NADIE SE ATREVIÓ A DESPERTARLO

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández

 

Sostengo la hipótesis -que le ruego usted determine si es que la logro demostrar en este artículo, una vez que concluya su lectura- de que el único responsable personal y directo de la falta oportuna -y a todas luces insuficiente- de respuesta gubernamental antes y después del huracán Otis -que recientemente destruyó Acapulco y, en total, por lo menos 47 municipios de la costa en el estado de Guerrero-, es el presidente de la república mexicana Andrés Manuel López Obrador.

 

A diferencia de los terremotos, los huracanes son predecibles. Es muy sencillo que usted encuentre en su teléfono, en los numerosos medios de información y también en los videos de aficionados que ahí podrá consultar, el seguimiento minuto a minuto desde que la tormenta tropical se convirtió en huracán -solo es cuestión de que usted se tome la molestia de hacerlo-. 

 

A diferencia de nosotros los ciudadanos o gobernados o administrados promedio, AMLO siempre afirmó cuando era opositor -y sin duda podía tener razón en muchos casos- que el presidente de la república era la persona mejor informada de lo que sucedía en el país; por lo que usted supondrá conmigo que ahora AMLO es durante su gobierno la persona mejor informada, particularmente, si se conoce la noticia de que viene un huracán sobre Acapulco.

 

Pero, curiosamente, en esas noticias minuto a minuto -que tan fácilmente usted puede consultar- también se señala de manera expresa y puntual que “AMLO tenía la información y no avisó del huracán” (según afirmó Carlos Loret de Mola en “El Universal” y en su programa transmitido en redes sociales). Otros comentaristas señalan que: “La activación de albergues, el acopio de agua, víveres e incluso la evacuación de lugares más expuestos, pudo activarse desde tres días antes” (Ignacio Morales Lechuga, “El Universal”, Opinión A17, miércoles 8 de noviembre de 2023). 

 

Como usted sabe, AMLO no solo es el líder de opinión más escuchado y seguido en el país, sino que, además, tiene un programa matutino de noticias y comentarios durante toda la semana -además de múltiples intervenciones a través de redes sociales, y cuanto medio de comunicación exista en el país, cada vez que lo estima necesario- con los que alimenta y define la narrativa oficial de cuanto sucede en México -además de aprovechar esos espacios para intentar demoler con sus “otros datos” a todo aquel que se le oponga o critique (por fortuna nunca lo logra)-.

 

Se supone que todos los días hábiles de la semana, a las seis de la mañana, el presidente tiene una reunión con miembros de su gabinete en el palacio virreinal donde este austero paladín de los pobres habita con su familia y tiene su oficina presidencial. Algunos de los invitados a esas reuniones pasan después a la conferencia matutina de prensa -supuestamente de rendición de cuentas-, para nutrir o amenizar las noticias y comentarios que ya he referido. 

 

Supongo -al igual que usted- que, si ya había noticias de que una tormenta tropical convertida en huracán se acercaba a las costas del estado de Guerrero, los responsables de las áreas gubernamentales encargadas de enfrentar ese tipo de desastres naturales debieron haber estado esa mañana en la reunión matutina para informar al presidente de cuanto pudiera suceder y la respuesta inmediata a ofrecer. 

 

O que, si no estuvieron invitados a esa reunión matutina cotidiana, por lo menos habrían avisado previamente a sus superiores jerárquicos -el secretario de Gobernación, el de la Defensa Nacional, el de Marina, la de Seguridad Pública, y éstos, a su vez, debieron informar por lo menos al secretario particular del presidente de la república o a su jefe de oficina presidencial o a su coordinador de asesores- de lo que se avecinaba. 

 

Porque no creo que no hayan avisado con toda oportunidad de lo que ya estaba pasando -que la tormenta tropical se convirtió en huracán-, pues ese es su trabajo. Supongo que todos ellos tienen teléfonos -fijos y móviles- y acceso a correos electrónicos para comunicar lo que sea necesario a sus superiores, además con “derecho de picaporte” incluido en este tipo de emergencias. ¿O es que las personas que gobiernan este país no tienen teléfonos ni se comunican entre sí? ¿O no atienden las emergencias?

 

Pero sucede que la persona responsable del área de prevención de desastres naturales -y de su respuesta para mitigar los daños-, según he leído en la prensa, es una licenciada en Historia del Arte -obviamente sin experiencia previa en la materia (recordemos que el director general de Petróleos Mexicanos es un ingeniero agrónomo)-. 

 

Pues ocurre que AMLO desde el inicio de su gobierno afirmó con respecto a la selección de sus colaboradores que él privilegiaba -y por lo visto sigue privilegiando- la lealtad (90%) sobre la eficiencia (10%). Así es que, por si fuera necesario, con la atención -o desatención- gubernamental en las medidas de prevención y respuesta a los estragos causados por el huracán Otis, tenemos un claro ejemplo de lo que sucede cuando se privilegia la lealtad política o partidista sobre la eficiencia administrativa.

 

La supuesta respuesta gubernamental -vía militar- inmediata estuvo caracterizada, según circuló en redes sociales, por la inicial imposibilidad de los particulares y de las organizaciones sociales interesadas en prestar auxilio y en llevar víveres y otro tipo de artículos a los damnificados; además, con la insólita noticia de que fueron impedidos mano militar de acercarse a los lugares del siniestro. 

 

Circuló en redes sociales la suspensión provisional, dictada por un juez de distrito al que los quejosos de dichos actos reclamados a la autoridad acudieron en solicitud de amparo, de ese impedimento anunciado por el propio presidente en una mañanera y violentamente hecho valer por los militares que ahora se encuentran en muchas áreas de la administración pública federal militarizada por AMLO y la autodenominada 4T. Por cierto, AMLO ofreció en campaña que devolvería a los militares a sus cuarteles, pero al parecer cambió de opinión.

 

Pero sucede también que, al inicio de su gobierno, AMLO decidió desparecer el Fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) basado en su propia denuncia de corrupción en el manejo de esos fondos y, también, en nombre de la austeridad; obviamente nunca se demostró tal corrupción y con respecto a la austeridad veamos sus consecuencias.

 

Se ha escrito al respecto en la prensa nacional lo siguiente: “Hace tres años el gobierno federal cometió uno de los errores de política pública más evidentes y costosos: la desaparición de un mecanismo de ahorro ideado para asegurar un ‘buen’ monto de recursos a la hora de atender los daños que ocasionan ciertos fenómenos naturales, sin tener que recortar presupuesto a otros rubros igualmente importantes” (Mariana Campos, “El Universal”, Opinión A17, miércoles 8 de noviembre de 2023). 

 

Resulta que ahora AMLO y su secretario de Hacienda hacen cuentas alegres -y dan cantidades diferentes- sobre los recursos que serán destinados a la reconstrucción de Acapulco; pues si bien originalmente la Coordinación Nacional de Protección Civil declaró el día 2 de noviembre que eran 47 municipios los que se encontraban en estado de emergencia, de un plumazo presidencial al día siguiente nada más quedaron dos municipios en esa situación -Acapulco y Coyuca de Benítez-. 

 

Solo que, si normalmente nunca hay dinero que alcance, esta vez el fondo de ahorro para enfrentar estas situaciones ya desapareció. Pero, además, si en el puerto de Acapulco donde existe una infraestructura urbana dañada de la forma en que la prensa y la televisión han difundido ampliamente, imagine usted los daños en las poblaciones rurales para los cuales no habrá recursos públicos destinados a su reconstrucción. 

 

No cabe duda de que el slogan publicitario electoral “Primero los pobres” es solo eso, un slogan publicitario electoral. Allá quien lo quiera seguir creyendo -aunque reciba bimestralmente (a cambio de su voto) un apoyo económico (sin control, salvo el político) que para muy poco le sirve cuando llegan los frecuentes problemas de a deveras-.

 

Peor aún, justamente en estos días se discute en ambas cámaras federales la Ley de Ingresos y la miscelánea fiscal, y en la Cámara de Diputados se discute el Presupuesto de Egresos de la Federación 2024, donde desde luego ya no existe el FONDEN. Por lo que en ambas cámaras los legisladores de oposición han propuesto que se identifique y destine una partida presupuestal expresa para la reconstrucción de Acapulco y los demás municipios mencionados, a lo que desde luego se han negado los legisladores oficialistas. 

 

No es de extrañar, entonces, que una caravana de damnificados ya haya llegado de Acapulco a la Ciudad de México para protestar por la falta de apoyos gubernamentales. Pero el presidente AMLO responde que se trata solamente de “politiqueros”. Fiel a sí mismo, cada vez que las víctimas de las cosas que hace o deja de hacer su gobierno la única víctima es el propio AMLO -y hay gente que todavía le cree-. 

 

La diferencia entre hacer cuentas alegres de lo que se destinará a la reconstrucción de los municipios dañados -el presidente dice que 600 mil millones de pesos están disponibles y su secretario de Hacienda nada más habla de 61 mil millones- al leal saber y entender de los ejecutores del gasto público, de una parte; o bien, de establecer cantidades expresas en el Presupuesto de Egresos de la Federación, de otra parte, la diferencia es que estas cantidades estarían sujetas a control y evaluación y las otras no. Por eso la oposición ha señalado en las cámaras que, de no ser controlado vía presupuesto, ese dinero terminará destinado a las campañas electorales de los candidatos del partido oficial.

 

Queda claro, pues, a juzgar por las múltiples y reiteradas noticias de prensa, que no hubo una respuesta gubernamental inmediata para prevenir y responder a los daños causados por un huracán que venía en camino y del que el presidente de la república -que siempre informa y rinde cuentas, según él- nunca informó oportunamente. 

 

Por eso a la hipótesis central señalada al inicio de este artículo le agrego una suposición auxiliar: como el huracán pegó de lleno a mitad de la madrugada, nadie se atrevió a despertar al presidente de la república para que éste empezara a dictar las medidas necesarias -aunque ya para entonces fuesen extemporáneas-. Pues a todas luces se nota que en la administración pública federal nadie toma una iniciativa de cualquier tipo que no esté debidamente anunciada previamente por el presidente de la república; mucho menos la de anunciar un huracán de las características de Otis, pues eso solo lo puede decir el presidente.

 

Esto me recuerda haber leído alguna vez que, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando empezó el desembarco de los aliados en Normandía -que también empezó en la madrugada-, nadie se atrevió a despertar a Adolfo Hitler para que éste dispusiese lo necesario; pues nadie más que él podía tomar alguna decisión al respecto. El resultado fue el retraso consecuente para repeler la invasión. Por fortuna los ejércitos aliados ganaron la guerra en contra del autócrata y su totalitarismo; toda proporción guardada, espero que los partidos mexicanos de oposición puedan lograr una nueva alternancia.

 

Ciudad de México, 8 de noviembre de 2023.

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.

Profesor e Investigador. Doctor en Estudios Políticos (Francia) y doctor en Derecho (México). Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas (España) y en Regímenes Políticos Comparados (EUA). Tiene la Especialidad en Justicia Electoral otorgada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es autor de libros de Derecho Público, Privado y Social; Administración Pública y Ciencia Política; Derecho Electoral y Derecho Procesal Electoral; sus libros se encuentran en bibliotecas, librerías, en Amazon y en Mercado Libre. Las recopilaciones anuales de sus artículos semanales están publicadas y a la venta en Amazon (“Crónica de una dictadura esperada” y “El Presidencialismo Populista Autoritario Mexicano de hoy: ¿prórroga, reelección o Maximato?”); la compilación más reciente aparece bajo el título PURO CHORO MAREADOR. México en tiempos de la 4T” (solo disponible en Amazon).   

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