Etiopia: De una guerra étnica a un conflicto regional

El repentino inicio de la guerra en Tigray, una provincia con antecedentes separatistas en el norte de Etiopia, tuvo su origen en una serie de hechos que comenzaron a precipitarse a partir de que el pasado dos de noviembre se conoció que al menos 53 integrantes de la etnia Amhara, aunque otras fuentes hablan de 200, la más numerosa del país después de los oromo, habían sido asesinados, en Oromia, al oeste de Etiopía, durante el fin de semana anterior, después saquear las propiedades, quemarlas y robar el ganado.

El ataque contra las tres aldeas amhara de la zona de West Welega, fue una acción del Ejército de Liberación de Oromo (OLA), una organización escindida del Frente de Liberación de Oromo(OLF), un partido político separatista, fundado en 1964 y que a partir de 1967 en muchas oportunidades fue declarado ilegal. En 2018, el actual Primer Ministro etíope, Abiy Ahmed, en su plan de pacificar el país, lo legalizó.

El ataque de comienzos de noviembre fue parte de una escalada de violencia que se venían produciendo el país, que incluyó robos a bancos, secuestros extorsivos y el asesinato del popular cantante de la etnia oromo, Hachalu Hundessa, el pasado 29 de junio en Addis Abeba, capital del país. (Ver: Etiopia, la resonancia de una voz silenciada), que provocó numerosas marchas de repudio. En septiembre y octubre, se produjeron ataques que provocaron la muerte de miembros de la comunidad Amhara en el estado de Benishangul-Gumuz, vecino a Oromia, en la región del Nilo Azul.

Este conato de guerra civil sorprende a Etiopía, con una población de casi 110 millones de habitantes, que además de la pandemia, está padeciendo inundaciones históricas, que han producido el desplazamiento de poblaciones enteras, a lo que se le suma la proliferación de mangas de langostas provenientes del desierto que han devastado grandes áreas de cultivos, a lo que se le suma la inestabilidad política ya que en septiembre pasado, en la región de Tigray, la zona con pretensiones separatistas, se realizaron elecciones parlamentarias a pesar de que el gobierno central las había calificado de “inconstitucionales”. A todas estas cuestiones que comenzaban a jaquear al gobierno de Abiy, se encuentra en una sería controversia con Egipto por la “Gran Presa del Renacimiento de Etiopía” (ERGE) sobre el Nilo Azul, ya en el proceso de llenado y su puesta en funcionamiento, amenazar seriamente el curso del Nilo, con el consiguiente deterioro de la ya muy comprometida economía egipcia, por lo que la actual situación de Tigray, daría a preguntarse ¿en cuánto podría estar influenciada y financiada por la inteligencia del general Abdul Fatah al-Sisi, que ya ha expresado su disgusto por la obra? (Ver: Egipto-Etiopia: Las aguas bajan turbias).

El día cuatro de este mes el Primer Ministro, Premio Nobel de la Paz 2019, ordenó al ejército se desplegará en Tigray para poner coto al gobierno regional, dominado por la etnia Tigray, que representa el 6 por ciento del total de la población etíope y el 96 del total de la provincia, unos casi 5 millones de personas, ocupó durante décadas los más importantes lugares en el gobierno y la seguridad del país, situación que fue revertida desde la asunción del Primer Ministro Ahmed Abiy en 2018. El gobierno regional encabezado por Debretsion Gebremichael, acusado de realizar una campaña de meses contra el gobierno central, al tiempo que Abiy, responsabilizó a los rebeldes del ataque contra una base militar, en el que se provocaron varios muertos entre sus efectivos.

El Primer Ministro tras declarar el “estado de emergencia” por seis meses en la provincia rebelde, dado que: “las actividades ilegales y violentas, están amenazando la soberanía del país”. Mientras que las autoridades regionales han denunciado públicamente: “Que el gobierno federal, con el despliegue de tropas en Tigray pretende intimidar a su población y someterlo por la fuerza”. Por lo que Gebremichael, advirtió que se podría producir un baño de sangre y responsabilizó a las autoridades de Adís Abeba como de Asmara (Eritrea) donde los Tigray son mayoría con dos millones veinte personas, de haberse preparado para una guerra contra Tigray.

Previo el envió de tropas por parte del gobierno central, fueron cortadas las líneas telefónicas e Internet en toda la región de Tigray, al tiempo que Tigray TV anunciaba que es espacio aéreo había sido cerrado y que el comando norte del ejército etíope se había pasado al gobierno de Tigray. Desde el despacho del Primer Ministro se informó que el comando referido, seguía leal al gobierno nacional.

Fronteras

Tras la aprobación por parte del Parlamento nacional, el día siete, de un plan, para destituir el gobierno regional de Tigray, desató las manos del Primer Ministro Abey para la intervención no solo política sino también militar en la provincia, donde ya operaban tropas federales desde el día cuatro. El ejército etíope, uno de los mejor entrenados del continente con cerca de 140 mil hombres, fogueado en los enfrentamientos contra la organización terrorista Somalia al-Shabbab y antiguas guerras fronterizas, podría llegar a resolver la cuestión de manera rápida, aunque muy sangrienta.

Se conoció que Addis Abeba habían bombardeado posiciones de los rebeldes, cercanas a la ciudad de Mekele, la capital provincial, logrando destruir las plataformas de lanzacohetes con un alcance de hasta 300 kilómetros, al tiempo que los aeropuertos de Gondar y Bahir, también sufrieron ataques lanzados el viernes en la noche que provocaron algunos daños no muy significativos. Por su parte, el pasado día catorce, cohetería rebelde alcanzó a golpear la ciudad de Asmara, la capital de Eritrea, según declaraciones posteriores de Gebremichael, el líder de los rebeldes, el ataque contra Asmara, se produjo en represalias porque desde el aeropuerto de esa ciudad están despegando aviones etíopes para atacar Tigray, que además denunció que regulares eritreos, están participando en combates terrestres. Más allá de las fuentes tigreyas, se desconocen la efectividad de los ataque y detalles acerca de muertes o daños

Según ACNUR, tras las primeras acciones bélicas, unos 35 mil desplazados llegaron a Sudán, mientras se calcula que se continuar las acciones la cifra podría trepar rápidamente a 200 mil.

El domingo 15 de noviembre, en la zona administrativa de Metekel, donde a finales de septiembre pasado habían sido asesinados 15 civiles, en el marco de las elecciones regionales, se informó que al menos otras 34 personas, que se trasladaban en un autobús fueros asesinadas por un grupo no identificado en la región de Benishangul-Gumuz.

El lunes fue confirmada por Amnistía Internacional la matanza en la localidad de Mai-Kadra, donde habían sido asesinados a machetazos cerca de quinientos miembros de la etnia amhara.

Tanto Naciones Unidas, como varios países africanos y occidentales han llamado a detener la escalada, que más allá de los daños, podría generar una importante crisis humanitaria.

Aunque las tropas de Addis Abeba están decididas a derrotar a los separatistas. Desde el gobierno central, se anuncia que será una “operación de corta duración”,

ONU advierte que la cuestión de no detenerse podría derivar a un conflicto regional, abarcando naciones vecinas, ya que toda esa región es una de las más conflictivas del mundo surcada por diferentes guerras como la de Sudán, del Sur, la inestabilidad en los campos de refugiados de Sudán, donde en las últimos semanas una vez más se produjeron ataques contra los desplazados que allí se han establecidos, la constante guerra contra los muyahidines de al-Shabbab y la guerra de Yemen, que está lejos de resolverse Sudán. Por su parte los Estados Unidos, en medio de la escandalosa situación post electoral, solo emitió una tibia declaración llamando a las partes a detener la crisis.

Todas las presunciones en un conflicto de estas características son siempre, son siempre apresuradas, aunque algo si se puede asegura, cualquiera sea la resolución de este conflicto, más temprano que tarde se volverá a repetir.

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