ESA CUESTIÓN DEL MÉTODO

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández

 

Como podemos constatar la mayor parte si no es que la totalidad de los mexicanos mayores de edad que sabemos leer y escribir, sea que estemos interesados o no en la sucesión presidencial adelantada que necesariamente presenciamos; ya que de todos modos nos enteramos de ésta pues es suficiente tener un teléfono celular, una televisión, una computadora con internet, leer de vez en cuando un periódico o circular por las calles o por las carreteras donde hay bardas pintadas por todos lados con los nombres de las “corcholatas” designadas como tales por el presidente de la república -quienes además ya circulan por todo el país para que las gentes que nos les conocen les conozcan-. 

 

Por dichas razones nos damos cuenta de que ese asunto de escoger candidato presidencial en uno y otro bando cada día se vuelve más complicado y difícil hacer creer a la gente de que es muy democrático -por si a alguien le interesa que lo sea-, puesto que se juntan para enmarañarlo, empantanarlo o desconfigurarlo, además de la libertad de prensa, los adelantos tecnológicos, la función de intermediación política de los partidos políticos, la ambición de los aspirantes y de sus simpatizantes -sean de uno o de otro lado, gobierno u oposición-, la abundancia o la falta de dinero, la buena intención de los dirigentes partidistas de mantenerse como tales y todos los demás factores que usted guste y mande o se le puedan ocurrir -por ejemplo, el cambio climático y este calor que ha hecho en estos días, imputable desde luego al presidente en funciones, según sus detractores-. Aunque, para fortuna de los competidores, las autoridades electorales y las disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias que regulan esta cuestión se hayan vuelto completamente elásticas para justificar todo lo que pueda pasar, para dejarlo pasar como si nada hubiera pasado. 

 

Solamente que hay gente que sí se da cuenta de que esta farsa, aunque sea una farsa debidamente avalada por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral y por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, parece que cada día se complica más, insisto, sobre todo por lo que también podemos empezar a ver ahora en el campo de los partidos de oposición -que desde luego no se oponen a la sucesión adelantada y ya dieron sus primeros pasos en el mismo sentido para escoger a su abanderado o abanderada-.

 

Como ya lo he escrito antes en estas páginas digitales, en nuestro país, México, siempre ha habido elecciones y casi siempre han sido de a mentiritas; pues el gobierno, a través de su partido, postulaba candidatos a las elecciones que previamente había organizado, contaba los votos, declaraba ganador y sabiamente resolvía las controversias electorales. Por su parte, la democracia al interior de los partidos políticos nacionales y locales pues simplemente nunca ha existido, salvo algunas contadas excepciones que solo han servido para dividir a los partidos y que sus dirigentes se peleen entre sí. A pesar de que no había democracia todo esto venía muy bien para los ganadores que habitualmente ganaban todo, hasta que hubo una autoridad electoral que poco a poco se fue volviendo autónoma, independiente e imparcial. Pero va usted a ver lo que pasó y lo que está pasando.

 

Resulta que cuando el actual presidente de la república estaba en la oposición y después de haber sido jefe de Gobierno del Distrito Federal -hoy Ciudad de México- perdía una campaña presidencial tras otra -derrotas que desde luego nunca reconoció, por lo que inmediatamente acusaba de fraude a los ganadores y, como en este país las elecciones normalmente han sido de a mentiritas como ya dije, pues la gente le creyó con gran facilidad de que siempre ganaba lo que siempre perdía-, tuvo el cuidado de ir impulsando una serie de reformas electorales para regular con la mayor precisión posible, entre otras cosas, este asunto de las precampañas y campañas electorales. Así fue entonces que por los actos adelantados de precampaña y de campaña que sin duda hubo -empezando por los de él mismo que siempre anduvo y anda en campaña-, desde luego que se estableció que serían motivo suficiente para impedir o anular el registro de los candidatos que incurrieran en tales actos anticipados (imagine usted nada más que le anulen por actos anticipados de campaña su registro a las o los candidatos de los dos principales bandos en pugna).

 

Pero, a pesar de esos antecedentes de tanta exigencia exigida antes -pero antes- por nuestro presidente en funciones, sucede que ahora cuando se trata de su propia sucesión presidencial el presidente de la república adelantó el proceso sucesorio con mucha anticipación, demasiada -tanta, que a lo mejor ya hasta se arrepintió-; obviamente, fuera de lo que disponen la Constitución y las leyes electorales aplicables al caso. Pero como en este país el presidencialismo tiene como característica ser autoritario -según lo he descrito y analizado en mis libros-, sucede entonces que la Constitución y la ley se vuelven elásticas para que la voluntad del señor presidente pueda ser cumplida sin objeciones -salvo las de unos cuantos académicos y periodistas y opositores (aquí puede usted agregar todos los adjetivos que utiliza el presidente para calificar y descalificar a quienes no coinciden con él) que piensan que la Constitución y la ley deben cumplirse también en este asunto (o completar lo que le haga falta).

 

Como sucede que con su sucesión adelantada el presidente tomó ventaja sobre los partidos de oposición -además de que sin duda alguna es un líder político formidable y todavía mucha gente le cree-, pues entonces ocurrió que éstos se pusieron las pilas e hicieron una serie de cosas que podemos resumir de manera breve. Primero, trataron de unirse todos los opositores -o los que se pudo- para proponer una oferta electoral que los distinguiera claramente del gobierno en funciones y casi lo logran, pues acordaron que cualquiera que fuese el candidato presidencial opositor tendría que comprometerse a formar un gobierno de coalición con un programa de gobierno previamente pactado entre ellos. Como este asunto es bastante difícil de entender y explicar, me veo en la necesidad de dedicar un párrafo más al gobierno actual, antes de continuar con las cosas que andan haciendo los opositores en estos días.

 

El presidente y su partido y sus “corcholatas” juran y perjuran que van a continuar la “Cuarta Transformación de la República” -cualquiera cosa que ellos o usted entiendan por 4T- o, dicho de otra forma, que para que la 4T continúe es necesario que ellos ganen. Para asegurar esa continuidad transformadora, el presidente ideó una tómbola política en la que todas las “corcholatas” ganan -pues todos aseguran un importante cargo político o de gobierno, aunque pierdan, siempre que no impugnen la encuesta -no una elección interna o primaria, nada de esto- mediante la cual se decidirá el triunfo de quien diga el presidente; con lo cual, además, se asegura la unidad al interior del partido y la coalición de partidos gobernante.

 

La segunda cosa que hicieron tres de los partidos opositores -Partido Acción Nacional, Partido Revolucionario Institucional y Partido de la Revolución Democrática-, no obstante que ya venían tan bien con eso del gobierno de coalición y su programa de gobierno común, fue que se pusieron a competir con el presidente y su partido en eso de violar la Constitución y la ley -fraude a la ley, le dicen los abogados-; de tal forma que, por su parte, aunque por menos tiempo, también adelantaron los tiempos de la precampaña y de campaña (además de que cuidadosamente se olvidaron ya de la monserga esa del gobierno de coalición y el programa de gobierno común, para que nuestro presidencialismo autoritario siga igual). Desde luego que lo mismo que el presidente y su coalición partidista no le llaman precampaña. Unos -en el gobierno y su partido- dicen que mediante una flamante encuesta acompañada de encuestas espejo habrán de encontrar, nunca elegir, al “coordinador” encargado nada menos y nada más que de continuar la 4T (Cuarta Transformación). Así es que ahora los otros, los de la oposición, salieron con que mediante un método al que en seguida me referiré, van a encontrar al abanderado de un frente político. En ambos casos se trata, desde luego, de seleccionar y elegir a quien será su candidato presidencial -pero con otros nombres para que no digan que unos y otros violan la ley-. 

 

Nada más, fíjese usted, que el Instituto Nacional Electoral ya fue consultado al respecto, además de que ha habido algunas impugnaciones y medidas cautelares resueltas, por lo que oficialmente ya se sabe que NO se trata de actos anticipados de precampaña ni de campaña -ni lo mande Dios-; pero el INE de manera prudente y oportuna ha recomendado a los partidos encuestadores que no violen la ley. Ahora hay dos elefantes a la mitad de la plaza de la Constitución en la Ciudad de México -justo junto a donde ondea la bandera nacional- que ni el Instituto Nacional Electoral ni el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación alcanzan a ver.

 

Por nuestra parte, veamos primero el método de la encuesta decidido por el presidente de la república para destapar a su “corcholata” favorita. Para empezar, todas las “corcholatas” están recorriendo el país como ya dije. Pero no vaya usted a creer que es una campaña electoral para conseguir votos para ser candidato de MORENA a la presidencia de la república, menos aún que se trate de una campaña anticipada para posicionar a MORENA con vistas a la elección presidencial de 2024, eso nunca. Después vendrá una encuesta, aunque las “corcholatas” podrán sugerir empresas encuestadoras y, además, habrá encuestas espejo. Con respecto al dinero, MORENA, de sus prerrogativas o dinero que le da el INE -es decir, usted y yo como causantes cautivos- le va a dar o ya le dio -solo Dios sabe- cinco millones de pesos a cada “corcholata” para su recorrido, reuniones, bardas, gorras y todo eso que se estila para estos casos -uno ya dijo que no los necesita, que con sus ahorros es suficiente; en tanto que otro dice que no hay equidad en los recursos que cada uno consigue (un inconforme de esos que nunca faltan, pues hay una “corcholata” que organiza mítines multitudinarios que cuestan mucho dinero y tiene el mayor número de bardas pintadas por todos lados y las más grandotas)-. Finalmente, la encuesta que contratará el partido, es decir, el presidente, señalará quién resultó ganador y será su candidato presidencial. Desde luego que todos los demás sacan reintegro, como en la lotería. Así es que todo indica que todos van a quedar muy contentos.

 

Veamos ahora el método de los opositores para escoger a su candidato presidencial, perdón, para escoger al abanderado del frente político que conforme a la ley -Ley General de Partidos Políticos, artículo 86- dicen que van a formar o ya formaron. Primero, se pueden inscribir todos los aspirantes que quieran, pero para que los tomen en serio tienen que juntar 250 mil firmas con las cuales -y supongo que a lo mejor también con los padrones de afiliados a los tres partidos- se formará un padrón electoral de la gente que vote a favor del que quieran que sea candidato presidencial de la coalición opositora, perdón, abanderado del frente político que van a formar o ya formaron -registrado en el INE- los partidos opositores.

 

Después harán recorridos por todo el país que, igual que el de las “corcholatas”, NO son actos anticipados de campaña ni nada que se le parezca ni tienen nada que ver con el proceso electoral para elegir en 2024 presidente de la república, ni de lejos. Habrá una o varias encuestas para ver quiénes son los tres más conocidos, que serán los que aparecerán en la boleta donde la gente empadronada como ya dije votará ahora sí por el candidato presidencial opositor, porque supongo que para entonces ya los plazos fijados por la ley para este tipo de cosas estarán siendo cumplidos y lo permitan sin necesidad de engañar al INE y al TEPJF -aunque con una cola larga de actos anticipados de precampaña y campaña-. Parece que van a sacar un promedio entre el número de firmas y el número de votos para decidir quién gana. También parece que va a haber varios debates entre los tres que ganen -aunque todavía no esté claro cómo es que van a ganar los que ganen en esta etapa ni en la siguiente-.

 

Pero como las reglas no están claras ni completas, una de las aspirantes a registrarse como precandidata ya formuló cincuenta preguntas -muy pertinentes y necesarias de responder antes de que todo inicie (que desde luego nadie le ha contestado ni le va a contestar)- sobre las reglas del juego a jugar. Además, los partidos opositores coaligados habían invitado a una serie de personas conocedoras de estas reglas en los procesos electorales de a deveras -supuestamente vinculados a los diferentes partidos-, nada más que por alguna razón que no les gustó  estas gentes salieron respondonas o malagradecidas y dicen que mejor no le entran (haga de cuenta que a usted le invitan a una fiesta donde le dicen que van a tocar “Los Ángeles Azules” y cuando llega se da cuenta que va a tocar la “Sonora Santanera”, así es que usted decide si se queda o se va). Por lo que los partidos coaligados tendrán que llamar a otros amigos suyos expertos electorales que los ayuden a sacar el toro de la barranca.

 

Como ha quedado expuesto en artículos anteriores, he sido un observador participante -como el chinito, nada más “milando”, pues no se puede más- en algunas de esas reuniones tanto de los partidos como de las organizaciones no gubernamentales que andan con ellos o a pesar de ellos. Además de que, como observador, profesor, investigador o como usted quiera calificarme -o descalificarme-, estoy atento a los personajes de la vida pública; así es que en mi próximo artículo con gusto daré a conocer mayores detalles sobre las dificultades de esta cuestión del método e intentaré una evaluación -por decirlo de manera pomposa- sobre la idoneidad de los que ya empiezan a apuntarse -porque hay algunos que al final de cuentas no llegaron y otros que ya hasta quieren irse o ya se fueron-.

 

Ciudad de Oaxaca, 3 de julio de 2023.

EDUARDO DE JESÚS CASTELLANOS HERNÁNDEZ.

Profesor e Investigador. Doctor en Estudios Políticos (Francia) y doctor en Derecho (México). Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas (España) y en Regímenes Políticos Comparados (EUA). Autor de libros de Derecho Público, Privado y Social; Administración Pública y Ciencia Política; Derecho Electoral y Derecho Procesal Electoral; sus libros se encuentran en bibliotecas, librerías, en Amazon y en Mercado Libre. Las recopilaciones de sus artículos semanales anuales están publicadas y a la venta en Amazon; la compilación más reciente aparece bajo el título PURO CHORO MAREADOR. México en tiempos de la 4T” (solo disponible en Amazon).

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