Eduardo de Jesús Castellanos Hernández
Este mes de noviembre de 2022 habrá en la Ciudad de México dos marchas a recordar en los años por venir, particularmente en las elecciones de 2024. Pero que desde luego y sobre todo nos invitan a recordar otras marchas.
Una ya ocurrió el domingo 13 de noviembre pasado, aunque en realidad no fue una marcha sino más de cincuenta marchas en otras tantas ciudades del país y en varias ciudades del extranjero; cuyo número de manifestantes varía según el cristal con que se miren, pues para un antiguo dirigente del partido gobernante y ahora funcionario del gobierno de la Ciudad de México, en la CdMx marcharon entre diez o doce mil manifestantes; en tanto que para otros observadores fueron entre uno o dos millones de personas, sobre todo si se cuenta a quienes se manifestaron en el total de las ciudades donde hubo marchas en contra de la iniciativa de reforma constitucional en materia electoral presentada por el presidente de la república; iniciativa que se discute actualmente junto con otras cien iniciativas en el proceso legislativo correspondiente en la Cámara de Diputados. Pero ya sabemos que a nuestro presidente no le gusta que a sus iniciativas le cambien ni una coma, como ha sucedido prácticamente con sus iniciativas de presupuesto de egresos.
Vale la pena recordar que durante la transición mexicana a la democracia las reformas constitucionales en materia electoral eran negociadas entre el gobierno, el entonces partido gobernante (hegemónico entonces, que poco a poco se volvió dominante, luego mayoritario y ahora minoritario) y los partidos de oposición; eran resultado de la experiencia adquirida en la elección presidencial inmediata anterior. Las reformas de 1996, por ejemplo, se presentaron a la cámara de origen como una iniciativa suscrita por todos los partidos más el propio presidente de la república, Ernesto Zedillo. La iniciativa en contra de la cual se manifestaron las diez o doce mil personas que ya mencioné, está firmada solo por el presidente de la república y presentada después de que su partido sufrió un serio revés en las elecciones intermedias.
El periódico “Reforma” publicó la nota de que en el año 2006 ó 2005, ya no recuerdo con exactitud, para protestar en contra del procedimiento de desafuero y de juicio penal a que en ese momento se encontraba sometido el entonces jefe de gobierno de la CdMx, hoy presidente de la república, los organizadores anunciaron que habían acudido un millón doscientas mil personas. Esos mismos encargados de contar manifestantes, ahora que desfilan en contra del gobierno del que ellos forman parte, no obstante ser por lo menos una manifestación equivalente si uno ve las fotos de ambas, resulta que apenas llegan a reconocer que hubo diez o doce mil personas, como ya mencioné.
Lo que sí recuerdo con exactitud es que quien entonces era presidente de la república, Vicente Fox, acordó con el funcionario encargado de solicitar el ejercicio de la acción penal que éste se desistiese de la acción penal; entonces era el procurador general de la república, todavía no convertido en titular de un organismo constitucional autónomo; pues supongo que necesariamente tuvo que haber un acuerdo (o desacuerdo, pues poco después del procurador renunció) entre esos dos funcionarios.
Esto significa simplemente que el entonces presidente fue sensible a un reclamo popular, aunque solo de una parte de la población, para que el funcionario sometido a proceso fuese exonerado. Puesto que, desde un punto de vista estrictamente jurídico, no político, desde luego que el funcionario inculpado había violado la Ley de Amparo y los términos de su responsabilidad penal tenían que ser valorados en el proceso penal correspondiente. Por lo que seguramente había muchas gentes también que veían con buenos ojos que fuese sometido a proceso, sobre todo los afectados por la violación a sus amparos que no sirvieron para nada.
Pero lo que me importa por el momento es destacar que una movilización popular hizo posible, en una democracia emergente, que el primer presidente de alternancia partidista hubiese preferido optar por el desistimiento de la acción penal. Desde luego que el candidato exonerado siempre ha sostenido que no violó la Ley de Amparo y que el desafuero solo había sido un intento de eliminarlo de la contienda electoral presidencial siguiente.
Más aún, como perdió esa elección en la que fue candidato presidencial, hasta la fecha insiste en afirmar que hubo un fraude electoral que nunca ha podido probar, pero del que muchas gentes le creen, aunque hay muchas gentes también que no le creen. Pero, por lo que veremos en seguida, todo indica que tiende a convertirse en obligatorio creer lo que el presidente diga, aunque ahora se trate de un presidente surgido de una tercera alternancia partidista en la presidencia.
Pues resulta que el presidente de la república ha convocado a una marcha el domingo 27 de noviembre próximo para defender su iniciativa de reforma electoral, sobre la que no entro en muchos detalles porque ya lo hice en mi anterior colaboración en estas páginas digitales.
Pero esto significa que, como en los viejos tiempos del anterior partido hegemónico, todos los recursos gubernamentales estarán volcados en asegurar el éxito de la nueva manifestación; ahora en apoyo de la desaparición del Instituto Nacional Electoral, de la disminución del financiamiento público legal a los partidos políticos, de la disminución de tiempos gratuitos de radio y televisión a dichos partidos para su propaganda electoral y, la perla de la corona, la preparación del padrón electoral en la Secretaría de Gobernación mediante la credencial de identidad, en lugar de que dicho padrón se elabore en el INE bajo la vigilancia escrupulosa de los partidos políticos, sobre todo los de oposición.
¡Ah!, se me olvidaba mencionar la elección popular directa de los integrantes del consejo general del INE, ejercicio que no tiene antecedente en ninguna democracia ni consolidada ni emergente; que de esta forma quedarían en los brazos de los partidos políticos, sobre todo del mayoritario, el que gobierna.
Pero, de cualquier forma, el caso es que este mes de noviembre tendremos de México una marcha, la del 13 de noviembre en más de cincuenta ciudades, y otra más el 27 de noviembre, encabezada por el propio presidente de la república para manifestarse en contra de los que antes, el día 13, se manifestaron en contra de su iniciativa; supongo que esta contramarcha solo será en la Ciudad de México, aunque habrá que ver si se repite por lo menos en las capitales de los estados donde gobierna el partido del presidente. Desde luego que las cifras oficiales dirán que la marcha encabezada por el presidente será la más numerosa, pues oficialmente la otra solo tuvo entre diez o doce mil asistentes.
Esto me obliga a recordar otra marcha que también me tocó observar y tomar nota cuando se llevó a cabo, pero no en México sino en la ciudad de París; más bien en Versalles para ser exactos, es decir, en Francia, una democracia consolidada. Era el inicio del gobierno del primer presidente de izquierda en ese país, Francois Mitterrand (por cierto, se dice que el gobierno federal mexicano actual también es de izquierda).
Pero digamos que, en Francia, en 1981, ocurría algo así como la 4T francesa de ese momento. Así es que un buen número de personas, un millón contados por el propio gobierno, salieron a protestar por alguna reforma propuesta por el gobierno, en materia educativa, por cierto. Para no causar embotellamientos de tránsito en la ciudad de París, los organizadores acordaron supongo que con el gobierno, realizar la marcha en la ciudad de Versalles distante unos treinta kilómetros de la capital.
El sistema constitucional francés era y sigue siendo semipresidencial o semiparlamentario. Como era el primer gobierno de izquierda, el presidente Mitterrand invitó a los demás partidos de izquierda a formar gobierno junto con su partido, el Socialista Francés. En México, en el artículo 89 constitucional existe la posibilidad también de que el presidente opte por un gobierno de coalición, pero al menos el presidente actual, al igual que el anterior, no ha invitado a los partidos de su coalición electoral y legislativa a formar gobierno.
Bueno, pues el caso es que el secretario de Transporte del gobierno de Mitterrand, del que dependían ferrocarriles, metro y autobuses, era también secretario general adjunto del Partido Comunista Francés; un partido tradicionalmente prosoviético, con todo lo que esto quiere decir para el que esté enterado de cómo se las gastaban en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con opositores y disidentes; aunque Vladimir Putin sigue dando muestras de ser un buen discípulo y actor de esa etapa en que dirigió el sistema de espionaje.
¿Y qué creen ustedes que hizo el gobierno socialista francés frente a los manifestantes? Más aún, ¿qué creen ustedes que hizo el ministro comunista de Transporte? Pues el ministro comunista de Transporte preparó un enlace de transportación gratuita entre Paris y Versalles, para facilitar que los manifestantes protestaran en contra del gobierno del que formaba parte.
Podemos apreciar aquí la diferencia entre una democracia consolidada y una democracia emergente, tan cercana todavía del pasado autoritario reciente si no es que ya de vuelta otra vez. Pero hay algo más. Era el inicio apenas del gobierno del presidente Mitterrand, periodo presidencial que entonces duraba siete años, lo redujeron y ahora dura cinco, y se mantiene la reelección inmediata. Es por ello que el presidente Mitterrand fue reelecto para un segundo mandato. Como en México no hay reelección, y eso de disfrutar del poder presidencial sustentado en un partido hegemónico y vivir en un palacio debe ser muy cómodo, pues varios de los presidentes no han dejado de pensar en cómo prolongar esa magia del poder. La historia política de México da cuenta de los problemas que esa ambición tan humana ha generado.
Así es que vale la pena estar vigilantes de las siguientes etapas de esta democracia mexicana emergente actual, etapas que pueden conducir a la consolidación o a la regresión democrática, incluso consolidar un nuevo autoritarismo militarizado. Pero de esto ya hemos platicado y seguiremos platicando.
Ciudad de México, 22 de noviembre de 2022.
Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.
Profesor e Investigador. Doctor en Derecho por el Instituto Internacional del Derecho y del Estado (México) y doctor en Estudios Políticos por la Universidad de París (Francia); posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas por la Universidad de Alcalá (España) y posdoctorado en Regímenes Políticos Comparados por la Universidad de Colorado, Campus Colorado Springs (EUA); Especialidad en Justicia Electoral por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (México); autor, entre otros, de los libros: Formas de Gobierno y Sistemas Electorales en México (tres tomos) (Centro de Investigación “Jorge L. Tamayo” del Sistema SEP-CONACYT); Las Reformas de 1996 (Centro Tamayo); Nuevo Derecho Electoral Mexicano (Universidad Nacional Autónoma de México, Trillas), Análisis Político y Jurídico de la Justicia Electoral en México (Escuela Libre de Derecho de Sinaloa, Tirant lo Blanch); El Presidencialismo Mexicano en la 4T (Universidad de Xalapa).
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