DE CÓMO CONSEGUIR VOTOS Y OCULTAR SUS RESULTADOS

 

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández

 

En la jornada electoral del domingo pasado hubo muchos triunfadores y ningún perdedor, a juzgar por las declaraciones de sus principales protagonistas inmediatamente después de haber cerrado las casillas; el presidente, por ejemplo, declaró estar “feliz, feliz, feliz”. Sin embargo, en una competencia democrática se supone que unos ganan y otros pierden. Pero los que ganan no pueden ganar todo y los que pierden tampoco pierden para siempre. Algunos, incluso, perdiendo ganan y otros ganando pierden, puesto que todo depende del cristal con que se mire. Estas afirmaciones muchas veces escuchadas, son solamente con respecto a los resultados electorales. Pero, parece que en las elecciones del domingo 6 de junio todos perdieron y todos ganaron algo. Vamos a ver cómo fue que pasó esto.

 

Además de los resultados electorales, un proceso electoral tiene muchos otros aspectos que no pueden ser advertidos a primera vista. Más aún, la forma como se obtienen esos resultados, o se ocultan, muchas veces tampoco es fácil de advertir o hay quienes no quieren verla. Por esto es que los resultados electorales tienen que ser analizados en sus orígenes, detalles y contexto. Los números absolutos y relativos señalan al ganador o ganadores de la contienda, pero es una competencia que involucra a muchos intervinientes más, que muchas veces uno ni imagina. Así es que vayamos tratando de descubrirlos a partir de los resultados del domingo pasado, aun cuando la información sea incompleta.

 

En efecto, hoy miércoles, cuando empiezo a escribir estas líneas, es el día de los cómputos distritales, pero éstos tardan y todavía faltan los cómputos locales y los de circunscripción plurinominal. Además, como varios o muchos resultados, quién sabe cuántos, serán impugnados por los perdedores, falta también conocer las sentencias de los tribunales locales y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, las cuales van a llevar todavía más tiempo. Hasta entonces habrá resultados definitivos completos e inapelables. Pero, para efecto del análisis que me propongo, me parece que con los datos disponibles al menos se puede proponer su desglose y tratar de sacar algunas primeras conclusiones útiles para lo que sigue, las siguientes elecciones.

 

Por ejemplo, en la elección de diputados federales, la más festinada por unos y comentada por otros, la coalición electoral encabezada por el partido gobernante retuvo la mayoría absoluta, la de la mitad más uno, de los integrantes de la Cámara; mayoría necesaria para aprobar leyes y decretos, como el decreto del presupuesto de egresos o de la cuenta pública sobre el ejercicio del gasto público. Pero perdió la mayoría calificada de dos tercios, necesaria para reformar la Constitución y designar a diversos altos funcionarios; mayoría calificada que con facilidad había construido mediante procedimientos que no es mi propósito describir ni evaluar ahora. Aquí hay un ejemplo de una coalición electoral que ganando pierde.

 

Con respecto a esta elección, para conocer la fuerza política real de los partidos y su contribución al triunfo de sus candidatos, habrá que analizar la votación obtenida no sólo por coalición sino por partido. Pero, también, el porcentaje de votos alcanzado por cada partido político. Aunque, desde luego, se puede observar la fuerza política dominante en cada coalición, Morena en una y el PAN en otra. El desglose de los resultados de esta elección de diputados federales es muy importante, pues no olvidemos que el año próximo volveremos a votar, pero entonces sobre la ratificación o revocación del mandato presidencial y también sobre si enjuician a los expresidentes. Por lo tanto, habrá que ver en cuántas entidades ganó en 2018 la coalición ahora gobernante y en cuántas de las que ganó entonces perdió ahora.

 

También se pueden comparar totales, 30 millones en 2018, y 16 millones en 2021 para la coalición que ahora gobierna leí en algún lugar. Ciertamente, es mayor el número de votantes en una elección presidencial que en una intermedia, pero se trataba de defender a la coalición electoral del candidato presidencial que ganó hace tres años. Así es que saque usted sus conclusiones después de corroborar el dato dudoso. El siguiente resultado importante es el de las gubernaturas ganadas o perdidas. Morena ganó once de las quince en disputa, el PRI perdió todas las que tenía y competía por retenerlas, el PAN perdió dos y ganó dos compitiendo solo, Movimiento Ciudadano solo ganó Nuevo León y el PVEM ganó San Luis Potosí. Aquí también habrá que ver la división del voto y los porcentajes de cada partido y coalición. Pero, sobre todo, es muy importante ver si los gobernadores entrantes o los gobernadores en funciones tendrán mayoría en el congreso local o habrá gobierno local dividido. Aunque también habrá que esperar si no anulan por ahí alguna elección de gobernador o gobernadora.

 

Si bien es cierto que Morena controlará la mayoría en 19 de los congresos locales del país, también habrá que ver los porcentajes de votación por coalición y partido, pues al igual que en las elecciones de gobernador la distancia entre las alianzas se cerró en la mayor parte de las entidades. No fue, para la coalición gobernante, un día de campo para cosechar otros treinta millones de votos.

 

Otro resultado muy importante es el de la Ciudad de México. La jefa de gobierno, leo, no tendrá mayoría en la Asamblea Legislativa y tampoco en las alcaldías, pues 9 de las 16 serán gobernadas por partidos opositores, aunque en otros periódicos leo que sólo serán 7. Más aún, habrá que analizar qué tan cerrado estuvo el resultado en las alcaldías que ganó, como fue el caso de Xochimilco. La derrota electoral en la Ciudad de México de la coalición gobernante es un indicador de la seria dificultad que tendrá para volver a ganar la jefatura de gobierno y, en la CDMX, la presidencia de la república.

 

Vayamos ahora a las elecciones municipales, cerca de dos mil nuevos ayuntamientos, es decir, casi todos los de elección por el sistema de partidos políticos, si quitamos a los más de 400 municipios que en Oaxaca eligen mediante el sistema de usos y costumbres. La prensa puso la atención en las ciudades capitales, alcaldías, polos económicos y destinos turísticos, pues hubo alternancia en 35 importantes ciudades; también en los triunfos opositores en municipios conurbados a la Ciudad de México, donde Morena le arrebató hace tres años el “corredor azul” al PAN y que ahora pierde.

 

Pero no sólo importa este dato ni el total de votos obtenidos por cada uno o de población gobernada, importa también ver su ubicación territorial en las zonas dominadas por la delincuencia organizada, cuyo impacto en los resultados electorales se manifestó de diferentes formas. Desde la eliminación física de candidatos, la amenaza o secuestros para reducir o anular su promoción del voto, el financiamiento de algunas campañas y la movilización de sus propias bases sociales para ir a votar; estrategia que igualmente pudo haber sido utilizada para apoyar la elección de los gobernadores aprobados por los respectivos dirigentes de esas organizaciones, como ya ha señalado una especialista en esos temas. Lo insólito es que en la mañanera del lunes siguiente el presidente de la república haya felicitado a la delincuencia organizada por “portarse bien”; cuando, por ejemplo, además de lo ya dicho, nada más fueron a lanzar una cabeza humana en alguna casilla.

 

Otra forma de evaluar los resultados electorales por parte de los partidos políticos es si mantienen o pierden el registro. De los partidos de reciente creación dos pierden el registro, RSP y FPM, en tanto que uno al parecer lo mantiene, PES, un partido de bases sociales religiosas aliado a Morena. Los partidos tradicionales que reciben menor votación, como el PRD y el PT, mantuvieron el registro sin problema. Pero fue notorio el fortalecimiento del PVEM y de MC, cada uno de los cuales aumentó diputados y ganó una gubernatura; las negociaciones empezarán con estos ahora “partidos bisagra”, cuyo valor de cambio se incrementa exponencialmente. Aunque el presidente ya empezó a cortejar al PRI.

 

Una forma más de evaluar el contexto de los resultados es el financiamiento de las campañas y su supervisión. Es una necesaria investigación de campo seguramente en curso que poco a poco irá concentrando sus observaciones y resultados. ¿Se compraron votos, quiénes o nadie se atrevió a hacerlo? Las acusaciones fueron mutuas y los videos en redes sociales también mostraron que en todas partes se cuecen habas. Los estudios publicados sobre la campaña de 2018 señalaron un costo por campaña cinco veces superior al financiamiento legal. Muy pronto aparecerán las cifras actualizadas del rebase de topes de campaña no identificado por el INE. Pero todo indica que la diferencia aumentó a favor del financiamiento ilegal. La fiscalización del INE en este campo sirve para muy poco, pero de cualquier forma todos ahora felicitan al INE, como no sea porque en efecto se salvó de la reforma constitucional para desaparecerlo.

 

La polarización del discurso político corrió pareja a la abierta intervención personal del presidente de la república en el debate electoral, de tal suerte que él mismo convirtió esta elección en un plebiscito sobre su gobierno y una solicitud de apoyo de su electorado cautivo para nuevos triunfos; desde luego que no le fue mal. Pero no es menor el hecho de que parte de la propaganda política estuvo basada en la descalificación que entraña las investigaciones penales en contra de personajes políticos, obviamente de los llamados sus adversarios por el mismo titular del ejecutivo federal; investigaciones ocurridas en el momento electoral preciso. Una estrategia utilizada por el anterior presidente de la república, la de la persecución penal de candidatos, que finalmente favoreció al actual presidente y que éste ha sabido aprovechar muy bien. Pero que ahora incluye un acoso permanente a las autoridades electorales y a la prensa libre; el árbitro y los silbantes fueron cuestionados por el principal jugador delantero. Nada más que el electorado de clase media se dio cuenta y así le fue.

 

A partir de estos datos, escribí al inicio, se pueden ir sacando algunas conclusiones. La primera y más notable es la evidente movilización ciudadana y su voto consciente para formar gobiernos divididos y sancionar ineficiencias gubernamentales. En la Ciudad de México el impacto de los accidentes recientes en el Sistema de Transporte Colectivo, Metro, varios y no sólo la tragedia ocurrida en Tláhuac, muestran claramente que el proceso electoral es un mecanismo de control de gestión de la administración pública utilizado por los electores. La utilización política de la pandemia y los errores en su gestión, además del ocultamiento de cifras, tampoco se olvidaron. Ni la errática política económica que ya acabó con fideicomisos y fondos de ahorro para financiar un gasto improductivo o de obras públicas destinadas al fracaso. Poco importa que tanto el presidente de la república como la jefa de gobierno hablen de un complot orquestado por la prensa al servicio de sus adversarios. En cualquier país democrático la prensa es libre y muestra las ineficiencia, errores y corruptelas de quienes gobiernan. A pesar de los ataques cotidianos del presidente a la prensa que no lo apoya, y también ahora de la jefa de gobierno, lo único que sucedió es que en la CDMX y el resto del país funcionó el control de gestión a través del voto.

 

En redes sociales aparecieron videos con votantes mostrando la foto de su voto a favor del partido que se negaba a pagarlo como había ofrecido y haciendo el reclamo correspondiente. Lamentablemente, la pobreza y la pobreza extrema de la mitad de la población nacional permite la compra y manipulación del voto. Pero las clases medias no venden su voto por una despensa o un pago. Lo que también vimos fue que las clases medias urbanas salieron a votar, en la CDMX y en el resto del país. Pero como el “voto verde” volvió a funcionar para lograr triunfos, con detalle habrá que analizar resultados electorales con una lupa territorial y socioeconómica (reviso esta nota el jueves por la mañana y en los diarios ya han desaparecido las cifras electorales y aparecen nuevos temas), para confirmar lo que puede parecer ahora sólo una suposición, la manipulación y compra de votos con la ayuda de agentes externos a los partidos políticos que lo realizan.

 

En este contexto, estamos muy lejos todavía de consolidar la transición mexicana a la democracia. Pero la vigencia del sistema de partidos políticos quedó confirmada como una necesidad, por encima del caudillismo y del populismo -de suyo dadivosos, ineficientes y corruptos-, justamente para desarticularlos. No puede haber democracia sin partidos políticos que compitan y se controlen mutuamente. Pero, también, desde la sociedad civil y la academia tienen que surgir nuevas propuestas de diseño institucional para fortalecer los mecanismos de control democrático del poder político.

 

Ciudad de México, 10 de junio de 2021.

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.

Profesor e Investigador. Doctorado en Estudios Políticos por la Universidad de París (Francia) y doctorado en Derecho por el Instituto Internacional del Derecho y del Estado (México); posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas por la Universidad de Alcalá (España) y posdoctorado en Regímenes Políticos Comparados por la Universidad de Colorado, Campus Colorado Springs (Estados Unidos de América). Tiene la Especialidad en Justicia Electoral por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (México). Autor de libros de derecho público, privado y social.

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