México, la válvula de escape para cientos de guatemaltecos frente a la pandemia

Alejandra Folgar se subió al autobús con el único objetivo en mente de conseguir la vacuna contra el coronavirus. El chicken bus, como se le llama a los antiguos vehículos escolares que se desechan en Estados Unidos y después reciben una segunda vida en varios países de Centroamérica, partió a las diez de la noche de Ciudad de Guatemala con destino a Tapachula, del lado mexicano, con otras 15 personas que buscaban exactamente lo mismo.

Otra unidad los acompañaba en el trayecto con un grupo de turistas que quería cruzar la frontera para ir de compras. El shopping era hasta hace poco el motivo principal de los viajes, pero ahora la pandemia y la escasez de vacunas en Guatemala, que ha logrado inmunizar apenas a un millón de sus 16 millones de habitantes, han abierto una nueva oportunidad de negocio para los operadores de tours. “En nuestro país no hay vacunas”, lamenta Folgar, de 25 años. “Estamos muy agradecidos con toda la gente de México, si no hubiera sido por ellos me hubiera tenido que esperar hasta diciembre, si bien me iba”, asegura por teléfono.

“Hay muchísimas personas en Guatemala que decidieron vacunarse en Tapachula”, cuenta Patricia Jiménez, de 35 años, que también decidió viajar unas seis horas para buscar una dosis en México. “He escuchado como de 10 empresas diferentes que ofrecen tours de vacunas”, dice Jiménez. Las autoridades del Estado fronterizo de Chiapas no tienen una cifra de cuántos guatemaltecos se han inmunizado en México, aunque a principios de mes estimaban que eran al menos unas 700 personas.

Una portavoz de la delegación estatal del Instituto Mexicano del Seguro Social asegura que el cálculo ya debe andar por los miles, pero agrega que es difícil dar un número concreto porque los extranjeros inmunizados no son contabilizados en los registros nacionales de vacunación.

De cualquier forma, los funcionarios mexicanos esperan que haya cada vez más porque no hay ninguna restricción o necesidad de comprobar residencia para recibir una dosis. El único requisito para cruzar es contar con una Tarjeta de Visitante Regional (TVR), un trámite que ha provocado largas filas en las garitas guatemaltecas, cuentan los entrevistados, y que ha triplicado las solicitudes a últimas fechas, según medios mexicanos. Aunque la frontera es porosa, la pandemia ha reducido el cruce con balsas en el río Suchiate, el paso tradicional de quienes no tienen papeles, ha disminuido considerablemente.

Aun así, a mediados de julio salió la noticia de una familia detenida por agentes de migración que había atravesado el río para ir a vacunarse.

“Había filas larguísimas de los que querían sacar la TVR, pero no había cola en el centro de vacunación”, cuenta Jiménez. La llegada de cientos de guatemaltecos contrasta con la reticencia de muchos chiapanecos a vacunarse. Hace dos semanas, las autoridades mexicanas implementaron la política tres por dos: si los jóvenes llevan a dos de sus familiares a vacunarse se les da también una dosis.

El plan se anunció después de que se diera a conocer que comunidades enteras, muchas de ellas indígenas, habían rechazado la inmunización. Chiapas es el Estado con la cobertura de vacunación más baja de todo el país, solo un 25% de la población adulta ha recibido al menos una dosis, según datos oficiales.

“Es un gesto humanitario que nosotros apreciamos mucho y que le sirve a ambos países porque a todos les conviene que se reactive la frontera”, dice Sergio Contreras, que se vacunó en Tapachula a mediados de mes. El viaje le costó casi unos 200 dólares, entre el pago a la agencia, los hoteles y las comidas, pero afirma que el esfuerzo valió la pena porque es diabético y, a pesar de ser población de riesgo, no había llegado su turno en la vacunación guatemalteca. “Es un gasto fuerte para un guatemalteco promedio, no cualquiera lo puede hacer”, dice el vendedor de 45 años.

Vía | El País

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