Cloriquina, el ‘arma’ que Bolsonaro utiliza para paliar el COVID-19 en Brasil

Ante casos récord de infección en Brasil, un medicamento antipalúdico que existe hace 86 años —y con un historial no comprobado contra COVID-19— se está apoderando del escenario político y la vida pública del país.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, está listo para suavizar los protocolos a fines de esta semana sobre el uso de cloroquina para casos leves de coronavirus pese a los peligrosos efectos secundarios, las advertencias de expertos y el éxito no demostrado de los ensayos clínicos.

Decidido, el mandatario ordenó al Ejército aumentar la producción del medicamento, a medida que lo convierte en un elemento clave de la lucha contra el virus, perdiendo a dos ministros de Salud en el proceso debido en parte a sus objeciones sobre su estrategia.

Esta controversia es tan solo el último giro en la errática estrategia de Brasil para combatir el virus.

Bolsonaro presiona para reiniciar la economía mientras autoridades locales intentan imponer cuarentenas y restringir actividades para controlar el contagio. En los últimos días, Brasil ha superado a España, Italia y el Reino Unido y ahora solo lo rebasan Rusia y Estados Unidos en número de infecciones confirmadas de COVID-19, con más de 250 mil personas con resultados positivos y casi 18 mil muertes.

Desde el comienzo de la pandemia, Bolsonaro a menudo ha promocionado el medicamento antipalúdico. Incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha respaldado la práctica, diciendo el lunes que ha estado tomando hidroxicloroquina, una medicina ‘hermana’, como medida de precaución.

Con las nuevas directrices, Brasil permitirá un mayor uso de la cloroquina para casos menos graves y para pacientes en las primeras etapas de la infección.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) “advierte sobre médicos y asociaciones médicas que recomiendan o administran estos tratamientos no probados a pacientes con COVID-19 o personas que se automedican”, según el sitio web de la organización.

A raíz del auge en la demanda de cloroquina, una empresa brasileña de seguros de salud creó una línea rápida de distribución desde el auto a clientes que entreguen una receta, sin necesidad de dar positivo en la prueba de la enfermedad.

El mes pasado, Bolsonaro ordenó a laboratorios militares expandir la producción de cloroquina, que generalmente se suministra a las tropas que operan en el Amazonas y otros lugares plagados de malaria.

El Ejército produce alrededor de 125 mil píldoras al año, según su oficina de prensa, pero solo en abril, las cifras excedieron los 1.2 millones.

Via | El Financiero

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