Un nuevo sexenio en el ojo del huracán

Joel Hernández Santiago

 

Durante mucho tiempo la señora Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México, ha sido complaciente con los ordenamientos del todavía presidente de México. 

 

Como fue durante su gobierno en la Ciudad de México y aun antes, y sobre todo durante toda su campaña y luego de su triunfo electoral, ella ha sido una especie de caja de resonancia de lo que manda-dice-ordena Palacio Nacional. 

 

Es así como consiguió el apoyo del presidente de México para ser, primero, una Corcholata que desde su origen iba ganadora frente a los otros Corcholatos que no tenían ninguna posibilidad pero que un día creyeron que podrían ser, uno de ellos, el candidato de Morena y aliados para la presidencia del país, sabiendo que de serlo serían ganadores y presidente. 

 

De hecho gran parte del nuevo gabinete, ejecutivo y ampliado, le fue impuesto, a la presidenta electa, por Palacio Nacional. Algunos de los funcionarios más cercanos y solidarios con el presidente de México durante estos seis años tendrán su premio en la administración de Sheinbaum. 

 

Otros tienen su tabla de salvación en el Poder Legislativo, como es el caso del ex gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, quien operó de tal manera en contra de su partido para que la entidad fuera entregada a Morena. Es propio de muchos políticos eso de la traición. Se les da bien. 

 

De hecho, visto así, simplemente y sin complicaciones, el gobierno que comienza el 1 de octubre tiene la marca de la 4-T, pero la de 2018-2024. Con todo, ya veremos si la presidenta asume su responsabilidad con los mexicanos o con el ex presidente de México. 

 

Y sin embargo queda la expectativa de que haya una transformación en el contenido de gobierno y en la forma de gobierno de la señora Claudia Sheinbaum. Queda la expectativa de que haya una transformación y pare ya el estilo agrio y de confrontación que caracterizó al periodo que termina. 

 

Por lo pronto no hay muchas señales de que así sea, de que cambien las cosas para gobernar con mano democrática, con mano dispuesta al diálogo y con mano dispuesta a corregir el desastre que queda en el país al término de esta gestión.

 

Pero también es cierto que conviene despertar, ya, una cultura democrática que ha estado adormecida durante muchos años entre los mexicanos. Una cultura democrática que se va construyendo –que aún es incipiente, es cierto- pero que ya da idea de que las cosas también tienen que cambiar entre todos. 

 

Participar de forma más activa frente a las decisiones de gobierno. Ejercer el derecho a la libre expresión de las ideas. Vincularse aún más con el ejercicio político y democrático. 

 

‘Dejar hacer, dejar pasar’ no lleva a nada y sí a que se atosigue al ciudadano y a todos los mexicanos con decisiones que podrían ser dañinas para la subsistencia, para la convivencia y para la preservación de nuestra República y de nuestro país, que es, a fin de cuentas, el único que tenemos.  

 

Es importantísimo que los mexicanos asumamos la responsabilidad como mandantes, frente a los mandatarios. Somos los mexicanos lo que damos sentido al gobierno y si su gobierno no está a la altura de nuestra felicidad, debemos exigir cumplimientos, siempre por vías democráticas. 

 

Lo decía la frase sacramental para la coronación de los reyes de Aragón en la vieja e incipiente España: “Nosotros, de quienes uno es tanto como vos, y juntos más que vos, os hacemos rey, para que cuides nuestros fueros y privilegios, y si no: No.”

 

En todo caso pronto comenzará una nueva etapa de gobierno, por seis años, hasta septiembre de 2030. Y comenzará con grandes problemas nacionales. Lo sabe la señora Sheinbaum, y será responsabilidad de ella su solución. 

 

El problema trágico del crimen organizado. Los crecientes homicidios dolosos en todo el país. La intromisión del crimen organizado en órganos de gobierno. La toma del poder de grupos del crimen organizado en la vida social y política de distintas zonas del país, por ejemplo Chiapas. El homicidio de gran cantidad de aspirantes a puestos de elección para imponer a los suyos es muestra, también. 

 

El tema de la salud. Tan grave como trágico. Cada día más se expone a la vista el drama cotidiano de miles de mexicanos que no cuentan con los sistemas de salud pública, por la cual todos los mexicanos pagamos. Falta de medicamentos. Falta de instalaciones. Falta de instrumental. Falta de servicios médicos de calidad en las zonas más alejadas del país… 

 

Está el tema de la Educación. Sin solución todo este tiempo. El gobierno de la 4-T se negó a llevar a cabo la prueba PISA de la OCDE porque se sabía antemano el resultado negativo. 

 

La economía está prendida con alfileres y falta saber el resultado de cargos y abonos del sexenio. En qué se gastó la hacienda nacional y quienes fueron beneficiados. Pero sobre todo si el gasto fue entendido dentro de un esquema de políticas públicas o, por el contrario, entendido como compra de votos y ‘preferencias’ políticas. 

 

Las relaciones con Estados Unidos se empeoran cada vez más. Y sin negar lo abusivo que son los gringos, también es cierto que México depende en mucho de la economía estadounidense y de las remesas millonarias de mexicanos que viven y trabajan allá. 

 

Tantos problemas que quedan en el baúl de la entrega que sería interminable una lista aquí. 

 

Lo que sí es cierto es que llega el nuevo gobierno y aunque presuman de una transición tersa, lo cierto es que bajo esa tersura subyacen problemas graves que pondrán a prueba a la nueva presidenta y a su gabinete. Ya veremos poco a poco si hay cambio a favor de todos-todos los mexicanos o si es eso: De otro modo, lo mismo.

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