CRÓNICA POLÍTICA: Más que limosnas, mexicanos urgen soluciones de fondo como eliminar pluris

 

Rosy RAMALES

En México es incierto el día para levantar la “cuarentena”; incluso, hay quienes ven una permanencia indefinida del coronavirus. Y cuando se levante los estragos cimentarán una crisis descomunal: Habrá desempleo, comercios en quiebra, hambre.

Así, que nuestro país y cada entidad federativa necesita soluciones de fondo inmediatas y mediatas por la vía legislativa para enfrentar la pandemia, así como los efectos de la misma: Salud primordialmente y luego la crisis económica, laboral y social.

Soluciones de fondo, no las limosnas que darán o han dado diputados federales y locales, así como senadores, desprendiéndose dolorosamente de un mes de dieta (sueldo) o de partidas para remodelar instalaciones de sedes legislativas.

Por ejemplo: El Senado de la República, vía la Junta de Coordinación Política, acordó aportar 250 millones de pesos para enfrentar la emergencia sanitaria del COVID-19. Ello “muestra un gesto de solidaridad con todas y todos los enfermos y sus familiares”, dijo Ricardo Monreal Ávila.

Tales recursos se canalizarán al Consejo de Salubridad General para medicamentos, instrumentos de salud, mascarillas y respiradores, a distribuirse en todo el país.

Diputados federales han manifestado su disposición de donar tres meses de su sueldo (dieta); éste viene siendo de 74 mil pesos mensuales, que multiplicado por tres y luego por 500 legisladores, resulta algo así como 111 millones de pesos.

Igual los diputados locales del PES anunciaron donar 3 meses de su sueldo. El diputado federal de Nuevo León por el PRD, Waldo Fernández, donó 73 mil 910 pesos, equivalente a un mes de sueldo, a la Institución Normativa de los Indigentes (INDI).

Tres diputados locales de Sonora dijeron manifestaron su intención de donar los más de 90 mil pesos que perciben, para destinarlos a alimentos y medicinas a población vulnerable ante el brote de coronavirus.

El Congreso de Oaxaca firmó un convenio con el Patrimonio de la Administración de la Beneficencia Pública del Gobierno del Estado, para oficializar la donación de un millón 764 mil pesos correspondiente a un mes de sueldo de los 42 diputados y diputadas, para atender deficiencias en hospitales públicos, principalmente en insumos, materiales y equipo de protección para médicos y enfermeras que hacen frente a la emergencia sanitaria por el COVID-19 en la entidad.

Serán un millón 205 mil 400 pesos para el Hospital General “Doctor Aurelio Valdivieso y 516 mil 600 pesos para el Hospital de la Niñez Oaxaqueña “Guillermo Zárate Mijangos”.

Pero como los legisladores no dan paso sin huarache, aún cuando sus “generosos” donativos en su mayoría van a instituciones para la adquisición de insumos y equipo médico, han aprovechado para hacerse publicidad mediante un bombardeo de boletines y de mensajes en redes sociales para hacer notar el “gesto solidario”, el “esfuerzo”, la “voluntad” de desprenderse de su sueldo por un mes o tres.

Hay otros legisladores que destinaron su “mes de sueldo” en comprar despensas que distribuyeron en sus distritos electorales en bolsas de plástico con su fotografía y nombre impreso; o sea, actuaron como buitres haciendo proselitismo en medio de la pandemia.

Y ni siquiera se tiene la certeza de que el dinero corresponda efectivamente a su ingreso mensual. Con sus honrosas excepciones, los presupuestos de las Legislaturas suelen estar inflados para usarse como caja chica con fines políticos, y hay una discrecionalidad en el manejo de los recursos; incluso, pocas veces se sabe de la aplicación de la partida de gestión social.

Aquí cabe preguntar: ¿Los legisladores plurinominales hacen gestión social? ¿O se embolsan los recursos considerando que no representan a nadie?

En fin, de algo servirán los “donativos” de senadores, y diputados federales y locales. Sin embargo, frente a una pandemia de un virus devastador los “donativos” nada representan; es como suministrar un mejoralito al enfermo de neumonía.

Lo que se necesitan son soluciones de fondo, y una de ellas es eliminar o por lo menos reducir al mínimo el número de legisladores federales tanto del Congreso de la Unión como de los Congresos Locales; implicaría un sustancial ahorro de dinero para destinarse a la salud de los mexicanos y para la reactivación económica del país, la cual implica el florecimiento del trabajo.

El pueblo de México está sobre representado con 500 diputados federales, 300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional. ¿Y han servido de algo? A lo largo de la historia solo han sido útiles a los intereses de su partido político y al Presidente de la República en turno; casi siempre han actuado en contra del interés general, con sus excepciones.

Las entidades federativas también están sobre-representadas con 128 senadores: 64 de mayoría relativa (dos por cada entidad), 32 de primera minoría y 32 de representación proporcional (plurinominales). Harto se ha dicho que por estado bastaría con uno de mayoría y con uno de minoría para el equilibrio en la representación política.

El mismo fenómeno se presenta en las entidades federativas: Los Congresos Locales son obesos frente a poblaciones pequeñas o en extrema pobreza; y así no se justifican.

Basta presentar la iniciativa de reforma constitucional y legal correspondiente para aprobarla por urgente y obvia resolución, a efecto de aplicarla en la próxima elección concurrente de 2021.

Y miren, la desesperación por los estragos del COVID-19 puede llevar a la población a tomar las decisiones más inesperadas.

Así que mejor vayan pesándolo y ahora cumplan una añeja promesa: La eliminación o por lo menos reducción al mínimo de pluris.

Recordemos cómo nacieron los legisladores sin partido; aquí un resumen de columna anterior:

Recordando que la génesis de los diputados de partido tiene implícita su “terminación automática” en el sistema electoral mexicano, ¿entonces por qué se niegan a desaparecer y han aumentado desmedidamente? El poder por el poder distorsionó el espíritu de la reforma, engordó a la Cámara y la convirtió en un “organismo infecundo”.

Verán:

En 1962 el Presidente de México, Adolfo López Mateos, presentó una iniciativa de reformas y adiciones a los artículos 54 y 63 de la Constitución General, en cuya exposición de motivos justificaba:

“Porque nuestro país es la Patria de todos los mexicanos y es necesario que nadie se sienta sin obligación para con él, ni postergado o excluido de la obra común que nos incumbe, todos debemos trabajar, permanentemente, en bien de México.

“Es evidente el hecho de que no han podido encontrar fácil acceso al Congreso de la Unión los diversos partidos políticos o las varias corrientes de opinión (), de ahí que, con frecuencia, se haya criticado al sistema mexicano de la falta de flexibilidad para dar más oportunidades a las minorías políticas, que se duelen de que un solo partido mayoritario obtenga casi la totalidad de los puestos de representación popular.

“…Tanto las mayorías como las minorías tienen derecho a opinar, a discutir y a votar; pero sólo las mayorías tienen derecho a decidir.”

Así, López Mateos propuso la creación de un sui géneris sistema electoral mixto con el nacimiento de los diputados de partido.

Pero no fue una propuesta loca y sin ton ni son. Cuando menos así se desprende de la historia del derecho constitucional mexicano. Precisamente Felipe Tena Ramírez transcribe la iniciativa de López Mateos, cuya reforma inicial fue distorsionada a través del tiempo.

LA INÚTIL PROLIFERACIÓN DE PARTIDOS CHICOS

López Mateos propuso, y así se aprobó, lo siguiente:

Dos condiciones para “que el sistema funcione correctamente”: Primera: Mínimo de votos obtenidos para tener derecho a diputado de partido, establecido en el 2.5% del total nacional. Segunda: Máximo de diputado de partido a obtener.

En cuánto al porcentaje de votos, el entonces Presidente de México justificó:

“Esta condición obedece a la necesidad de impedir que el sistema degenere en una inútil e inconveniente proliferación de pequeños partidos que no representen corrientes de opinión realmente apreciables por el número de quienes las sustenten, ya que se ha señalado como objetivo básico de esta reforma, y es connatural de toda organización parlamentaria, que dentro de la representación popular estén las minorías, siempre y cuando tengan también un mínimo de significación ciudadana. Las corrientes de opinión que no tengan el respaldo de un número suficiente el ciudadanos para hacerlos respetables, no tienen, realmente, por qué estar representadas en el Congreso de la Unión.”

Una sabia justificación, sin duda. Y es evidente que ha degenerado. Incluso, en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), mediante algunos consejeros, le arreglaron el camino al PT para que alcanzara el mínimo de votos exigido en la ley después de las elecciones federales del 2015; le permitieron una oportunidad en una elección extraordinaria distrital. ¡Qué patético caso!

MÁS DE 20 Y MENOS DE 20

Retomemos el tema. Respecto a la segunda condición sobre máximo de diputados de partidos, la reforma establecía:

“El número de ‘diputados de partido’ que pueda lograr cada partido político, no excederá de veinte en ningún caso.”

“Si un Partido Político obtiene veinte o más triunfos por el sistema de mayoría, no tendrá derecho a ‘diputados de partido’”.

¡Qué sabiduría! Por eso, López Mateos decía en su exposición de motivos:

“El sistema dejará de operar automáticamente cuando los partidos políticos tengan fuerza suficiente para mantener una representación numerosa por mayoría, y volverá a operar, también automáticamente, como garantía de que las minorías serán escuchadas, cuando un partido mayoritario adquiera una gran preponderancia en el país.”

O sea, el espíritu de la reforma no era precisamente la terminación automática en definitiva y para siempre de los diputados de partido, sino más bien terminaba el derecho del partido a acceder a éstos cuando hubiera alcanzado un mínimo de diputados de mayoría relativa, que también eran de 20 en relación a los 178 que en 1962 conformaban la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión por este principio. Pero el partido adquiría el derecho nuevamente si en la siguiente elección sus triunfos eran menos de 20.

En ese entonces eran cuatro los partidos minoritarios sin posibilidades de obtener mínimos triunfos de mayoría. Y el Presidente de México ideó que cada uno podía obtener hasta 20 diputados solamente de partido o sumados los de mayoría y los de partido, de modo tal que la Cámara de Diputados Federal podría llegar a conformarse hasta con 258: 178 de mayoría y hasta 80 de partido.

La iniciativa, establecía: “Una asamblea legislativa con un número básico de ciento setenta y ocho miembros () es lo suficientemente numerosa para mantener la independencia de criterio de sus miembros y, permitiendo la libre expresión de las diversas opiniones de los partidos representados, conservar la unidad de acción indispensable para no convertirse en un organismo infecundo.”

Y claramente puntualizaba: “Como los partidos minoritarios al obtener veinte diputados por mayoría, dejarían de tener derecho a ‘diputados de partido’ al dejar de operar totalmente el sistema, por virtud de que los cuatro partidos minoritarios tuvieran veinte curules, por mayoría, cada uno, la Cámara volvería a su número de ciento setenta y ocho.”

¿Y qué pasó? Los mismos partidos, vía sus legisladores, modificaron el espíritu de la reforma, y la Cámara de volvió un “organismo infecundo”.

UNA REFORMA GENEROSA

El sistema mixto llevado a la Constitución por el presidente López Mateos, era generoso con los partidos minoritarios según las siguientes normas:

“Los partidos que logren el dos y medio por ciento de la votación nacional total tendrán derecho a que se les reconozcan, por ese solo hecho, cinco ‘diputados de partido’, aun cuando no hayan obtenido triunfos por mayoría en ninguno de los distritos electorales correspondientes.”

“Por cada medio por ciento de la votación nacional, que sobre el dos y medio antes señalado obtenga un partido, tendrán derecho a que se les reconozca un diputado más”.

¿Ven? Así que en esa época, un partido chiquitín alcanzaba 5 diputados tan solo al obtener el porcentaje mínimo de votación, más un diputado por cada medio por ciento obtenido. ¡Qué tal! Y sin necesidad de andar jugando el vergonzante papel de satélites o de Judas Iscariote.

CANDADO A LOS OPORTUNISTAS

La reforma era generosa con los chiquitines, pero también les ponía límites como los señalados párrafos arriba, y como el siguiente:

“Solamente podrán acreditar ‘diputados de partido’ los partidos políticos nacionales que hubieren obtenido (su) registro cuando menos con un año de anterioridad a la fecha de las elecciones relativas; esta disposición trata de evitar la multiplicación de los partidos ocasionales, formados con fines oportunistas para esa elección”.

¡Qué sabiduría en ese candado! Ja. No que ahora pueden obtener su registro hasta antes del inicio del proceso electoral, dejando siempre la duda sobre el cumplimiento cabal de los requisitos. Ocurre lo que López Mateos pretendía evitar: La proliferación de partidos con fines oportunistas… de los líderes, por supuesto, quienes son los beneficiados con las candidaturas.

Ah, pero si la autoridad electoral les niega el registro hacen tremendo escándalo mediático (y los medios les hacemos el caldo gordo) alegando transgresión a los derechos humanos. Uy, y en algunos casos alegan hasta pertenencia indígena y, por tanto, representar a un sector vulnerable, y con éste hay que ser garantista. Y así sorprenden a los consejeros y magistrados electorales (aunque algunos todo consienten en pro de sus afinidades políticas).

En Oaxaca hubo dos sonados casos: Los partidos locales Social Demócrata (PSD) y Renovación Social (PRS), que obtuvieron su registro tras solicitarlo como organizaciones indígenas, y sus principales candidatos nunca fueron indígenas. Los indígenas pasaron a segundo y a último término tras conseguir el registro… bueno, volvieron a contar para conseguir votos.

Ambos partidos locales perdieron su registro en las recientes elecciones del 2016, sin haber alcanzado ni una sola posición por ningún principio. ¿Y qué creen? Apenas volvieron a presentar su manifestación de intención ante el OPLE para constituirse en partidos locales, para competir, por supuesto, en los comicios estatales del 2018. ¡Qué tal!

PRELACIÓN

Retomando el tema: La reforma del presidente López Mateos permitía a los partidos obtener diputados de mayoría y de partido, conforme a la siguiente disposición:

“Si un partido político logra menos de veinte triunfos por el sistema de mayoría, tendrá derecho a completar hasta veinte diputados en razón de los porcentajes de votación que sus candidatos acumulen, si satisface además los otros requisitos.”

Así que los chiquitines para nada estaban desprotegidos. Eso sí, los diputados de partido no eran tomados de una lista ex profeso, sino estos espacios correspondían a los candidatos perdedores con mejor votación, lo cual es lo más justo. La disposición establecía:

“En los casos en que se acrediten ‘diputados de partido’, no sería arbitraria la designación de las personas, ni se seguirá el orden que pretenda su partido, sino que serán declarados electos, en orden de preferencia, los candidatos que, no habiendo alcanzado mayoría, hayan logrado el más alto porcentaje de sufragio en relación a los otros candidatos del mismo partido. Además de ser, evidentemente, una norma equitativa, se evitará así la creación de castas privilegiadas”.

¡Cuánta sabiduría caray! Pero al paso del tiempo degeneró y ahí están “las castas privilegiadas” llenado las curules con personas de una lista donde los primeros lugares los ocupan aquellos y aquellas (con sus honrosas excepciones) que representan diversos intereses, a veces inconfesables. No hacen campaña ni se desgastan, y ahí están rascándose el ombligo y engañando a campesinos e indígenas con cobijas baratas.

Claro, hay diputados y diputadas con el mérito suficiente para haber encabezado las listas. Sin embargo, siempre será mejor el sistema de prelación propuesto por el autor de los diputados de partido en la Constitución mexicana.

Haría falta que el INE haga una distritación para conformar distritos más o menos homogéneos electoralmente.

HAY QUE RETOMAR EL ESPÍRITU DE LA REFORMA

Hoy que México atraviesa por días aciagos, es necesario retomar el espíritu de la reforma de López Mateos, pero en serio. No solamente como falsa bandera en época electoral, lo cual hace el PRI en estos momentos.

El dirigente nacional Enrique Ochoa Reza ha hecho la propuesta. ¡Tómenle la palabra!

Lástima que la oposición a nivel nacional permanezca muda respecto del tema.

Y los chiquitines nada más alegan la permanencia de los llamados diputados pluris por derecho de las minorías. Pero ya lo dijo bien claro López Mateos, para tener derecho es necesario ser minoría respetable, lo cual se gana cumpliendo condiciones mínimas.

 

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Correo: rosyrama@hotmail.com

 

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