¿Caminito de la escuela?

Joel Hernández Santiago

 

Es verdad que no hay nada mejor para una buena enseñanza, más amplia, más firme y compleja que cuando se acude a las aulas y estar frente a los maestros aprendiendo de ellos y saboreando la convivencia con otros niños y jovencitos, si se es de educación básica, que es cuando la vida futura se define y que es cuando se entiende a la vida en sociedad, con sus pros y sus contras. 

Y casi siempre se construyen muy buenos conocimientos a partir de las enseñanzas de los maestros que estudiaron una carrera para poder aportar las bases sustanciales para lo que habrán de ser cada uno de esos niños en cuanto tengan alas para volar y buscar la ruta de la profesionalización o la acción laboral; pero siempre tendrán en mente aquellos aprendizajes. 

Hasta principios de 2020 todo esto era normal. Era lo cotidiano. Era el día a día para que quienes están en posibilidades de estudiar lo hicieran de forma gratuita si se acude a instituciones públicas de enseñanza básica, según establece el artículo 3º. de la Constitución mexicana… 

Pero resulta que es en 2020 cuando la pandemia de salud apareció en el panorama, hubo una decisión lamentable, pero acertada; fue la de que los niños dejaran de ir a la escuela a partir de marzo de ese año. Era indispensable cuidar que no fueran contagiados y, sobre todo, que padres de familia, maestros y personal educativo estuvieran a salvo de la enfermedad terrible. 

Ni padres de familia ni maestros objetaron lo marcado por la autoridad educativa. La situación era grave y al paso de los días aumentaba. En aquel primer momento no había a la vista una solución y las noticias frecuentes en el entorno eran trágicas. Así que lo mejor era la preservación de la vida, aunque los niños dejaran de ir a las instalaciones escolares… 

Luego se idearon distintas formas de hacer llegar la educación a los niños. A través de clases por la vía digital, que en gran medida fracaso porque en muchos de los hogares mexicanos a lo largo del país hay niños que no tienen posibilidad de tener el equipo necesario, como es el de una computadora o teléfono digital… 

Se buscó la fórmula de clases vía zoom para las que en algunos casos las autoridades estatales o municipales contribuían a organizar el acceso de los niños desde su propio hogar, aunque aun así era insuficiente. 

Solamente en algunos casos excepcionales fue eficiente, viable y de calidad, esto dependía tanto de la voluntad de las autoridades locales, como de los padres de familia y la buena organización de los maestros. Los niños estaban dispuestos en estos casos. 

Con todo, se sabe que poco será igual a aprender frente al maestro y en convivencia con otros estudiantes-compañeros. 

Hoy la situación en cuanto a la pandemia parece no haber cambiado mucho. El incremento de contagios está a la vista y la famosa “Tercera Ola” ya está aquí. 

El aumento de casos de hospitalización en muchos estados se anuncia; la urgente necesidad de atención médica ante el contagio es cada vez más creciente y las distintas formas que se requieren para salvar vidas y solucionar la enfermedad comienzan a saturarse.

El temor vuelve de nueva cuenta a reinar entre los ciudadanos de a pie aunque la autoridad insiste en que se debe “mover la economía” y que hoy se está mejor armado para hacer frente a esta “Ola” maligna, en base al número de vacunados por todo el país. Al momento poco menos del cincuenta por ciento de los que pueden recibir el antídoto. Pero falta mucho. 

Y falta mucho para que los niños puedan regresar a clases presenciales no sólo por las condiciones de contagio creciente. Acudir puede poner en riesgo su salud o su vida y la de sus padres o familiares, así como a los maestros y personal educativo, aunque ya estén vacunados. 

Pero también porque en todo el país, luego de un año, hay un enorme desabasto escolar. Las instalaciones no son propicias para albergar a los niños en estas condiciones. 

Se sabe que a lo largo de este periodo hubo saqueos y descuido en instalaciones. No en todos los casos, por supuesto, pero hay 32.9 millones de niños –primaria y secundaria- que estarían inermes en las aproximadamente 232 mil centros escolares con algo así como 143 mil maestros. 

Falta una inversión millonaria para rescatar el sistema escolar y tenerlo dispuesto para la actual circunstancia de pandemia. Los niños quieren acudir a las escuelas. Los maestros han estado dispuestos. Pero todos coinciden, tanto padres de familia, como autoridades locales y maestros, en que aún no es el momento propicio y será muy difícil que en un mes las condiciones mejoren.

Hacer ir a los niños a la escuela en las actuales circunstancias, que probablemente no serán muy diferentes en un mes más, podría ser fatal y eso nadie lo quiere. Las autoridades educativas deben precisar si estas condiciones serán favorables en treinta días… 

Las autoridades locales también tienen la palabra; los padres de familia deberán decidir si mandan así a sus niños a la escuela y los maestros deberán advertir los riesgos y no someter a los estudiantes a experimentos de asistencia presencial que podrían ser fatales. 

Ya pasó en Campeche y en la Ciudad de México hace poco. En todo el país podría haber reticencias y hasta confrontaciones. Lo importante es, si, que los niños aprendan, pero también, sí, es que tanto padres de familia, como maestros, como asistentes escolares, los niños y el entorno preserven la salud y la vida, de otra manera las consecuencias podrían ser funestas. Y eso nadie lo quiere… O casi nadie. 

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