vamos a demostrar que el presidente no está sólo”, expresó. Y además amenazó con la desaparición del INE.  

 

Ante las críticas que llovieron, porque además involucró ahí mismo en Sonora y Coahuila al Ejército mexicano –algo inédito– como asistente al acto de promoción de la Consulta y quizá viajar en un avión del Ejército mexicano, el presidente lo defendió en su mañanera del lunes 4 de abril: “Adán Augusto no promueve revocación, me ayuda a la transformación y no es precandidato presidencial”

 

En todo caso lo que es muy evidente es que hay un extremo nerviosismo en el gobierno. Hay inquietud. Hay temor a que la gente no acuda, incluso para decir “no” a la continuación del mandato. Quieren demostrar que cuentan con una convocatoria similar a la de 2018 o mayor. Hay enojo porque suponen que el INE les es adverso –cosa inexistente porque la ley marca sus responsabilidades, sus obligaciones y sus límites-.

 

Les urge que la gente salga a votar –incluso la señora Sheimbaum anunció que ya se puede estar sin cubre boca en espacios abiertos—para generar confianza pública. En todos los estados del país hay una movilización extrema, costosísima, nerviosa. Gobernadores de Morena deberán cumplir cuotas de votantes a las casillas. Funcionarios públicos operan. Dirigentes de Morena operan.  

 

Hay campañas de gobierno simuladas como privadas o de ciudadanos interesados –aunque muchos de ellos con aspiraciones a puestos burocráticos-. Y se viola flagrantemente la veda electoral… 

 

¿Para qué? ¿Es necesario? ¿Y la Constitución? ¿Es indispensable esta Consulta para sabernos seguros con este gobierno? ¿Qué los lleva a insistir en la desaparición del INE como institución indispensable en democracia para nuestro país? ¿Por qué quieren apropiarse de las instituciones de lo electoral poniendo a gente a modo y de acuerdo con sus intereses políticos y de gobierno? ¿Por qué quieren la “Revocación” sin revocación?

 

El presidente continuará en funciones hasta el término de su mandato de ley. Es constitucional. Este ejercicio de consulta es además de innecesario también desgastante en lo político y en lo económico. Genera discordias. Pero sobre todo aleja al gobierno de su función primordial: gobernar para todos los mexicanos, en su beneficio y para garantizar crecimiento, estabilidad, paz y desarrollo con justicia pareja… y democracia.  

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