LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández

En días pasados fui invitado a desarrollar la voz “Democracia Representativa” para el primer tomo de un glosario de términos, cuya publicación prepara una institución electoral y que supongo habrá de aparecer en librerías probablemente este año o el próximo. Así es que me di a la tarea de revisar, en primer lugar, lo que yo mismo he publicado sobre la democracia representativa en varios de mis trabajos de investigación que han aparecido en publicaciones académicas o gubernamentales o ambas durante los últimos treinta años. O estudios que solamente han sido expuestos en coloquios universitarios o institucionales, sin que hayan aparecido publicados, como es el caso de mi reciente intervención ante un grupo de funcionarios de la Auditoría Superior de la Federación -apenas la semana pasada- que, si usted lee atentamente lo que sigue, inmediatamente descubrirá a qué parte -antecedentes y consecuencias- de la democracia representativa me referí en dicha intervención, pues mi reciente exposición fue sobre una breve historia de los órganos fiscalizadores en México y su contexto constitucional internacional -en principio, aparentemente, nada que ver con la democracia representativa, ¿o sí?-.

Desde luego que para desarrollar en dos páginas la voz “Democracia Representativa” también revisé lo que han escrito autores consagrados que son reconocidos como los grandes teóricos de la democracia en el mundo occidental. Por fortuna, desde hace muchos años -ya no recuerdo cuántos- tengo la buena costumbre de comprar libros y subrayarlos conforme los voy leyendo; pero supongo que este buen hábito de lector empezó desde que inicié mis estudios universitarios pues encuentro libros de esa época debidamente subrayados, aunque todavía no con marca textos de varios colores, “tecnología” pictórica que apareció en años más recientes. Por lo que me fue muy cómodo revisar mis subrayados que me indicaban donde volver a leer y disfrutar páginas o capítulos completos relacionados con la democracia representativa.

Desde luego que hay estudios de autores nacionales que me fueron muy útiles, particularmente los contenidos en la Colección Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática, cuyos primeros veintidós números, publicados en los años 2001 y 2002, es decir, hace veinte años, naturalmente que atesoro y resguardo. Pues fue muy grato dejarme guiar por mis subrayados para reencontrar textos e ideas de colegas y, además, amigos -varios de ellos y ellas-, de quienes he leído otros trabajos y con quienes he compartido reflexiones, consensos y disensos, en coloquios, seminarios y coautoría de memorias de esos encuentros o de libros colectivos. 

Para mi buena fortuna, no es el primer glosario o diccionario o vocabulario de términos especializados en las materias o campos en los que me dedico a indagar al que soy invitado a contribuir. Pero no me detengo a reseñar esos otros recuentos de lecturas y solo transcribo ahora lo que acabo de enviar a los coordinadores académicos y editoriales de esta nueva publicación:

La democracia representativa tiene como antecedentes para su comprensión las nociones de democracia y representación. Se sostiene, al efecto, que la democracia es un proceso de organización social, a partir de una propuesta ideológica u horizonte prospectivo, caracterizado por los principios de libertad, igualdad y justicia en el acceso y elección de los satisfactores que requieren los miembros de la sociedad o grupo social nacional, supra o subnacional que corresponda. Como forma, régimen o sistema de gobierno en cualquiera de dichos ámbitos territoriales o funcionales, es el único que de manera legítima puede hacerlo en sociedades libres que, al efecto, parten del supuesto jurídico de igualdad de sus integrantes, como es el caso de la noción de ciudadanía cuando se trata del Estado. Los campos de la acción gubernamental en los que se materializa la democracia pueden ser político, económico o social, cada uno de ellos sometido a una regulación jurídica expresa que responde a los ideales propuestos.

La representación es una figura jurídica surgida de la necesidad impuesta también por la complejidad creciente de la vida social. Por lo que es fácil advertir que la noción de representación en el ámbito del derecho privado mantiene sus características cuando se traslada al ámbito político del derecho público, pues se supone que el representante actúa y toma decisiones en nombre del representado para su interés, protección y beneficio; mediante las formas previstas por la ley para que la voluntad de ambos se manifieste a efecto de perfeccionar el acto representativo. 

Por cuanto al Estado Nacional se refiere, el concepto de soberanía expresa o materializa la voluntad popular, la cual se manifiesta por las y los ciudadanos, entendidos como iguales, a través del voto. Sin embargo, el representante electo se convierte en un intérprete de esa voluntad popular al no estar sujeto a un mandato imperativo. La eventual revocabilidad de ese mandato indeterminado corresponde a los procedimientos de la democracia participativa o directa.

La democracia representativa puede ser entendida como una forma de edificación de la dominación política mediante cambios o énfasis y también como una forma de legitimación de esa dominación o ejercicio del poder al interior de dicha sociedad nacional, supra o subnacional; cuyos orígenes históricos, por cierto, se encuentran en las luchas de los nobles frente al poder real no para control del poder político a través de la ley o distribución de competencias, sino de control de las facultades regias de obtención de ingresos tributarios, presupuestación de egresos y control del gasto. De ahí surgen las formas iniciales del parlamentarismo con las que habitualmente es confundida la democracia representativa, pues con la noción de ciudadanía el principio representativo se extiende a las masas para adquirir nuevos significados de otorgamiento y control del poder político en formas de gobierno distintas del parlamentarismo.

Además de los principios o valores ya expresados como característicos de la democracia, en el caso de la democracia representativa es necesario agregar varios valores más, por ejemplo, legalidad, pluralidad, laicidad, tolerancia, moderación, convivencia basada en el respeto a la diferencia o reconocimiento de los derechos de las minorías, como elementos indispensables de una cultura política democrática que permita -mediante el diálogo, la concertación y el compromiso entre representantes y actores sociales- la construcción de acuerdos para la gobernabilidad democrática; entendida ésta como “buen gobierno” y no solo como “razón de Estado” para conseguir la estabilidad y entender la complejidad de la democracia representativa en acción.

Para su materialización y actuación la democracia representativa corresponde necesariamente a una forma de gobierno que, indistintamente, puede ser parlamentarismo, presidencialismo o semipresidencialismo (también llamado semiparlamentarismo); la cual se integra con la intervención e intermediación de los partidos políticos, cuya competencia por el voto popular, a la que también concurren candidatos independientes no postulados por los partidos, se regula a través de sistema electorales; todo ello al interior de una forma de Estado -república o monarquía-. En la práctica, la democracia representativa forma parte de un macrosistema de control gubernamental y social de la gestión y de la ética públicas.

La existencia formal de sistemas electorales en una democracia representativa no garantiza la realización de elecciones auténticas. Diversas formas de despotismo, autocracia, demagogia, populismo, totalitarismo o dictadura pueden valerse de las elecciones, bajo la forma de procedimientos no competitivos y plebiscitarios, para simular un gobierno democrático. De ahí que el respeto a las reglas del juego democrático previstas en la ley sea indispensable para mantener la vigencia efectiva de su carácter democrático y la convivencia social armónica que teóricamente le sucede o caracteriza a la democracia representativa; donde se reconoce que la oposición gobierna oponiéndose, porque el disenso es una prerrogativa democrática, pero sin llegar, unos y otros, a la polarización.

La democracia representativa requiere de autoridades electorales que con autonomía, independencia e imparcialidad arbitren la competencia entre los partidos políticos entre sí y también con los candidatos independientes, cuando haya éstos; tanto en la organización electoral como en la solución de conflictos electorales, incluidas las faltas de cualquier tipo que pueden llegar a merecer sanciones administrativas o penales.

La democracia representativa no excluye ni es excluida por la democracia participativa o democracia directa, ambas se complementan y nutren de manera recíproca, pues una y otra recurren a los sistemas electorales como fuente de legitimación tanto del origen de las autoridades gubernamentales como de su actuación. Pero las reglas de decisión de dichos sistemas electorales, al igual que el contenido de las decisiones así legitimadas, tienen como límite la protección y defensa de los derechos humanos.

Voces relacionadas: sistemas de partidos, sistemas electorales, democracia participativa o directa.

Ciudad de México, 15 de mayo de 2022.

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.

Profesor e Investigador. Doctor en Derecho por el Instituto Internacional del Derecho y del Estado (México) y doctor en Estudios Políticos por la Universidad de París (Francia); posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas por la Universidad de Alcalá (España) y posdoctorado en Regímenes Políticos Comparados por la Universidad de Colorado, Campus Colorado Springs (EUA); autor de “Nuevo Derecho Electoral Mexicano” (Universidad Nacional Autónoma de México, Editorial Trillas); autor de los tres tomos de la colección “Formas de Gobierno y Sistemas Electorales en México” (Centro de Investigación Científica “Ing. Jorge L. Tamayo” del Sistema SEP-CONACYT); autor de dos tomos de la Enciclopedia Parlamentaria de México dedicados al estudio de los Sistemas, Legislación y Resultados Electorales (Cámara de Diputados del Congreso de la Unión).

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