Eduardo de Jesús Castellanos Hernández
Hace pocos días, el jueves 9 y el viernes 10 de diciembre, se llevó a cabo, con sede en Washington, el foro virtual denominado Cumbre por la Democracia, convocado por el presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden; que reunió a jefes de Estado de cien países democráticos -aunque algunos, pudiera parecer que no lo sean tanto-, líderes internacionales, activistas, periodistas, miembros del sector privado y de la sociedad civil.
La fecha misma de la reunión no deja de tener su simbolismo: el día 9 de diciembre se celebra el Día Internacional contra la Corrupción y el día 10 de diciembre el Día de los Derechos Humanos; pues se trata, como puede usted fácilmente advertir, de dos retos y temas cruciales en la materialización de las sociedades democráticas contemporáneas. Los temas abordados corresponden a esta misma encrucijada global.
Lo primero que llama la atención a los observadores de la reunión, desde una perspectiva como la propia -de observadores académicos desde una democracia incipiente- es que ocho países de América Latina fueron excluidos de la reunión, es decir, nada más no fueron invitados.
Ese fue el caso de Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia, El Salvador, Honduras, Guatemala y Haití. En el caso de Venezuela, no fue invitado el dictador Nicolás Maduro, pero sí participó el líder opositor Juan Guaidó; al igual que opositores a los gobiernos cubano y nicaragüense. Lo cual puede hacer pensar que se trató de un “Club de Tobi”, es decir, de una reunión de amigos de los Estados Unidos de América. Aunque, por lo que veremos en seguida, se trata de amigos bastante plurales, diversos y desperdigados por muchos lugares del planeta; lo que hace suponer, fundadamente, que tienen cosas interesantes que decir. Más grave aún es que Rusia y China no asistieron o no fueron invitados, pues ambos tienen muchas cosas interesantes que decir y explicar sobre estos temas. Claro que ambos imperios jamás se han caracterizado por ser muy democráticos que digamos, cualquiera que sea la definición de democracia que usted adopte.
Pero no deja de llamar la atención que los países de América Central que, junto con México, exportan mayor número de trabajadores migrantes en la región, no hayan sido invitados a exponer sus puntos de vista. Esta vez se trata de Guatemala, Honduras y El Salvador; gobiernos que seguramente, al igual que México, están lejos de ser ejemplos de democracia nacional, pero donde la pobreza y desesperación de sus habitantes, como sucede con muchos mexicanos, los obliga a emigrar.
El primer día de la reunión inició con el discurso del presidente Joe Biden; después vino una sesión privada de líderes mundiales, presentada por la presidenta de la Comisión Europea. En seguida, en el tema “Reforzar la resiliencia democrática” (resiliencia: capacidad para superar circunstancias traumáticas), intervinieron la primera ministra de Nueva Zelanda y la presidenta internacional del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios. Vino después otro panel, ahora con el tema: “Reforzar la resiliencia democrática: reconstruir mejor juntos tras el COVID-19”. En el resto del mundo, como ha sucedido en México, sencillamente nuestros derechos humanos fueron violentados a causa del COVID, o como dijera aquél, el COVID les vino como anillo al dedo a los gobernantes de todo el mundo para violar nuestros derechos humanos, ¿Cuáles? Todos. Espero que algunos, en esa reunión, al menos hayan hecho un mea culpa.
El caso es que en este panel participaron el secretario de Estado de los Estados Unidos; un corresponsal de la CBS; el presidente de Ghana; la presidenta de la Asamblea Legislativa de Costa Rica; la alcaldesa de Freetown, Sierra Leona; una exprimera ministra de Perú; el presidente del Centro Internacional de Derecho No Lucrativo; y Juan Gauidó -con la buena intención de ser reconocido como presidente interino de Venezuela, a falta de una intervención forzada para derrocar al dictador Maduro, como antes se acostumbraba; siempre y cuando el dictador no fuese un dictador amigo, ni estuviese protegido por otra potencia nuclear-.
En el panel sobre “Prevención y lucha contra la corrupción” participaron el presidente de Moldavia; el presidente de la Fundación Mo Ibrahim; la secretaria del Tesoro de Estados Unidos; y corresponsales de dos cadenas periodísticas internacionales. Pero, también, el presidente de Botsuana; la presidenta de Eslovaquia; un periodista cofundador del Proyecto de Denuncia de la Corrupción el Crimen Organizado; el vicepresidente de Transparencia Internacional Zambia; el fiscal general de Ecuador; y la directora ejecutiva del Centro de Acción contra la Corrupción, de Ucrania.
También participaron gobernadores republicanos y demócratas de diversos estados de la Unión Americana; y la vicepresidenta de los Estados Unidos -que cualquier día puede llegar a ser presidenta-.
El segundo día inició con el discurso del secretario general de las Naciones Unidas. En el panel sobre “Ampliación del Espacio Cívico: Potenciar a los Defensores de los Derechos Humanos y a los Medios de Comunicación Independientes Dentro y Fuera de las Fronteras”, participaron la primera ministra de Suecia; el presidente y director general del Instituto Internacional de la Paz; la administradora de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID); el presidente y CEO de National Endowment for Democracy; el presidente de la República Dominicana; el presidente de Malawi; la presidente del Fondo de Defensa Legal de la NAACP (siglas sin descripción en el programa consultado, como algunos otros nombres que por aquí aparecen); la relatora especial de la ONU para la Promoción y Protección de la Libertad de Opinión y Expresión; el editor jefe de Myanmar Now; el director del Instituto de Derechos Humanos de El Cairo, Egipto; y Nathan Law, político y activista de Hong Kong.
En el panel “Fortalecimiento de la Democracia y Defensa contra el Autoritarismo” participaron el presidente de Lituania; y Sviatlana Tsikhanouskaya, profesora y política de Bielorrusia. En el panel “Protección de las Instituciones Democráticas: Elecciones, Estado de Derecho y un Espacio Informativo Resistente” participaron la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas; el CEO de New America; el presidente de Zambia; el primer ministro de Estonia; el expresidente de la Comisión Electoral Nacional Independiente de Nigeria; una periodista de investigación del Servicio de Radiodifusión de Finlandia; y el director ejecutivo de Chapter Four Uganda.
En el panel “Tecnología por la Democracia” participaron: la primera ministra de Dinamarca; y el presidente de Microsoft Corporation. El panel “Contrarrestar el Autoritarismo Digital y Afirmar los Valores Democráticos” fue presentado por Samantha Power, administradora de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional; moderado por Thomas Carothers, de la cátedra Harvey F. Fineberg de Estudios sobre la Democracia y Vicepresidente Senior del Carnegie Endowment for International Peace; con los siguientes oradores: el presidente de Letonia; la ministra de Asuntos Digitales de Taiwán; la responsable de Política Digital Global del Centro de Política Cibernética de la Universidad de Stanford; el presidente de la Fundación de Investigación del Observador; así como un Becario de la Global Ford y, también, Becario de Tecnología y Asuntos Internacionales del Carnegie Endowment for International Peace; y el rector Universidad IE (otras siglas sin descripción).
Hubo también un panel denominado Asamblea de la Juventud, presentado por la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas. Para la clausura, hubo un discurso de cierre del presidente Joe Biden.
Si usted tuvo la paciencia de leer la lista de presentadores, moderadores e invitados, así como de los temas que abordaron, seguramente se habrá dado cuenta que se trata de personas -aún con la duda sobre el significado de las siglas de algunas instituciones- con experiencia e información muy interesante que aportar, pero sobre todo residentes por todos los lugares del mundo. Sin duda se trata de una Cumbre por la Democracia que aportó elementos para una democracia global. O al menos es mi buen deseo.
Desde luego que hay gentes a quienes estos temas de la democracia, los derechos humanos, la lucha contra la corrupción o los peligros contra la democracia con las nuevas tecnologías de la información, no les interesa mucho. El presidente de la república, por ejemplo, no pudo asistir ni conectarse al menos para escuchar lo que dijeran sobre la democracia o los derechos humanos el secretario general de las Naciones Unidas o el presidente de los Estados Unidos y los de otros países. Seguramente está tan convencido de ser un demócrata ejemplar que no necesita recibir lecciones de nadie más. Pero es todavía más lamentable que sus sabias enseñanzas al respecto no hubiese querido compartirlas con sus pares de otros países. Así es que ni siquiera el secretario de Relaciones Exteriores asistió o por lo menos se conectó para enterarse de lo que ahí dijeron, o para irradiar sus experiencias; por lo que ambos enviaron con su honrosa representación al embajador en Estados Unidos.
Dentro de algunas semanas o meses aparecerá un libro con todo lo que ahí se dijo y propuso. Esta vez no llegaron a ningún acuerdo porque, según han declarado después algunos de los organizadores, no fue la intención inicial. Pero dicen que en reuniones subsecuentes sí habrá acuerdos que alcanzar y cumplir. Con dirigentes tan diversos y temas tan polémicos va a resultar difícil no solo que se pongan de acuerdo; tal vez, ni siquiera logren que algunos de los ahora invitados que no fueron a ésta se animen a ir a la siguiente. Pues queda claro que menos les interesa llegar a acuerdos que después tengan que cumplir en sus países. ¿Se imaginan democratizar, electoralmente, China o Rusia? ¿O respetar una nueva alternancia en México? Como quiera que sea, al menos tendremos un libro muy interesante para leer, cuando aparezca publicado.
Ciudad de México, 13 de diciembre de 2021.
Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.
Profesor e Investigador.
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