EL FENÓMENO XÓCHITL GÁLVEZ

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández

 

A Porfirio Muñoz Ledo,

político profesional excepcional

 

Quienes en esta sociedad mexicana estructural y tradicionalmente racista y clasista hemos sido discriminados y excluidos por nuestras raíces, rasgos indígenas y situación económica frágil, no podemos menos que ver con muy buenos ojos que una persona de evidentes raíces, cultura, familia y autoadscripción indígenas busque la candidatura presidencial; aunque lo haga en este proceso sucesorio adelantado -claramente inconstitucional e ilegal por voluntad presidencial-; toda vez que las circunstancias no le dejan alternativa viable -aunque si pierde la candidatura presidencial regrese a buscar la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, como ya lo ha dicho, pues lo adelantado del proceso para eso (que no se debe llamar elección para que nadie se dé cuenta del fraude a la ley) de los candidatos presidenciales se lo permitiría-. 

 

Sucede que una persona, de conformidad con lo que dice el artículo segundo constitucional -conciencia de su identidad indígena- se autoadscribe como indígena por convicción, y no solo por su vestimenta como lo hacen otras personas sin llegar a la defensa y reivindicación de sus raíces originarias, como lo hace ella. 

 

Esa persona, Xóchitl Gálvez, busca ahora la candidatura a la presidencia de la república del frente opositor al gobierno en funciones y, con la mayor convicción y desparpajo le exige y asegura al actual presidente de la república, después de calificarlo -o descalificarlo, a voz en cuello- de ser un macho más, que la respete pues será él quien le entregará a ella la banda presidencial. Descubrir a una mujer indígena mexicana con mentalidad de ganadora, en un país donde las mujeres como ella han sido discriminadas por ser mujeres, por ser indígenas y por ser perdedoras, sin duda que es algo verdaderamente excepcional. Sobre todo, si se tiene en cuenta sus sólidos éxito empresarial, formación profesional, y reconocimiento internacional de liderazgo.

 

Desde luego que la jauría de caricaturistas y periodistas a sueldo dedicados a ensalzar a la Cuarta Transformación de la República (4T) -cualquier cosa que esto signifique-, a la coalición partidista que sostiene dicha versión y a su líder mesiánico, de inmediato se lanzó a inventar cosas y a calumniar a la senadora Xóchitl Gálvez en cuanto irrumpió en el escenario político dominado hasta entonces por una sola voz todas las mañanas -y por las “corcholatas” designadas por el mismo destapador-. De hecho, se trata de toda una explosión de la imagen mediática, creíble, movilizadora, fresca, atrayente, de una mujer política que en algunos aspectos se sale de los márgenes habituales de la política tradicional. Pero que además lo hace con ingenio, ironía, burla, sarcasmo sin necesidad de faltar a la verdad; como desesperadamente lo hace ahora el coordinador de campaña de sus “corcholatas” cuando se refiere a ella.

 

Puesto que no fueron solo los columnistas y caricaturistas a sueldo quienes se lanzaron en contra de la senadora Xóchitl Gálvez, fue el mismo presidente de la república quien sin el menor recato, como habitualmente lo hace con todos sus adversarios, se dedicó a mentir y a calumniarla respecto a su legitimidad ciudadana para aspirar a un cargo público. Solamente que esta vez no tuvo que ir muy lejos por la respuesta. Desde luego que no es la primera vez que una persona le responde en tales términos, pero sí es la primera vez que toda la nación la escucha cuando levanta tal revuelo que se convertirá necesariamente en votos. Por lo mismo le han recomendado a la senadora que ya no circule en bicicleta, no sea que por mera casualidad la vaya a atropellar un carro. 

 

El resultado de la irrupción en bicicleta de la señora, indígena, ingeniera, empresaria y senadora Gálvez fue que todas las fichas se movieron en el tablero político del oficialismo, pero también en el de los partidos de oposición; tanto los que ya se presentan coaligados -PRI, PAN y PRD- como el que hasta ahora se ha mantenido al margen de esa coalición, el partido Movimiento Ciudadano. Puesto que abiertamente los dirigentes nacionales de este partido político han disentido mutuamente respecto a la actitud a observar y mantener frente a la precandidata que irrumpió de golpe en el escenario.

 

Por lo pronto, todo lo que el presidente, sus “corcholatas” y su jauría digan en contra de la senadora Xóchitl Gálvez se viene abajo de inmediato, puesto que ha quedado debidamente probado y aceptado por la misma emisaria de la invitación que formuló el hoy presidente de la república -tal vez en ese momento candidato o aspirante a candidato presidencial-, a través de su hijo Andrés López Beltrán y la propia hoy “corcholata” favorita (del presidente), la doctora Claudia Sheinbaum, a la entonces ciudadana Xóchitl Gálvez, para que ésta se integrara a su grupo político mediante el ofrecimiento de una candidatura senatorial o, incluso, de formar parte del eventual gabinete presidencial.

 

Ese tipo de invitaciones y negociaciones las recibieron otras personas que ocuparon u ocupan diferentes cargos, sin ser admiradores fervientes ni de AMLO ni de la supuesta Cuarta Transformación (4T), pero cuya integración al equipo político traería beneficios electorales al candidato, aunque dichas personas fuesen desechables o desechadas más tarde. Sin duda fue el caso del primer secretario de Hacienda y Crédito Público del actual gobierno -que ya lleva tres titulares de este ramo-, Carlos M. Urzúa, quien con congruencia recuperada ahora se ha convertido en un crítico académico y periodístico de las políticas públicas del gobierno actual.

 

Pero es el caso también del senador Germán Martínez Cáceres, quien brevemente ocupó la dirección del Instituto Mexicano del Seguro Social, pero tuvo el buen cuidado de prever su salida ocupando al mismo tiempo una senaduría en la que sabiamente solicitó licencia para regresar cuando fue necesario o conveniente, pero desde la cual, ahora que también ha recuperado su congruencia, lanza sus críticas al gobierno y al presidente a los que antes sirvió. 

 

Es el mismo caso de la senadora Lily Téllez, quien fue postulada por la coalición partidista gobernante a la que ahora ataca de manera vehemente y enfática -aunque con toda objetividad y realismo haya declinado ya la búsqueda de la candidatura presidencial del frente opositor-. Algo parecido sucedió con el senador independiente Emilio Álvarez Icaza, quien ahora es crítico y detractor de quienes en su momento lo ayudaron a llegar al Senado. Todos ellos -incluida una hija de don Manuel J. Clouthier- cargan la culpa de haber contribuido a darle un poco de credibilidad y conseguir votos para el entonces candidato, hoy presidente, y a toda su tribu.

 

Lo que salta a la vista es que la senadora Xóchitl Gálvez es una persona con un fino olfato político que no rompe lanzas más que en el momento oportuno -como ahora lo ha hecho hasta después de que el presidente le cerró las puertas del palacio nacional y le impidió hacer las aclaraciones correspondientes frente a sus calumnias, no obstante que existía un mandato judicial al respecto (el mismo cuento del famoso “desafuero” aquel, usted recordará, refrendado ahora con eso de que “no me vengan con que la ley es la ley”)-. Rompió lanzas nada más para buscar la candidatura a la presidencia de la república y, en el peor de los casos, asegurar su triunfo electoral como candidata a jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Toda una política profesional, como se les dice a quienes saben hacer todo este tipo de maromas -solo esperemos que su conducta posterior la absuelva, pues ya se sabe que no hay nada peor que un político profesional salvo un político no profesional-.

 

En efecto, queda claro que, además de su buena relación y entendimiento con el partido Morena y sus dirigentes y operadores políticos -no se diga con el senador Ricardo Monreal, hasta hace poco líder de la mayoría Morena en el Senado y ahora una de las “corcholatas”, quien en esta nueva etapa se refiere a ella con consideración (todavía o hasta ahora al menos)-, la senadora mantuvo también una buena relación con los dirigentes del partido Movimiento Ciudadano -lo que explica la discusión entre ellos mismos respecto a adoptarla, sea como sea (puesto que frente a un “cómo no” siempre hay un “cómo sí”), como eventual candidata presidencial (pues intervienen otros factores, personales de sus líderes e internos del partido, que muy pronto conoceremos)-.    

 

En estos pocos días, las entrevistas a la senadora Xóchitl Gálvez han sido numerosas. Su experiencia política y empresarial, pero sobre todo su ingenio y su desparpajo la protegen; le permiten caminar con prudencia y conocimiento por un campo minado por todos lados, tanto frente al gobierno y su coalición partidista como al interior de los partidos opositores -aliados o por aliarse, pues de esta alianza dependerá en buena medida el triunfo del o de la candidata presidencial que resulte-.

 

Pero de todas esas entrevistas, algunas o varias de las cuales he tenido el cuidado de escuchar o leer, destaco dos cosas igualmente importantes: una omisión y una afirmación. La omisión es respecto al gobierno de coalición que hasta hace apenas unas semanas los partidos opositores coaligados -PRI, PAN y PRD- enarbolaban con tanto orgullo como la perla de su oferta electoral. Hasta el momento de escribir estas líneas la senadora Xóchitl Gálvez no se ha pronunciado al respecto, ni de lejos lo ha mencionado -lo cual se explica por la resistencia del partido Movimiento Ciudadano-. Esperemos que lo haga en cuanto le sea posible, pues de lo contrario solo se sumará a los que de uno y otro lado ofrecen más de lo mismo.

 

Pero, por fortuna, una afirmación en la entrevista concedida por la senadora Xóchitl Gálvez al diario “El Universal” (6 de agosto de 2023) permite conservar un poco -pero no mucho- de optimismo respecto a eso del gobierno de coalición y su programa de gobierno. Como es ya sabido, el mejor economista y funcionario hacendario del país -además de operador económico internacional entre los países ricos del mundo-, José Ángel Gurría, desistió ya de buscar la precandidatura presidencial. En buena hora le ofrecieron dirigir la preparación del programa económico, que no de gobierno de coalición -que es otra cosa-. Al respecto, la senadora Gálvez dijo: “Yo tendría que sentarme con él, pero sí creo, ya una vez encabezando este Frente, si yo fuera la elegida, para mí sí tendría yo que hacer un replanteamiento, primero con una agenda ambiental muy agresiva, con una agenda de reducción de desigualdad muy agresiva”. Es alentador escuchar esa visión prospectiva, propia de una mujer de Estado y de gobierno, en la voz de una mujer indígena que todavía circula en bicicleta y puede llegar a ser presidenta de la república.

 

El asunto no es menor, pues como lo he señalado antes en estas páginas digitales eso del gobierno de coalición se trata nada menos y nada más que de un cambio de régimen político -y no solo de un eslogan publicitario o de una nueva alternancia partidista y burocrática, como la Cuarta Transformación (4T)-. De nada sirve que gane una coalición opositora -aunque fuese Xóchitl Gálvez o Santiago Creel o José Ángel Gurría el siguiente presidente o presidenta (o dos de ellos estuvieran en el gabinete en puestos clave)-, si al final de cuentas se mantiene el presidencialismo autoritario sin control, ni de las cámaras ni del Poder Judicial Federal y con organismos constitucionales autónomos de a mentiritas como son ahora -a empezar por el Instituto Nacional Electoral, donde no se han dado cuenta, ni se darán (pues para eso “ganaron” la actual presidenta y tres nuevos consejeros el proceso de selección, evaluación y elección respectivo en la Cámara de Diputados), de que hay actos anticipados de precampaña y campaña de los dos lados-.

 

Mal andamos en México en esta nueva etapa política que avanza dando tantos brincos, cuando el principal brinco es la violación al Estado de derecho y la simulación democrática fuera de la Constitución y de la ley -ni de lejos es justificación suficiente la voluntad presidencial, reitero-. Menos mal que la dirección del gobierno que venga pueda quedar en manos de un gobierno colegiado liderado por esos tres personajes que tanto pueden aportar al país -y de los que éste tanto necesita-, pero en un gobierno de coalición -pues colegiación o triunvirato es muy distinto que gobierno de coalición-.

 

Ciudad de México, 10 de julio de 2023.

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.

Profesor e Investigador. Doctor en Estudios Políticos (Francia) y doctor en Derecho (México). Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas (España) y en Regímenes Políticos Comparados (EUA). Autor de libros de Derecho Público, Privado y Social; Administración Pública y Ciencia Política; Derecho Electoral y Derecho Procesal Electoral; sus libros se encuentran en bibliotecas, librerías, en Amazon y en Mercado Libre. Las recopilaciones de sus artículos semanales anuales están publicadas y a la venta en Amazon; la compilación más reciente aparece bajo el título PURO CHORO MAREADOR. México en tiempos de la 4T” (solo disponible en Amazon).

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