CRÓNICA POLÍTICA: ¡Qué ya llegue el 2021!

 

Rosy RAMALES

Es tal la desesperación entre diversos sectores de la población mexicana, que cada día es más frecuente escuchar con verdadera ansiedad la petición de la pronta llegada del 2021.

Y no solo por ver terminada la pesadilla llamada coronavirus: Encierro, cierre de temporal a definitivo de fuentes de empleo, cargas laborales y fiscales, hambre por falta de dinero, deficiencia e insuficiencia en la atención médica oficial, etc.

Una pesadilla hecha mayúscula por la incapacidad de quienes detentan la administración pública en cualquiera de sus niveles; con sus honrosas excepciones.

También claman la pronta llegada de 2021 porque el año venidero trae consigo otra oportunidad de cambio en las elecciones concurrentes, las más grandes en la historia de México: Renovación de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y de cargos locales en las 32 entidades federativas, entre éstos 15 gubernaturas.

Todas son importantes. Pero sobre todo la elección de diputados federales, donde actualmente radica la fuerza de la llamada “Cuarta Transformación”, pues Morena y aliados (PT, PVEM y el rescoldo pesista) tienen el control de la Cámara Baja.

Y así, no hay equilibrio de Poderes, porque la Cámara de Diputados, al ser controlada por el mismo partido en el Ejecutivo, se ha dedicado a cumplir la voluntad del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, construyendo un andamiaje jurídico en beneficio de un proyecto político-electoral, más no en beneficio general.

Morena y aliados han replicado –y hasta de manera mejorada— la práctica priista, que elevó al presidencialismo al rango de divinidad, de feudos con siervos y lacayos.

Vean nada más las reverencias del líder del grupo parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados Federal y de la Junta de Coordinación Política, Mario Delgado Carrillo. Tampoco se queda atrás el líder en la Cámara de Senadores, Ricardo Monreal Ávila.

Por eso en las elecciones del 2018, Morena y aliados pedían el voto uniforme para elegir Presidente de la República, y diputados y senadores al Congreso de la Unión, para poder controlar todo. Y la voluntad popular se los concedió: Electores de los sectores vulnerables, de clase media y hasta fifís se volcaron en las urnas electorales a favor de la coalición “Juntos Haremos Historia”.

Pero ese triunfo legitimo, contundente, tampoco fue un cheque en blanco. Tan no lo es que empieza a decrecer la aceptación hacia el presidente López Obrador y todo lo que huela a “Cuarta Transformación”, la cual en los hechos no se ha dado.

Empezó a caer antes del coronavirus, pero la pandemia va haciendo un hoyo cuadrado a la Cuarta “T”, sobre todo por la falta de liderazgo para conducir al país en medio de la crisis sanitaria, lo cual a su vez va generando una mayúscula crisis económica.

Y ante el decrecimiento, el Gobierno Federal encabezado por AMLO se ha aferrado a los programas sociales y a sus obras magnas, prácticamente como únicas medidas para enfrentar la crisis económica acrecentada por la pandemia.

Su rencor y su odio hacia los “neoliberales” en nada ayudan a la unidad nacional y de paso lastiman a la población en general, porque el impacto económico tiene efectos carambola-

No acepta el fracaso y mucho menos la decepción en el ánimo del electorado.

En fin, quien sabe si para las elecciones del 2021 la Cuarta “T” consiga mantener la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados Federal y la mayoría de los Congresos Locales; si la pierde, el presidente López Obrador ya no podrá realizar acciones contrarias al pueblo de México.

Y entonces tendrá que gobernar para todos, no solo para su electorado cautivo.

Igual y funciona la apuesta de AMLO hacia los sectores desprotegidos vía programas sociales para garantizar dicho voto, máxime si cuenta con gobernadores de “oposición” que se han puesto a las atentas órdenes a cambio de impunidad; claro, con sus honrosas excepciones.

También es incierta la reacción de la clase media, la del voto volátil; la que decide el triunfo o la derrota en las urnas electorales.

Por lo pronto, esa clase media está enojada con la Cuarta “T” porque será la responsable de la pérdida de patrimonios, del hundimiento de familias completas y hasta de vidas por falta de capacidad técnica para enfrentar la pandemia.

En fin, ante la proximidad del inicio del proceso electoral concurrente será más frecuente escuchar el “que ya llegue el 2021”.

 

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Correo: rosyrama@hotmail.com

 

Rosy RAMALES

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