INE: más, por menos

Joel Hernández Santiago

 

Lo dicho. Hay una especie de obsesión fatal en contra del Instituto Nacional Electoral (INE). Una obcecación imperiosa que se traduce en gritos y sombrerazos, acusaciones, reproches, descalificaciones a unos u otros consejeros.

 

… Todo para menguar su autonomía y desmantelar lo que se ha construido en más de veinte años –con orígenes en el Instituto Federal Electoral (IFE), y cuyos antecedentes se remontan a por lo menos una década antes–. Nada: abaratarlo y desaparecerlo en sus alcances actuales, para hacerlo a modo… ¿a modo de quién o de quiénes?

 

Son  muchos años en los que este Instituto ha sido parte importante de la construcción de procesos democráticos, elecciones federales, estatales o municipales, y cuya participación ha dado certeza a muchos de los resultados electorales ocurridos en el lapso en todo el país.

 

Han ocurrido errores. Claro. Muchos de ellos han sido revisados por la  Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales (FEPADE), sin embargo hoy tenemos más certezas que dudas respecto de las posibilidades de nuestra democracia. Este organismo que surgió por la desconfianza en los actores políticos y sus partidos políticos, hoy se tienen que medir con el INE antes de hacer fechorías electorales y antidemocráticas.

 

Hace muy poco se llevó a cabo el recuento de voto por voto en el caso de las elecciones de junio pasado en Campeche, el resultado pudo garantizar que la ganadora fue la señora Layda Sansores, quien ya gobierna a la entidad y hasta pide que se suspenda el uso de cubre bocas en plena pandemia porque no es tan necesario. (Y esto es harina de otro costal); lo mismo se desconoció a candidatos ilegales como ocurrió en Guerrero y en Michoacán…

 

Así que el INE es factor determinante para garantizar los procesos electorales, para garantizar que se lleven a cabo dentro de las reglas establecidas en la Constitución mexicana y que quienes se salgan del huacal se sometan a los procedimientos establecidos en ley para evitar sus abusos. Los mexicanos, en mayoría, tienen confianza en el INE, se lo ha ganado a pulso.

 

Pero ni así. De tres años a la fecha ha sido un Instituto al que desde la campaña presidencial se acusaba de innecesario y oneroso. Esto a pesar de que fue este mismo Instituto el que dio a conocer la noche del primero de julio de 2018 el triunfo de la mayoría de votos para la alianza “Juntos haremos historia” encabezada por el partido Morena y que ahora gobierna.

 

En adelante las descalificaciones. Las acusaciones. Los acosos. De todo desde 2018 y a partir del 1 de diciembre de ese año aún más enfático desde Palacio Nacional, con frecuencia referidas a consejeros electorales, en particular Lorenzo Córdova y Ciro Murayama; se refiere a los altos sueldos de los Consejeros –los que están marcados por la ley en la materia–, y a lo oneroso de la institución…

 

Por supuesto el impacto de lo dicho desde Palacio Nacional es grande. Sobre todo entre quienes asumen como cierto todo lo que se dice ahí y quienes son seguidores de la presidencia del país. Está bien. Y están en su derecho. Es parte de la democracia que con firmeza ha defendido el INE y que está en nuestra Carta Magna.

 

Pero se ha pasado del dicho al hecho. Ocurrió hace apenas unos días, por ejemplo, cuando el 5 de noviembre el Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, acudió a la Cámara de Diputados para hacer defensa del presupuesto que solicitó el INE para 2022.

 

Los diputados de Morena en turba aprovecharon para lanzar sus dardos al consejero. Le reclamaron lo reiterado por la presidencia del país, por los altos sueldos de consejeros del organismo. “¿Cómo cada uno puede ganar más que el presidente de México?”. Sin asumir que esta línea salarial la marcó la misma Cámara de Diputados.

 

El diputado por el Partido del Trabajo, Gerardo Fernández Noroña protestó porque el INE canceló las candidaturas a gubernaturas de Félix Salgado (Guerrero) y Raúl Morón (Michoacán)

 

“Puedes hablar (Lorenzo Córdova) sin mordaza a diferencia de lo que impones arbitrariamente en el INE (…) Los angelitos cobran 300 mil pesos mensuales tan tranquilamente, cobrando tres veces lo que el compañero presidente y violando flagrantemente la Constitución”, dijo el petista entre carteles que decían “Pueblo pobre, INE rico”.

 

La bancada del Partido Verde se posicionó a favor de una reforma electoral que “beneficie a los mexicanos” en tanto que el priista Marco Amonio Mendoza mencionó que “al INE le falta austeridad”. La cereza ocurrió cuando a unas palmadas de Córdova al diputado Cantón Zetina, éste le espetó ‘que no lo tocara, que no fuera igualado’… ¿Igualado? ¿Quién?

 

Días después se conoce que los mismos diputados de Morena decidieron reducir el presupuesto solicitado por el INE para el año siguiente. El Instituto había solicitado 24,649.5 millones de pesos para 2022. La mayoría de Morena y sus aliados le redujeron 4,913 millones de pesos y quedó una asignación de 19,736.5 millones de pesos.

 

Por supuesto son muchos millones de pesos. Y sí, habría que revisar al detalle en qué se gastarán estar partidas. Sin embargo junto a esta revisión, también conviene revisar con firmeza y sin obcecaciones las razones políticas y de fondo para esta reducción. Importa saber si las instituciones nacionales pagadas por los mexicanos son sujetas de apoyo o descalificación con base a criterios ajenos al sentido institucional: Los mexicanos lo creamos, no un partido ni un hombre sólo.

 

La democracia en México es indispensable. Pero también lo es que una fracción política del país no decida a voluntad caprichosa el camino de la democracia y la vida o desaparición de las instituciones de lo democrático que tanto esfuerzo político, social, colectivo y económico han costado a los mexicanos.

 

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