Tiempo de huracanes

Joel Hernández Santiago

 

Cuando sufrimos aquel calor infernal, semanas antes, pedíamos que llegaran las lluvias, que nos bañaran y aplacaran la ira del sol. Eran días en los que algunos caían insolados, muchos monitos saraguatos en el sureste murieron, y aves y…

 

Lluvia-lluvia-lluvia, implorábamos. Y ya está. Poco a poco fueron apareciendo por aquí o por allá, en el país, algunas señales de que podría llover. Los agricultores y campesinos se tronaban los dedos porque se perdería la cosecha si la sequía no terminaba.

 

Siembras de consumo en el campo se perdieron o no se produjeron a tiempo, lo que generó el incremento en precios, esto aunado a la alta inflación en el país (4.69%) por fallas administrativas, hizo que el famoso ‘Salario mínimo’ se hiciera polvo como también los apoyos de Bienestar.

 

De pronto aparecieron las lluvias provenientes de los huracanes que se forman en el Atlántico, en el Pacífico y en el Caribe, y que con gran frecuencia impactan en territorio mexicano.

 

La tormenta Alberto, llegó el 19 de junio al noreste de México, Nuevo León y Tamaulipas. Trajo el agua a la zona.Lamentablemente ocasionó cuatro muertes y, sin embargo,propició que los campos se humedecieran, los ríos se recuperaran en sus cauces normales y presas se beneficiaron con el agua que tanta se necesitaba.

 

Chris, el más reciente e inesperado, al tocar Veracruz se degradó a depresión tropical sí causó estragos en carreteras, pero también trajo la lluvia indispensable para gran parte de México. Es bueno porque aporta el líquido indispensable para la subsistencia humana.

 

Ya está ahí, desde el Atlántico, el huracán Beryl, “potencialmente mortal”, que impactó el lunes pasado en las Islas de Barlovento, luego Granada, con vientos máximos sostenidos de 220 kilómetros por hora y de cara a Quintana Roo y Yucatán, en el sureste mexicano. ¡Peligro!

 

Y esto sólo es el principio, porque el Centro de Predicción del Clima de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EUA, pronostica un 85 por ciento de probabilidades de una temporada de tormentas por encima de lo normal, según su reporte reciente.

 

Según sus estimaciones, son entre 17 y 25, de las que entre ocho y 13 podrían convertirse en huracanes. Y que de ese total, podría haber entre 4 y siete huracanes mayores (categorías 3 a 5).

 

Lo dice la ciencia: La escala con la que se mide la intensidad de los huracanes se conoce como Saffir-Simpson, y divide estos fenómenos en cinco categorías, de acuerdo con la velocidad de sus vientos y la marejada ciclónica:

 

Categoría 1: 119-152 km/h; Categoría 2: 152-177 km/h; Categoría 3: 178-208 km/h; Categoría 4: 209-251 km/h y Categoría 5: 252 km/h o más.

 

Y todo esto es para recordar que Otis pegó el 25 de octubre a Guerrero y devastó tanto el puerto turístico de Acapulco, como distintas comunidades, rancherías, campo abierto. Causó 45 muertes y desastres en la infraestructura de las localidades con costos súper-millonarios.  

 

Y este impacto trágico ocurrió porque el gobierno estatal como los municipales ignoraron las advertencias del sistema de detección de huracanes, de la fuerza con la que se aproximaba Otis y no hicieron lo mínimo para evitar la tragedia humana y patrimonial.

 

A partir de esta experiencia, la Red Mexicana de Científicos por el Clima lanzó un posicionamiento en el que se plantean algunos de los pasos que debería de dar el gobierno para prevenir otra tragedia de esta magnitud, sobre todo, en un contexto de cambio climático.

 

“Hay que reiterar que los desastres no son fenómenos naturales, sino eventos construidos socialmente, cuyo origen se encuentra en la falta de planeación histórica, la urbanización desordenada, las condiciones de desigualdad, pobreza e inseguridad”

 

Agrega el comunicado que busca fomentar la colaboración científica y la construcción de conocimiento sobre mitigación, impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en México, para incidir en la toma de decisiones en la materia.

 

Esto es: Durante muchos años el impacto de huracanes ha devastado comunidades enteras, zonas urbanas y gran parte del territorio en donde la fuerza de estos fenómenos escatastrófica. Lo es para los bienes patrimoniales como para la vida humana.

 

Y bajo este esquema de experiencia histórica ¿qué ha hecho el gobierno mexicano, los gobiernos estatales y municipales para anticipar y evitar tragedias de alto impacto a partir de la información que aportan el Centro Nacional de Huracanes-el Sistema de Alerta Temprana para Ciclones Tropicales, el cual identifica la creación de perturbaciones tropicales y vigila su evolución?

 

Esto es: la ciencia aporta el número de tormentas y huracanes que podrían tocar el territorio nacional con mucha anticipación.

 

¿Y las autoridades hacen lo propio para prevenir con la infraestructura necesaria en zonas de riesgo? ¿Hay previa ordenación urbana, servicios médicos dispuestos, evacuar a tiempo, apoyar, para proteger y evitar la pérdida de vidas humanas y de bienes? ¿Y Protección Civil que hace antes de que ocurran los daños y las tragedias?

 

¿Es buena la política de esperar a ver qué ocurre para salir luego a decir que “era impredecible”; “fue devastador”; “era incontrolable” y como gran solución la instalación de albergues? ¿Qué hace el gobierno mexicano en sus tres niveles para evitar el dolor y sufrimiento humanos?

 

Es tiempo aun para comenzar a estructurar una coordinación de prevención y ayuda, tanto federal como estatales y municipales. Es tiempo aun. ¿Lo están haciendo?

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