Joel Hernández Santiago
La presidente de México, Claudia Sheinbaum Pardo, hizo una muestra de músculo político el domingo 5 de octubre en el zócalo mexicano. Ahí llegaron multitudes para arroparla, para decirle que está bien, que la quieren, que le aprueban lo que hace y que su gobierno es bueno…
Es natural, es una ceremonia en la que ella hace elogio de lo hecho en el año que lleva al mando del gobierno y la administración nacional…Y hace ostentación de su fuerza y de su probable índice de aprobación: 73 por ciento.
Su discurso esta vez fue menos temeroso. Menos débil y sí muy fortalecido porque ya va tomando la medida a la opinión nacional, va tomando la medida de su propia fuerza presidencial y toma nota de los que son sus alcances y lo que significa su poder.
La plaza de la Constitución estaba a reventar. “No cabía un alfiler” dice alguna crónica periodística. Estaba cubierta de personas que acuden al llamado de sus virtudes de gobierno, como los miles de integrantes de sindicatos afines a la 4-T. Catem, por ejemplo.
El país está bien, según dijo ese domingo la presidente. “Vamos bien. Lo estamos haciendo bien”. Y las multitudes estallaron en aplausos.
Sobre todo la presidenta Sheinbaum insistió en la disminución de la pobreza. Según datos del INEGI, entre 2018 y 2024 salieron de la pobreza 13.4 millones de mexicanos, de los cuales 1.7 millones salieron de la pobreza extrema.
Es laudable la lucha en contra del homicidio doloso, el crimen organizado, el narcotráfico.
El tema es que Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de México, está haciendo un muy buen trabajo. Digamos que se sacudió la malísima estrategia del gobierno de López Obrador, la de “Abrazos no balazos” que suena más a complicidad que a una lucha por defender a los mexicanos del peligro de la violencia extrema.
Si fuera cierto el 73 por ciento de aceptación al gobierno de Claudia Sheinbaum, es muy probable que en gran medida ese índice se deba al trabajo de García Harfuch. A su discreción en su trabajo que es eficaz y pronto.
Pero si bien el tema de las acciones por la seguridad pública en México está siendo muy bien valorado, todavía falta muchísimo para avanzar hacia la seguridad garantizada y el blindaje nacional para todos los mexicanos.
También hace falta saber cuánto de los logros que presume el gobierno federal mexicano en seguridad pública son producto de las exigencias y caprichos del gobierno de Donald J. Trump, el presidente ultraderechista y republicano de los Estados Unidos.
La presidente de México dice que ha sabido manejar la relación con Estados Unidos, que es decir con Trump. Sin embargo él se ufana de que el trato con México es excelente quizá porque no se le contradice y todo lo que propone se cumple en México, en nombre de esa buena relación. ¿Y la soberanía que tanto se defiende en el discurso?
La presidente de México hizo la gran defensa del ex presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como un presidente ejemplar, honesto, honorable, intachable, incapaz de cualquier traición o enjuague que le quieran atribuir. De mal gusto esto. Pero no le importa, porque dice la presidente que “el presidente López Obrador” -así dicho-, vive en el corazón de los mexicanos.
Por lo demás, acaso por falta de tiempo, no dijo que Pemex es una empresa casi en quiebra que no ha sabido administrar ni su gobierno y en el ex gobierno presidencial. Que la salud pública es lastimosamente la peor en América Latina y que muchos mexicanos mueren por falta de atención apropiada y por falta de medicamentos en una política de austeridad mal entendida.
No se dijo que el sistema de educación en México es cada día peor y que la SEP poco hace por mejorar la calidad educativa de México para un futuro sólido y sin tantos contratiempos. Que las desapariciones en México están en aumento. Que las madres buscadoras son consideradas como enemigas del gobierno por el sólo hecho de reclamar por sus hijos desaparecidos…
Que los elefantes blancos heredados por el ex presidente le cuestan al país carretadas de recursos públicos en una inversión interminable e inútil: Tren Maya inútil; Dos Bocas, inútil; AIFA, inútil; superbodega de medicamentos, inútil; política internacional errática e inútil, altamente politizada y cargada de conflictos.
La macroeconomía se presume halagadora pero la realidad se muestra en el cotidiano vivir de la gente a la que la inflación no permite adquirir lo esencial para la subsistencia alimentaria; la microeconomía es una tragedia cotidiana; la falta de trabajo hace que la gente se refugie en la economía informal a la que consideran como trabajo, aunque sin beneficios sociales ni seguridad laboral para nadie ahí.
La libertad de expresión vive amenazada todos los días. La disidencia política es considerada como amenaza a la seguridad nacional y al gobierno federal de hoy… La democracia se resume en acordeones para inducir el voto y con instituciones de paja.
Tanto y tanto que no fue incluido en un informe por el año cumplido de gobierno. Pero no importa, frente a discursos triunfalistas está la terca-terquísima realidad mexicana.
Pero es apenas el primer año. Faltan cinco. El tiempo nos dirá qué sí y qué no del actual gobierno mexicano tan dado al discurso polarizante y triunfalista. Y no, no es asunto de derechas o izquierdas; lo es de ser o no ser mexicanos que o aman a su país o a su exceso de poder político.

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