Carreteras sin ley y en peligro.

Joel Hernández Santiago.

 

Como si el país hubiera retrocedido siglos, cuando al país lo azotó una ola de robos en los caminos nacionales y locales. Esto ocurría, sobre todo, en el siglo XIX y principios del XX cuando viajar era aventurarse y arriesgar bienes como la vida misma. Pero había que hacerlo.  

 

Los asaltacaminos estaban ahí, en algún recoveco de la ruta, a la espera de ver pasar las diligencias. Con temor había que estar vigilante de la acechanza de quienes con lujo de violencia cerraban el paso y despojaban de las propiedades a cada uno de los viajantes, robaban las valijas con correo, los bienes que se enviaban a través de esas carretas e incluso dinero y joyas…

 

A saber, eran ladrones que armados actuaban solos o en pandilla. Por lo general, asaltaban a los viajeros en despoblados, bosques y caminos peligrosos de las montañas, lo que facilitaba su clandestinidad y dispersión. Estaban organizados en cuadrillas y tenían soplones que les advertían de salidas de las diligencias y el número de pasajeros y los bienes que transportaban.  

 

Los bandidos de Río Frío” (1889) de Manuel Payno, en una trama dramática trata de ello. Del robo, de bandoleros, de la violencia que podía imperar en los caminos de México… Eran caminos sin ley… Hasta que se extremaron las leyes y los castigos a quienes se les encontraba culpables. 

 

Se dice: “Eran otros tiempos”. No tanto. Ha habido asaltacaminos en todo el mundo y en distintas etapas de la historia de cada nación. Los asaltos a trenes eran frecuentes en Europa. También en Estados Unidos lo era tanto en los trenes como en las diligencias que transportaban gente como bienes: Wells Fargo era el traslado de dinero que con mayor frecuencia sufrió el robo en sus rutas. 

 

Luego mediante el fortalecimiento de la vigilancia. El endurecimiento de las leyes para detener este tipo de crímenes, pero también, como solución cierta, se establecieron en el mundo programas de desarrollo, trabajo remunerado, seguridad social, apoyo a la economía familiar, salud, educación… 

 

Hoy, como si nada hubiera ocurrido en tantos años, se vuelve a la vieja historia del asalto en caminos y en medios de transporte humano como de bienes patrimoniales, comerciales o industriales. 

 

Por desgracia ya es usual ver los asaltos a usuarios de vehículos colectivos en zonas estratégicas del Estado de México y su conurbación con la Ciudad de México. “¡Ya se la saben!” es el grito amenazante de quienes se suben a los colectivos y les quitan a los pasajeros sus bienes, casi siempre indispensables porque son personas de trabajo, de madrugada, de la lucha por la subsistencia… 

 

Indigna ver ese saqueo cuando se dan a conocer las imágenes. Tal parece que la autoridad que se encarga de vigilar que nada pase y de cuidar a los ciudadanos es incapaz e inerme frente a los delincuentes que, cuando son detenidos, se anuncia que ya antes han sido detenidos por hechos similares y salieron como si nada, en ese fenómeno legal conocido como “puerta giratoria”. 

 

Hoy la situación se agrava. Las carreteras del país son un peligro, particularmente las del Estado de México, Puebla y Michoacán, aunque muchas otras sufren la misma tragedia: el asalto a tráileres mediante la violencia y con frecuencia el crimen, el homicidio doloso en contra de choferes e incluso en contra de pasajeros o conductores de autos particulares. 

 

Lo vemos en imágenes en todo el país. Para los traileros su trabajo hoy es de alto riesgo, como muchos otros en México. Y tanto los choferes, como los propietarios de los tráileres y organizaciones de transportes de mercancía lo dicen… Se quejan y exigen vigilancia. No la hay. O es casi nula. 

 

El resultado es que según datos oficiales, los del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), se destaca que ‘a diario se registran alrededor de 36 asaltos (a tráileres), la mayoría con violencia y sus productos van a parar al comercio informal. 

 

‘Que tan solo en el fuero común, el robo al autotransporte cerró el año pasado con un repunte de 3.9% con respecto a 2022, al pasar de 8 mil 836 a 9 mil 181. Que del total de robos que enfrentaron los transportistas en 2023, de ellos 7 mil 862 fueron cometidos con violencia.’ 

 

En entrevista con El Universal, Javier Robles, director de Relaciones Públicas del Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial, acusa que el país vive un momento crítico por la inseguridad en las carreteras, a manos del crimen organizado. “Las carreteras están abandonadas por la Guardia Nacional (GN), que en la práctica es la institución que debe garantizar la seguridad de las carreteras”.

 

La seguridad del autotransporte es un problema serio. Y se debe atender por el bien de todos y porque el costo de lo sustraído impacta en el costo de los productos, lo que daña seriamente la economía doméstica o comercial o industrial… 

 

Por otro lado, también es cierto que con frecuencia los choferes de tráiler manejan con extrema velocidad a pesar del peso de sus camiones de carga, lo que ha producido choques o pérdida de frenos y causado tragedias que significan muerte para muchos… 

 

Con todo, el tema exige una atención detenida y la seguridad tanto de los trabajadores del volante como sus vehículos; capacitación y la revisión obligada en Ley del buen funcionamiento de los tráileres. Sobre todo la eliminación de los doble remolque que tanto daño hacen para la seguridad de viajantes por carretera. 

 

No. Ya no es siglo XIX ni principios del XX. Es siglo XXI y estamos “como antes” o peor aún. Los camioneros han dicho que se irán a un paro nacional el 5 de febrero. Los sistemas de seguridad que deben atender las carreteras de México guardan silencio. La Guardia Nacional guarda silencio. ¿Hasta cuándo? ¿Se harán responsables de la seguridad carretera en algún momento? ¿En qué momento? 

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