Eduardo de Jesús Castellanos Hernández
Contrariamente a lo que varios artículos editoriales en periódicos nacionales insisten en señalar respecto a una supuesta campaña opositora algo desangelada, la reciente visita el jueves 4 de enero de la precandidata de la coalición partidista opositora, la senadora Xóchitl Gálvez, a la ciudad de Oaxaca, resultó todo un éxito para ella y los organizadores; no obstante el esfuerzo oficial por tratar de reducir el alcance de la entusiasta movilización colectiva que desde luego -y muy al pesar oficial- se pudo apreciar en todo su esplendor.
Empiezo por describir el esfuerzo oficial fallido. La ciudad de Oaxaca tiene varios lugares para una concentración masiva del tamaño de la que se vio ese jueves, pero se trata de espacios públicos oficiales -el Auditorio Guelaguetza o la Plaza de la Danza, por ejemplo- que difícilmente el gobierno querría facilitar a sus opositores; quienes de esta manera -con dichos espacios llenos a reventar de simpatizantes- mostrarían su capacidad de movilización colectiva y la comprometida respuesta de la ciudadanía.
El espacio autorizado para la concentración de ese día es un lugar que, hasta donde yo recuerdo, nunca había sido dedicado para recibir una concentración popular de esa naturaleza y realizar ahí un mitin. Ese lugar se encuentra muy cerca de un antiguo jardín llamado “El Pañuelito” -ahora una breve plancha de concreto con tres bancas-, calle de por medio a un costado del soberbio edificio de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán -cuyos alrededores son un espacio utilizado por el comercio ambulante, semifijo y para recorridos turísticos en un área peatonal-.
Por fortuna o ingenio, previamente al inicio del mitin, los organizadores planearon un recorrido festivo desde otro lugar también de recorrido turístico obligado cuando usted visita la ciudad de Oaxaca, la “Cruz de Piedra”; una plazoleta cercana a los arcos del antiguo acueducto que alimentaba de agua a la ciudad y que ahora es un espacio tradicional de visita.
Las autoridades correspondientes, por su parte, tuvieron el cuidado de reducir el espacio disponible frente a “El Pañuelito”, según escuché, con una carpa adicional levantada por la mañana de ese mismo día para expender nuevas mercancías. Al cerco informativo al que me referí al inicio de estas líneas se agrega el cerco territorial, una hábil -pero insuficiente- estratagema para ocultar los alcances de la movilización ciudadana lograda por los opositores. En una visita anterior de la senadora a Oaxaca, el local originalmente programado para la reunión con sus simpatizantes simplemente fue bloqueado y la reunión se tuvo que llevar a efecto en otro lugar, lo que no impidió que sus simpatizantes llegaran por miles.
Poco a poco fueron llegando a la “Cruz de Piedra” contingentes de los tres partidos políticos coaligados, con las respectivas pancartas, camisetas y banderines que los identificaban como sus militantes. También llegaron un par de bandas de música, varias marmotas o botargas gigantes -que habitualmente encabezan las calendas por la ciudad de Oaxaca- y, desde luego, un conjunto de danzantes de la tradicional “Danza de la Pluma” con sus atuendos coronados por vistosos penachos. Pero, sobre todo, llegaban más y más personas -a juzgar por sus ropas- de todas las condiciones sociales. La sillería y el espacio disponible cerca de “El Pañuelito”, por su parte, estaba totalmente ocupado desde antes que empezara la marcha.
La calenda -del griego “caleo”, “llamar, convocar”- inició su recorrido por la calle adornada con los arcos del antiguo acueducto y, en espera de que la precandidata presidencial opositora llegara a encabezarla, se detuvo en las primeras cuadras de la calle que lleva el nombre de Manuel García Vigil -general revolucionario que cuando fue gobernador de Oaxaca expidió la Constitución local vigente y, poco más tarde, fue fusilado por órdenes del presidente Álvaro Obregón, por haberse adherido a la rebelión de 1923 encabezada por el expresidente Adolfo de la Huerta, sustituto de don Venustiano Carranza después de haber sido éste asesinado también-.
La senadora Xóchitl Gálvez encabezó el intenso y emocionante recorrido de la marcha o calenda oaxaqueña típica hasta llegar a “El Pañuelito”. Los carteles improvisados hechos en cartón por gente que de manera espontánea evidente se manifestaba, eran tan numerosos como las banderolas de los militantes de los tres partidos políticos que forman la coalición. Más aún, hubo momentos en que a lo largo del recorrido las banderas partidistas desparecieron pues el espacio era ocupado por una auténtica expresión ciudadana aparente y obviamente sin partido, pero que saldrá a votar.
Los tres primeros discursos estuvieron a cargo de los dirigentes partidistas. El veterano y combativo político oaxaqueño de izquierda Eloí Vásquez López, con la representación del Partido de la Revolución Democrática, dio la bienvenida a Oaxaca a la precandidata única de la coalición opositora -el frente político ahora llamado “Fuerza y Corazón por México”- en campaña. En seguida habló el presidente del Partido Acción Nacional, Marko Cortés y, finalmente, el presidente del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno. Los tres oradores fueron puntuales y precisos en su apoyo a la precandidata, en su unidad como coalición partidista y en sus ataques al gobierno que pretenden sustituir.
El discurso más extenso y mayor número de veces interrumpido con aplausos y otras demostraciones efusivas fue, desde luego, el de la precandidata Xóchitl Gálvez. Con prudencia y elegancia ella se detuvo cuantas veces fue necesario para atender los saludos y recibir los obsequios de sus seguidores que rodeaban el escenario y la vitoreaban -“Quiero que Oaxaca salga adelante y deje de vivir en esa eterna pobreza”, aseguró. No podía decir cómo y de qué manera por lo que adelante expongo-.
Mientras narraba con detalle su trabajo años anteriores en favor de las comunidades oaxaqueñas que identificó cuidadosamente –“Yo conozco Oaxaca como la palma de mi mano”, dijo-, dichos relato y regalos -productos regionales artesanales- le dieron la oportunidad para justificar su grito a voz en cuello, en ese estilo que le resulta tan natural: ¡Los oaxaqueños son unos chingones! La ovación atronadora no se hizo esperar y encontró un eco monumental en las paredes del templo dominico.
Formalmente ésta no es todavía la campaña electoral para promover a una candidata a la presidencia de la república; formalmente, insisto, se trata solamente de una precampaña con una candidata única de cada coalición partidista, respectivamente, para ser nominada -si es que gana cada una en su respectiva coalición- como candidata a la presidencia de la república. En anteriores colaboraciones me he referido a las razones de esta simulación orquestada por el propio presidente de la república para favorecer a su precandidata y candidata favorita, por lo que no insisto en el tema solamente lo anoto.
Desde luego que hasta donde le permite la celosa vigilancia del Instituto Nacional Electoral -presidido por una persona fundadora de MORENA (el partido gobernante) e incondicional de ese movimiento-, la senadora Xóchitl Gálvez no perdió oportunidad para referirse a la competencia desigual en la que participa; pues de todos es sabida y conocida la inmensa cantidad de recursos de origen desconocido -por sus propios beneficiarios- que han disfrutado los aspirantes de la coalición partidista oficial gubernamental cuando participaron en una simulación democrática completamente fuera de las disposiciones constitucionales y legales electorales -nada que ver con la contienda al interior del entonces llamado Frente Amplio por México-.
De tal forma que hasta el momento ni los dirigentes partidistas ni la precandidata única opositora pudieron hacer referencia exacta a un programa de gobierno para levantar el tiradero que deja la actual administración federal, aunque de manera implícita las críticas a los desaciertos, inversiones públicas improductivas y pésimos servicios públicos por doquier estuvieron presentes de alguna forma en sus respectivas intervenciones. Tal vez muchos hubieran deseado escuchar denuncias expresas, acusaciones puntuales y compromisos específicos, pero la simulación electoral que están obligados a respetar no hizo posible expresarlos en plenitud. Habrá que esperar.
Quienes simpatizan con la coalición opositora, sus objetivos y sus actores pudieron constatar de manera puntual una serie de datos duros: 1. El carisma y arrastre popular de la precandidata única opositora en todos los grupos sociales -¡Tú sí eres mexicana!, le gritaban-; 2. La unidad y capacidad organizativa de los partidos coaligados y de las agrupaciones civiles que les acompañan; 3. La congruencia del discurso político opositor no obstante sus diversos orígenes partidistas y civiles; 4. La movilización ciudadana mucho más allá de los cauces institucionales partidistas -hubo un momento en que durante el discurso de la senadora subieron al escenario simpatizantes de una organización LGTB y la precandidata se envolvió en su bandera multicolor, para dejar constancia de su respeto a la diversidad-; 5. El evidente desencanto popular frente a las contradicciones y fracasos del gobierno en turno.
Lo anterior permite prever una competencia electoral bastante reñida y un resultado completamente incierto -sobre todo por los recursos financieros y de otro tipo con que cuenta la todavía aspirante a candidata oficial (cuyo coordinador de campaña es el propio presidente de la república)-, una vez que formalmente ya se encuentren las dos candidatas presidenciales formalmente en campaña, con sus respectivos programas de gobierno y éstos sean evaluados por la ciudadanía y por los diversos grupos sociales que con el mayor rigor realizarán el análisis comparado.
Me refiero no solo a la prensa y a los académicos, sino también a las organizaciones empresariales y demás agentes económicos especializados, que tienen la experiencia de análisis de ofertas políticas en procesos similares dentro y fuera del país. En realidad, es una competencia que apenas empieza por más desigual que inicie gracias al cerco informativo y territorial que todo indica caerá hecho pedazos gracias al voto popular.
Oaxaca de Juárez, Oaxaca, México, 6 de enero de 2024.
Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.
Profesor e Investigador. Doctor en Estudios Políticos (Francia) y doctor en Derecho (México). Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas (España) y en Regímenes Políticos Comparados (EUA). Tiene la Especialidad en Justicia Electoral otorgada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es autor de libros de Derecho Público, Privado y Social; Administración Pública y Ciencia Política; Derecho Electoral y Derecho Procesal Electoral; sus libros se encuentran en bibliotecas, librerías, en Amazon y en Mercado Libre. Las recopilaciones anuales de sus artículos semanales están publicadas y a la venta en Amazon (“Crónica de una dictadura esperada” y “El Presidencialismo Populista Autoritario Mexicano de hoy: ¿prórroga, reelección o Maximato?”); la compilación más reciente aparece bajo el título “PURO CHORO MAREADOR. México en tiempos de la 4T” (solo disponible en Amazon).
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