Los desfiguros de pre-campaña

Joel Hernández Santiago. 

 

Nadamás faltaba que no hicieran desfiguros los cuatro candidatos del presidente de México para sucederlo en la presidencia. “Corcholatas” se les llama según mandato presidencial. 

 

Los desfiguros los han hecho a lo largo de meses, en los que ya de plano comenzaron su campaña con pretextos varios: conferencias, presentaciones de libros, inauguraciones, por todo el país. 

 

Han estado en campaña y como el nuevo Instituto Nacional Electoral ahora está acotado al mandato de Palacio Nacional, aquí no pasa nada: “¡Y no me vengan con que la ley es la ley!”. 

 

Así que cada uno ha llevado agua a su molino y se sirven con la cuchara grande, a sabiendas de que uno de ellos será el presidente de México. 

 

Pero como quiera que sea, ahí están y en la Asamblea de Morena el domingo 11 de junio se establecieron reglas de comportamiento y pacto de no agresión; o como detallo Alfonso Durazo, presidente nacional del Consejo, que las ‘corcholatas’ que deseen participar en el proceso interno deberán refrendar “formalmente y por escrito” su compromiso con los principios del movimiento de la Cuarta Transformación entre los que se encuentran:

 

“No mentir, no robar y no traicionar al pueblo. Apegarse a la legalidad. Comprometerse a respetar y respaldar el resultado final del proceso y dar su apoyo al que resulte coordinador en defensa de la 4T. Además, los aspirantes a la candidatura presidencial tendrían, desde el lunes 12 y hasta el 16 de junio para renunciar a sus cargos públicos.” Renuncias de las cuatro Corcho-latas ya ocurridas. 

 

Pero en esa misma Asamblea de Morena, ocurrió uno de tantos desfiguros: el de Claudia Sheinbaum quien al llegar al evento fue recibida con aplausos de simpatizantes propios, pero también por simpatizantes de otras dos corcholatas que le recriminaron al grito de “¡Piso parejo!”- 

 

Ella extremadamente molesta reclamó a Durazo aquel grito que consideró ofensivo y, por su parte, exultó, señalando al también gobernador de Sonora con el dedo índice, fuera de sí: “¡Ya me cansé…!” y una retahíla por la que mostró su indignación. Un poco en el sentido de que a ella no la toquen porque es todo poder y seguro la candidata. Por supuesto Durazo no dijo “pio”. 

 

Luego ocurrió el desfiguro de Adán Augusto López –ex secretario de Gobernación- y hoy una de las cuatro corcholatas oficiales. Una vez que el partido Morena dijo que a cada uno de los aspirantes a ser el elegido candidato se les darían 5 millones de pesos para gastos en sus precampañas (los que saldrán de la hacienda pública, como se sabe)…

 

… El señor Adán Augusto dijo que no, no y no: que no recibiría ese dinerillo porque él recurriría a sus recursos personales para estos gastos. En una actitud que tiene dos perspectivas. La de que no usará dinero público para precampaña –mensaje al presidente por aquello de la austeridad-; y la otra en el sentido del toda arrogancia cuando afirma que él cuenta con dinero para enfrentar los costos y gastos de aspiraciones. Así que “¡Háganle como quieran!”

 

Ricardo Monreal –el impredecible Ricardo Monreal, que un día se enoja y maldice, otro día le hacen cuchi-chuchi presidencial y jura y perjura que estará con Morena hasta la muerte: pues él inició su campaña exhibiendo un juego digital que tiene como personaje salvador de los errores del pasado a él mismo. Un súper-héroe a modo de “El águila descalza” de Alfonso Arau. 

 

Y lo más reciente, pero asimismo, impensable e impredecible: el señor Marcelo Ebrard Casaubón, a quienes muchos creían serio, riguroso, con una enorme experiencia política y quien marcó agenda al mismísimo presidente mexicano cuando renunció por anticipado a la Cancillería y se puso adelante y de frente a todos para mostrar su disposición a ser el elegido presidencial. 

 

Acaso fue su propia mala idea, o la de alguno de sus asesores que ahora lo hicieron pasar al terreno del ridículo y de la abyección, cuando el 19 de junio dijo que de ser elegido buscaría crear una nueva secretaría de Estado: la Secretaría de la Cuarta Transformación, y planteó que fuera Andrés Manuel López Beltrán, hijo del Presidente de la República, quien la encabece. 

 

Esta instancia estaría encargada de dar continuidad y consolidar los programas sociales, las obras prioritarias y garantizar los principios de austeridad republicana: El doble mensaje que quiso dar el señor Marcelo Ebrard fue el de que con él estará garantizada la continuidad del proyecto presidencial, el de la Cuarta Transformación. 

 

Y por otro lado que rescata a uno de los hijos del presidente de “la ignominia social” que los acusa de frivolidades y otras lindezas: lo de la casa Gris o lo de la intervención en su presunta intervención para la contratación de empresas por parte del gobierno federal… 

 

Pero la jugada le salió mal al famoso experimentado político quien metió la pata en un tema que para los ciudadanos – en los que menos pensó- es sensible. Esa misma tarde el señor López Beltrán anunció que agradecía este ofrecimiento pero que no, no y no. Así que deja mal parado a una de las corcholatas que presumía que estaba en el top de las preferencias ciudadanas. 

 

Pero más allá de este anecdotario de desfiguros y ocurrencias y que se verán a granel, las cuatro corcholatas, están haciendo campaña no para ganar el favor de quienes participarán en las consultas prometidas por Morena para la seleccionar de su candidato: sí para ganar el favor de quien habrá de decidir a su sucesor desde Palacio Nacional.  

 

Y aunque se diga que por las consultas será “el pueblo el que elija al candidato”, lo cierto es que ya hubo una elección presidencial previa: son cuatro y de ellos uno será electo-electa el sucesor-sucesora.

 

Y mientras tanto, la oposición duerme “el sueño de las manzanas”. 

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