Guadi Calvo*.
El ataque del último 6 de noviembre contra un puesto fronterizo en la localidad de Ishkobod, de la región de Rudaki, Tayikistán a pocos kilómetros de la frontera con Uzbekistán y a 60 de Dushanbe, la capital tayika, habría dejado, según fuentes oficiales, 17 muertos, tres militares y 14 atacantes. De los atacantes, que incluía al menos a una mujer, y habrían llegado al puesto fronterizo en cuatro vehículos, se conoció que otros cinco habrían sido detenidos en proximidades del lugar de los hechos. Tras conocerse el ataque, fueron cerrados todos os caminos y se tomaron importantes medidas de seguridad Dushanbe y otras ciudades cercanas.
Rápidamente Daesh se adjudicó la operación, que se convierte en la más importante sufrida por ese país, que a pesar de compartir una frontera de 1200 kilómetros, con Afganistán, las incursiones de los muyahidines que operan en ese país son nulas.
La última acción similar en Tayikistán, se había producido, a finales de julio de 2018, cuando cuatro turistas extranjeros, murieron (2 estadounidenses, 1 suizo y 1 holandés) y otros 2 resultaron heridos, tras ser embestidos, cuando transitaban en bicicletas, por la ruta Danghara-Dushanbe. Las autoridades locales adjudicaron ese ataque a la organización terrorista Partido del Renacimiento Islámico de Tayikistán (PRIT). Cuyos líderes Saidumar Hussaini y Mahmadali Hayit, detenidos en septiembre 2015, fueron condenados en 2016 a cadena perpetua.
El 20 de mayo último un motín en la prisión de alta seguridad de la ciudad de Vakhdat, a 17 kilómetros al este de la Dushanbe, que alberga unos 1500 prisioneros, muchos de ellos, sospechados de pertenecer a alguna organización terrorista, dejó una treintena de presos muertos junto a tres guardiacarceles. Las investigaciones confirmaron que fueron milicianos de Daesh, quienes iniciaron las peleas, seguidas de incendios, tras lo que asesinaron a los guardias y a otros presos, algunos de ellos miembros del Partido de Renacimiento Islámico de Tayikistán (IRPT), antes de liberar a sus “hermanos”. Ese fue el segundo motín que se produjo en una prisión tayika, en menos de un año, vinculado a reclusos del Daesh, el anterior se produjo en noviembre de 2018, en Khujand, una ciudad de 700 mil personas en el noreste del país, en el que murieron otros 26 internos.
Respecto a la operación del último miércoles 6, las autoridades tayikas, todavía no han debelado la identidad de los terroristas muertos, aunque según el comunicado del Servicio de la Guardia de Fronteras, “20 personas habrían cruzado el día tres, desde el área de Qala-e Zal, en la provincia afgana de Khunduz, hacía el distrito tayiko de Qubodiyon en la provincia de Khatlon”. Dicho comunicado llama la atención ya que en Khunduz, el Daesh Khorassan, no tiene presencia y podría considerarse un santuario Talibán, que en muy puntuales ocasiones ha operado fuera de las fronteras afganas. Si la excusa del ataque, como algunos medios argumentaron, fue robar el armamento del puesto fronterizo de Ishkobod, suena bastante absurdo ya que justamente en Afganistán, proveerse de armas resulta una cuestión muy sencilla. Aunque más tarde las autoridades reconocieron que todos los atacantes abatidos son de nacionalidad tayika, residentes de Isfara, una población de la provincia de la norteña provincia de Sughd, próxima a la frontera con Kirguistán.
Este ataque más allá desde donde allá provenido pone en alerta no solo a Tayikistán, sino al resto de los países vecinos como Uzbekistán y Turkmenistán y también a Rusia, que ha soportado infinidad de atentados, perpetrados por militantes provenientes de esa región de Asia Central y siempre es un objetivo anhelado por las organizaciones fundamentalistas, que operan en el interior del país como en el extranjero.
A través de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), de la que entre otros países europeos y asiáticos son dignatarios como Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán junto a Rusia, Moscú ha alertado en reiteradas oportunidades la creciente actividad del Daesh, en el norte de Afganistán, al tiempo que ha criticado a naciones como Turkmenistán, por no cooperar con la seguridad de regional.
Casualmente, el 6 de noviembre mientras en Tayikistán se conmemoran los 25 años de la Constitución tayika y la primera elección del presidente Emomali Rahmon, quien sigue gobernando hasta hoy; en Tashkent capital de Uzbekistán, se llevaba a cabo una reunión en la que participaron funcionarios de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) liderada por Rusia y de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en la que se discutía la problemática del terrorismo y su combate. Por su parte China, como miembro de la OCS, colabora con Tayikistán en el refuerzo de la seguridad, particularmente en sus regiones montañosas orientales, escasamente habitadas, para impedir que desde Afganistán, muyahidines crucen a Tayikistán y puedan ingresar a China, donde opera con frecuencia el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (MITO), que ha cometido importantes ataques terroristas en la provincia de Xinjiang, donde se asienta la etnia uigur de mayoría musulmana, que ya alcanzado a atacar en Beijín.
Los planes del Califato
Más allá de la muerte de Abu Bakr al-Bagdad y la asunción del nuevo líder Abu Ibrahim al-Hashemi al-Qurashi, los planes del Daesh parecen no haberse detenido, desde el mismo inició de sus acciones en enero de 2014, el Califato, ha intentado desde entonces abrir una cabecera de playa en territorios de la antigua Unión Soviética, particular en Asía Central, intentado establecer alianzas con Jamaat Ansarullah un grupo de características wahabitas que opera en Tayikistán y el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental. Según la inteligencia rusas cerca de 5 mil ciudadanos de centroasiáticos viajaron a Irak y Siria, para unirse tanto al Daesh, como a la rama siria de al-Qaeda, los que ahora están retornado a continuar con la “yihad”.
Esto lo confirmó, el ex general Alexandre Bortnikov, y jefe de la inteligencia rusa (FSB), en la reunión de los jefes de los servicios de seguridad de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) en Tashkent, el último día seis: “El objetivo del Daesh, es la creación de una base sólida para organizar una expansión a través de la CEI, desde la base que ha logrado establecer en Afganistán”.
El emir para dirigir las operaciones en Asia Central por parte del Daesh, es Sayvaly Shafiev, cuyo nom de guerre es Mauaviya o Jalolobodi, un tayiko de 31 años, originario del pueblo de Mirzo Rizo en el distrito de Hisor, al oeste de Dushanbe, que manejaría una dotación de 300 milicianos, originarios de Tayikistán, Uzbekistán y otros países centroasiáticos, que se incorporó al Califato en Afganistán, donde conforma parte de la shura o consejo de la dirección.
Entre en 2011 o 2012, al igual que muchos jóvenes viajaron a Pakistán para estudiar religión en una de las miles de madrassa financiadas por Arabia Saudita, donde se perdería sus pasos, aunque más tarde sería detectado en Turquía, intentado llegar a Siria, donde ya combatían 1900 ciudadanos tayikos a las órdenes del legendario Gulmurod Halimov, un ex comandante de las fuerzas especiales del Ministerio del Interior de Tayikistán (OMON), que se unió al-Bagdadí en Sira en 2014.
Apareció implicado en febrero de 2018, cuando el Comité de Seguridad Nacional detuvo a 14 personas, acusadas de planear el ataque a varios objetivos importantes en Dushanbe, incluidas embajadas extranjeras, una base militar rusa y edificios gubernamentales. Los ataques frustrados se iban a realizar en marzo de 2018durante las festividades de Norouz, el Año Nuevo persa. Durante el juicio uno de los líderes de la frustrada operación, Mahmudjon Azamov, de 26 años, declaró que había estado en contacto Sayvaly Shafiev desde noviembre de 2015. Azamov reconoció que había regresado a Tayikistán, por órdenes de Shafiev, para unirse a la célula durmiente del Daesh tayiko a espera de órdenes para organizar y ejecutar los ataques frustrados en 2018.
El nuevo califa Abu Ibrahim al-Qurashi, tiene en Asia Central una importante posibilidad de incrementar sus acciones, por lo que los hechos del pasado día seis puede tomarlos como una bienvenida que se volverán a repetir con más frecuencia en la región más allá de lo que suceda en Afganistán.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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