Unos 600 combatientes del autodenominado Estado Islámico o Daesh, la mayoría de ellos extranjeros, defienden Baghuz, la última localidad bajo control yihadista que queda en Siria y que está situada en la provincia de Deir Ezzor, en plena frontera con Irak. Las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada liderada por kurdos y que cuenta con el respaldo de Estados Unidos, lanzó la «ofensiva final» para acabar con este bastión y durante el fin de semana lograron «capturar 41 posiciones del Daesh y destruir fortificaciones», indicó en su cuenta de Twitter el portavoz de las FSD, Mustafa Bali.
Este asalto se produce en plena retirada de las tropas de Estados Unidos, que contaba con unos 2.000 hombres sobre el terreno, y con la incógnita de conocer el futuro de unos kurdos de Siria que, pese a liderar la lucha contra los seguidores del califa, son considerados «terroristas» por Turquía y negocian un acuerdo con las autoridades de Damasco. Las Unidades de Protección Popular (YPG) son la columna vertebral de las FDS y son también el brazo sirio del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), etiquetado como «organización terrorista separatista por Ankara.
La ofensiva sobre Baghuz parece una orden directa del presidente estadounidense, Donald Trump, quien el miércoles adelantó que «en una semana» anunciaría el final del EI. El problema es que este grupo ha demostrado que es capaz de sobrevivir a la pérdida de lo que fue su califato y desde hace un año opera en la clandestinidad y a base de atentados, un terreno en el que tiene gran experiencia. Muchos de sus líderes siguen en paradero desconocido, entre ellos el mismísimo califa, Abu Bakr Al Bagdadi, a quien han dado varias veces por muerto, extremo nunca confirmado por el grupo. La victoria en Baghuz no supondrá el final de unos yihadistas que han logrado extenderse por el desierto de Badia y que han demostrado en los últimos meses su capacidad de golpear a los kurdos e incluso a las tropas de Estados Unidos.
Las FSD avanzan después de una semana en la que se ha mantenido en esa zona una especie de alto el fuego que ha servido para la salida de 20.000 civiles, muchos de ellos familiares directos de los combatientes, pero se estima que en la zona de los combates podrían quedar aun más de mil, según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
El magnate metido a político quiere proclamar el final de EI y salir de Siria, pero no ha podido dar con Al Bagdadi que, debido a la clandestinidad casi absoluta en la que vive, se ha ganado el sobrenombre de «califa invisible».
Con información de abc
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