INTERCAMPAÑA, CANDIDATURAS Y SEGUNDO PISO

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández

 

Varias veces he recordado en estas páginas digitales el concepto “sistema político” según el politólogo alemán Dieter Nohlen, para quien -en una fórmula muy didáctica y objetiva- dicho sistema se integra a su vez con sistema de gobierno, sistema de partidos y sistema electoral; cada uno de los cuales conoce, por su parte, diferentes clasificaciones sobre las que no abundo ahora. 

 

Hoy, en México, durante el proceso electoral en curso, una vez que las dos coaliciones partidistas han confirmado a sus respectivas candidatas presidenciales -y en espera del inicio de las campañas presidenciales-, al igual que finalmente y después de muchos trabajos lo ha hecho ya respecto a su candidato el partido Movimiento Ciudadano, confirmamos -por si fuera necesario- la ineludible vertiente de partidocracia que también tiene el sistema político mexicano -como el resto de las democracias occidentales, consolidadas o emergentes o, sobre todo, las  híbridas (como en México, con un poquito de democracia y un poquito de autoritarismo que nunca sale sobrando)-.

 

Al efecto, los partidos que integran la coalición opositora han dado a conocer ya sus listas con algunos de sus candidatos a diputados federales y senadores -poco a poco se irá desgranando la mazorca con todos los candidatos a los 20 mil cargos a elegir (unos quedarán muy contentos, otros se disciplinarán y otros se irán con su música a otra parte)-; la coalición oficialista lo hará en las próximas horas y así lo hará también el partido Movimiento Ciudadano, es decir, las tres fuerzas políticas que se disputan vía electoral el  acceso a los cargos de elección popular que materializan el poder político en nuestro país. 

 

Reaparece la partidocracia -si es que alguien pensó que alguna vez estuvo oculta- pues la élite política de cada partido de la coalición opositora, como era de esperarse, ha resurgido en su intención de ocupar esos cargos -motivo de una reflexión aparte sobre si se trata de lo más conveniente para la gobernabilidad del sistema político o de lo más atractivo para los electores o de lo más oportuno para asegurar la fidelidad de sus bases sociales de apoyo-; como lo harán también en las próximas horas las élites del partido y coalición gobernantes -con la bendición de YSQ-.

 

Como también ya lo he escrito en estas páginas digitales, elecciones ha habido en nuestro país desde antes de su inicio como Estado Nación independiente, pues el primer sistema electoral que se aplicó en el virreinato fue el de la Constitución Española de Cádiz de 1812. Una vez convertido el virreinato de la Nueva España, primero, en imperio y, luego, en república independiente, nuestra historia política ha conocido diferentes sistemas de gobierno, de partidos y electorales.

 

Para algunos, entre los que me cuento, estamos actualmente en la transición de la transición mexicana a la democracia (inacabada) a un populismo autoritario rampante que puede convertirse en Maximato, dependiendo del resultado de una elección presidencial que se anuncia muy competida y de la cual, para asegurar la estabilidad política del país -que no haya una “pelotera”, pues-, todo depende de que los electores salgan a votar en gran número y que se cuenten bien sus votos -lo cual tiene sus “asegunes”, a los cuales ya me he referido y me seguiré refiriendo en estas páginas-.

 

Para dar una idea del ambiente político del país y no repetir mis opiniones -aunque sí tal vez para confirmarlas- sobre los temas que ahora señalo, así como para orientar el sentido de mi voto, una vez más recurro al auxilio de editorialistas de periódicos de circulación nacional. Empiezo por citar a Carlos M. Urzúa, primer secretario de Hacienda y Crédito Público del gobierno actual, por lo que supongo que conoce más o menos bien el temperamento del presidente de la república en funciones. 

 

Urzúa inicia su artículo publicado hoy lunes 29 de enero en “El Universal”, con la siguiente afirmación: “Acostumbrado a dictar cualquier orden sin hacer análisis alguno ni pedir un consejo, el presidente Andrés Manuel López Obrador se irá de Palacio Nacional sin haber apreciado la capacidad de muchos servidores públicos que trabajan en las instituciones del Estado mexicano”. En seguida entra a un breve análisis del paquete presidencial de iniciativas de reformas constitucionales anunciado para el próximo 5 de febrero; abundar en mi análisis de ese paquete será para otro día.

 

Respecto a la conducta personal del presidente de la república, resulta igualmente interesante lo que en el mismo periódico escribe Mauricio Merino hoy lunes en su artículo titulado “El segundo piso de la fantasía”, cuando afirma: “Durante el primer año del sexenio, un amigo mío me contó que comió con López Obrador en Palacio Nacional y que, después de escucharlo mientras comían (pues solo habló el presidente) lo invitó a recorrer los murales de ese edificio espléndido. Y entonces observó algo singular: “Siguió en su soliloquio -me dijo- pero esta vez mientras veía a los héroes retratados en los frescos, iba hablando con sus pares”. Un forjador de historia anticipada dialogando con quienes consideraba sus iguales -concluye Merino-”. Recuerdo ahora a mi padre en los meses finales de su vida cuando me vio entrar a su habitación y me dijo: “Usted es el plomero, mi hija le va a pagar”; solamente pensé “ya lo perdimos”.

 

Denise Dresser, investigadora de El Colegio de México y antigua partidaria de AMLO, en su artículo publicado hoy en “Reforma”, titulado “Plutocracia 4T”, escribe: “Durante su campaña presidencial, AMLO reconoció el problema de la relación incestuosa  entre los plutócratas y la política, prometiendo acabar con ella…..AMLO dispara balas contra los oligarcas, pero son de salva. En los hechos, ha sido su empleado, como tantos presidentes del pasado que renunciaron a regular la acumulación de poder e influencia de plutócratas poderosos”. Desde luego que la autora aporta datos sobre el crecimiento de las fortunas de los plutócratas mexicanos gracias a la pandemia, frente a la inactividad gubernamental de la 4T.

 

También en “Reforma”, hoy lunes, Jesús Silva-Herzog Márquez escribe: “Ahí está una de las marcas fundamentales de la ideología lópezobradorista: la reducción de la democracia a simple voluntad popular. En ese pozole populista que ridículamente llaman “Humanismo Mexicano” aparece destacadamente una filosofía antiliberal de la democracia. Democracia que es voluntad de la mayoría y eliminación de cualquier obstáculo que fastidie a quien pretenda encarnar esa mayoría”. El autor sintetiza en su artículo las repeticiones y las contradicciones del concepto de democracia que ahora avala, jubilosamente sumisa -solo habría que apostarle, en su caso, a su pragmatismo (si es que la dejan)-, la candidata presidencial oficialista.

 

En el diario “El Financiero”, Eduardo Guerrero Gutiérrez se refiere en su artículo “Errores caros” a lo que ha sucedido en materia de seguridad; problema que deberá afrontar la candidata que gane la elección presidencial -es seguro que el candidato varón no ganará, pues todavía nadie lo conoce- y errores que no deberá repetir: “Los cuatro “tipos de error” (pues, en realidad, cada uno de ellos abarca una lista larga de vicios y equivocaciones -afirma el autor-) han sido cometidos durante las tres últimas administraciones…. Los cuatro tipos de errores son los siguientes: i) sobreestimación de las capacidades del gobierno; ii) subestimación de las capacidades del crimen; iii) subestimación de la base social del crimen, y iv) subestimación de la colusión entre los liderazgos políticos y los criminales”.

 

Para concluir, como apenas estamos en intercampaña y todavía no empiezan las campañas de candidatas y candidato presidencial -aunque poco a poco, a hurtadillas (sin que el INE se diera cuenta), hayan ido esbozando su oferta política-, es bueno que candidatas y candidato tengan en cuenta la siguiente afirmación de Marco Baños hoy, en “El Sol de México”, en su artículo “Elecciones y crimen organizado”, donde propone o sugiere que: “Blindar los procesos electorales es una responsabilidad de todas y todos, de instituciones y partidos. No es correcto exigirle al INE que lo haga solo, puede contribuir, pero no es su atribución ni su tarea principal. Qué harán los partidos al presentar sus candidaturas, que van a hacer las instituciones y los gobiernos federal y locales, esas son las interrogantes que deben resolverse”. Por lo pronto, son retos para la partidocracia mexicana y sus candidatas, incluidos el varón y hasta para la que propone un segundo piso de la obra del presidente en funciones, es decir, más de lo mismo.

 

Ciudad de Oaxaca, México, 29 de enero de 2024.

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.

Profesor e Investigador. Doctor en Estudios Políticos (Francia) y doctor en Derecho (México). Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas (España) y en Regímenes Políticos Comparados (EUA). Tiene la Especialidad en Justicia Electoral otorgada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es autor de libros de Derecho Público, Privado y Social; Administración Pública y Ciencia Política; Derecho Electoral y Derecho Procesal Electoral; sus libros se encuentran en bibliotecas, librerías, en Amazon y en Mercado Libre. Las recopilaciones anuales de sus artículos semanales están publicadas y a la venta en Amazon (“Crónica de una dictadura esperada” y “El Presidencialismo Populista Autoritario Mexicano de hoy: ¿prórroga, reelección o Maximato?”); la compilación más reciente aparece bajo el título PURO CHORO MAREADOR. México en tiempos de la 4T” (solo disponible en Amazon).   

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