Política exterior mexicana: ‘farol de la calle…”

Joel Hernández Santiago

 

Durante años el candidato López Obrador, y sobre todo durante los inicios de su gobierno, reiteraba su lema de “no hay mejor política exterior que la interna”. 

 

Insistía en la no injerencia de México en asuntos de otros países  y exigía respeto externo para México –que es decir para su gobierno—y que de ningún modo aceptaría injerencias de otros países en asuntos internos de nuestro país… Y todo eso que hoy cae en el mundo de las contradicciones y de las verdades a medias. 

 

Desde un principio, el gobierno mexicano de la 4-T ha tenido serias diferencias con el gobierno de Estados Unidos de Joe Biden, al que acusa de injerencista y de dañar la política interna de los países, sobre todo latinoamericanos. Muy seguramente así ha sido. Las intervenciones de ese país en los gobiernos latinoamericanos son ampliamente conocidas y reprobadas.

 

El gobierno de Biden ha mantenido la calma diplomática ocultando su enojo ante estas declaraciones del presidente mexicano. Sabe que necesita a los mexicanos para su propia seguridad nacional y para contener la ola de migrantes hacia EUA. 

 

Pero los viajes frecuentes y visitas de altísimos funcionarios de la Casa Blanca y el cambio de dirección de la 4-T a algunas políticas internas relativas a migrantes o narcotráfico o crimen organizado, hacen sospechar el contenido de esas reuniones privadas entre el mandatario mexicano y los estadounidenses. 

 

Sin embargo estas acusaciones continúan, son reiteradas y de modo agrio. No era así con el gobierno que tanto nos infamó y nos calumnio como “país de violadores” de narcotraficantes… de dañinos… de grasientos y más: el gobierno de Donald J. Trump. Para él todo el respeto del gobierno 4-T y hasta un viaje a Washington para estrechar su mano cuando era presidente. 

 

Más tarde cuando fue electo Joe Biden en 2020 y habría de tomar posesión el 20 de enero de 2021, el gobierno mexicano se negó a reconocer este triunfo y se negó a enviar un beneplácito como ocurre entre las naciones de todos los países cuando un candidato gana las elecciones por la vía democrática. No fue así entonces. 

 

Entre México y Estados Unidos hay una larguísima historia de agravios, de injerencias de ese país en el nuestro, de abusos y tanto. Sin embargo hoy existe la diplomacia y el manejo sólido de una política exterior para garantizar esa no injerencia y ese no abuso hacia México y lo mexicano. 

 

No obstante, y muy reciente en tono sí injerencista, AMLO pidió a los hispanos en EUA que “no voten por el gobernador de Florida, Ron de Santis –Republicano-. 

 

En 2019, a instancias de quién sabe quién, el gobierno mexicano pidió al gobierno de España que ofrecieran disculpas a los pueblos indígenas mexicanos por los acontecimientos ocurridos hace 500 años durante la Conquista española de territorios y comunidades que aún no eran México. Silencio del gobierno español. Más tarde, el presidente “pausó” las relaciones entre México y España  para que el gobierno español “se disculpe por el saqueo de sus empresas durante el periodo neoliberal”

 

Luego reclamó al Vaticano que hubiera guardado silencio durante la Conquista. Silencio del Vaticano. 

 

O como cuando, luego del recorrido por Europa de la esposa del presidente en 2020, fue a Austria para entregar una carta en la que el gobierno mexicano solicitó el préstamo del Penacho de Moctezuma que se encuentra allá, el mandatario mexicano dijo que el gobierno austriaco “ha tenido una actitud muy arrogante y prepotente”. Y se creó otro conflicto internacional solucionado por el silencio de los austriacos.

 

Y luego su gobierno dio asilo a Evo Morales –de Bolivia- cuando se creó un conflicto de gobierno al interior de aquel país. 

 

Pero lo más reciente es el conflicto con el gobierno de Perú, al que acusa de ser un gobierno que atentó contra la democracia al detener y encarcelar al presidente Pedro Castillo cuando quiso disolver el Congreso del Perú y las instituciones de justicia. Acusa al gobierno de la señora Dina Boluarte de “racista” de “autoritario” y “represor” y a ella misma de ser una “presidenta espuria”. 

 

Al punto, el que el gobierno peruano retiró a su embajador en México y al punto en el que el presidente de México dice que no quiere nada con ese país gobernado por una presidenta conservadora que responde al interés de las élites y que agradece que le hayan declarado “persona non grata”. Y declara las relaciones “en pausa” –un modito extraño de confronta. 

 

Así las cosas, el gobierno de la 4-T ha decidido extender al exterior el discurso de confrontación que mantiene al interior desde su Mañanera, cada día. 

 

Pero lo importante a esto es que el tema de la política exterior es tema serio. Tiene mucho que ver con la seguridad nacional, con el estado de armonía que se debe mantener con otras naciones. Con el intercambio comercial. Con el sentido de la paz entre las naciones. La solidaridad expresada en modelos diplomáticos. Y sobre todo la defensa de lo mexicano en términos del respeto mutuo. 

 

Porque la política exterior bien llevada es una forma de proteger el bienestar de los habitantes del país y representar sus intereses nacionales ante otros países y sujetos del derecho internacional. Implica una serie de principios que definen la línea que sigue un Estado frente a las demás naciones para satisfacer sus necesidades.

 

Y a todo esto ¿dónde está el Canciller? El que debe atender la política exterior y manejar la diplomacia como forma de vínculo con las otras naciones ¿dónde está? ¿Existe para esta tarea el señor Marcelo Ebrard? ¿Se asume como Canciller o como “corcholata”? ¿Qué ha hecho para solucionar el tema Perú, España, Austria, Vaticano, EUA…? Se le vio bailando por Oaxaca hace días. 

Sé el primero en comentar

Déjanos un comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


*