GESTIÓN PÚBLICA Y PANDEMIA (I)

 

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández

 

México es, por principio, una república representativa, democrática, laica y federal, compuesta por entidades federativas con un cierto margen de autonomía para su gobierno interior. Las entidades federativas -Estados y CDMX- tienen como base de su división territorial y de su organización política los municipios -que en la CDMX se llaman alcaldías-.

 

Los responsables de la administración pública en cada nivel de gobierno son el presidente, los gobernadores y el jefe de gobierno de la CDMX, y los presidentes municipales y alcaldes. 

 

En cada uno de esos niveles de gobierno hay un área responsable de la salubridad general. Pero, por encima de todos ellos, la Constitución creó una figura llamada Consejo de Salubridad General -cuyas disposiciones son obligatorias en todo el país-, y previó también que, en caso de epidemias de carácter grave o invasión de enfermedades exóticas, la Secretaría de Salud tiene la obligación de dictar las medidas indispensables, sancionadas por el presidente de la república; de quien depende -directamente, también- la otra autoridad mencionada, el Consejo de Salubridad General -mismo que ha brillado por su ausencia en estos días-

 

A reserva de un análisis detallado de la actuación en cada nivel de gobierno, como ya hemos visto, la Constitución deposita la responsabilidad principal en materia de salud pública en el presidente de la república. Por lo que es claro que la previsión, planeación, presupuestación, coordinación, gestión, evaluación, control y retroalimentación de las decisiones y políticas públicas para enfrentar esta pandemia corresponden directamente al presidente de la república.

 

El presidente ha redactado y dado a conocer ya un decálogo para enfrentar el coronavirus; decálogo que incluye desde la recomendación de hacer ejercicio y alimentarnos bien hasta observar una vida espiritual, pasando por no ser egoístas ni racistas. Todo lo cual es muy conveniente en nuestra vida diaria, pero no resuelve de manera inmediata y directa el problema sanitario que hasta ahora ya ha causado más de 20 mil muertes, según datos oficiales.

 

Hay también un vocero epidemiológico cuyas cifras al final de cuentas parece que nunca le cuadran y frecuentemente se contradice con lo que dijo antes, como parte de una intensa actividad de comunicación social sobre la lucha contra la pandemia que comparten el presidente y su vocero.

 

Así es que ha sido necesario que, en la práctica, cada gobernador y la jefa de gobierno de la CDMX, así como cada presidente municipal o alcalde, a veces de motu propio y a veces platicando con otros, haya establecido las medidas que consideró más convenientes. Queda claro, pues, según parece, que se trata de una gestión pública cotidiana sin acuerdo, planeación ni coordinación nacionales. 

 

Es un tema apasionante de gestión pública sobre el que todos debemos seguir explorando. Por lo menos para saber a quién avisarle si es que nos sacamos el tigre de la rifa.

 

Ciudad de México, 18 de junio de 2020.

 

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.

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