24 de Abril de 2020
La colocación de bonos en los mercados internacionales es un instrumento que ha sido utilizado por “gobiernos neoliberales” para obtener financiamiento en los mercados internacionales cuando así lo requiere la situación interna de un país.
La Cuarta Transformación, que se le pasa culpando al pasado para redimir errores, colocó bonos por seis mil millones de dólares para cubrir las potenciales necesidades de recursos que hoy tiene México.
Eso abrió una polémica entre el gobierno federal y expertos financieros “neoliberales” sobre si se respetó o no el compromiso del presidente López Obrador de no endeudar más al país “en términos reales”.
El primer párrafo del comunicado de la Secretaría de Hacienda asegura que la colocación se da sin rebasar el tope de endeudamiento autorizado por el Congreso.
¿Sin rebasar el tope de endeudamiento? Entonces sí hay endeudamiento. Punto para los expertos.
En el citado comunicado, la SHCP asegura que la fuerte demanda observada durante la transacción refleja la enorme confianza de los inversionistas internacionales en el manejo de la política económica y las finanzas públicas.
“Ésta es la colocación de bonos con mayor demanda en la historia del gobierno federal, sobre todo en los instrumentos de mayor plazo el de 12 y 31 años”, asegura Hacienda.
“¡Ni madres! La demanda es porque pagamos más tasa, después de todo lo que ha pasado”, refuta un exalto funcionario de la SHCP, hoy consultor financiero, quien pidió el anonimato.
La última colocación de la deuda mexicana se hizo apenas en enero pasado con una tasa del 3.3 por ciento. La de ahora rondó entre 3.9 y 5.5 por ciento. Estados Unidos paga el dos por ciento.
“Ésa es la diferencia entre tener una calificación u otra”, subrayó.
*La deuda se mide como porcentaje del Producto Interno Bruto. Según el acreditado consultor financiero Carlos López Jones, López Obrador la recibió en 46 por ciento del PIB a finales de 2018.
“Va en 52.53 por ciento. Ha subido 1.3 millones en 17 meses”, escribió en Twitter.
* Nos llegó copia de la declaración del Grupo de Amigos de Personas Mayores, con sede en la ONU, con un pronunciamiento contra la discriminación de los más viejos en caso de pandemia.
Su contenido es radicalmente opuesto a la Guía Bioética del Consejo de Salubridad General que, en su texto original, establecía como criterio que en caso de que dos personas requirieran, por ejemplo, un ventilador, se le otorgaría al más joven.
Afortunadamente ya se corrigió.
El citado documento dice que el impacto de la pandemia de COVID-19 ha sido devastador en todo el mundo, pero aún más para las personas mayores.
“Creemos firmemente que las decisiones de asignación de los escasos recursos y servicios críticos no deben adoptarse teniendo en cuenta única o predominantemente la edad de los beneficiarios.
“Estaríamos negando a las personas mayores el derecho a la salud y la vida en igualdad de condiciones.
“Las voces de las personas mayores deben ser escuchadas para garantizar una respuesta internacional adecuada, efectiva e integral a la pandemia de COVID-19.
“La exclusión no resuelve una crisis”, concluye.
* Hace dos o tres noches vi la entrevista que Leo Zuckermann le hizo a Julio Frenk, exsecretario de Salud, actual rector de la Universidad de Miami, en su programa La Hora de Opinar.
Habló sobre el tema del COVID-19 con esa claridad meridiana que no le es permitida a los funcionarios públicos.
Fue muy claro al denunciar el debilitamiento en los servicios de salud que se ha registrado en México en los últimos 17 meses.
El doctor Frenk hizo un apunte con el que estoy de acuerdo al 100 por ciento. Los políticos que presumen cercanía con el pueblo no pueden sustituir a los científicos, que la han sufrido en esta 4T.
Y nos colgó el deshonroso hecho de ser el cabús del mundo en materia de aplicación de pruebas para detectar contagiados.
EXCELSIOR
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