Joel Hernández Santiago
Uno de los preceptos básicos para el inicio de la Revolución Mexicana en 1910 fue el de que ya no debería haber reelección. Antes, se abusó de la sí reelección política hasta crear un gobierno que se mantenía en el poder de forma permanente.
Esto generaba cacicazgos políticos y económicos; conflictos de participación social, de decisión pública y administrativa y, sobre todo, evitaba el acceso a todo cambio de ideas, e incluso cambio generacional…
La riqueza de la propuesta de Francisco I. Madero radicaba en la renovación de la presidencia y de los cuadros de poder; renovación de la gente en el gobierno para evitar abusos, corrupción y, sobre todo, se proponía el nacimiento de un sistema democrático en donde todos, de acuerdo con la ley, pudieran elegir y ser electos mediante mecanismos y reglas establecidas para ese cambio.
Luego, ya se sabe, hubo incomprensión y la mano negra de intereses económicos y políticos que hicieron que aquella propuesta maderista se le indigestara a muchos y se iniciara una revolución que costó un millón de vidas y otro tanto salió del país. Al final, aun hilvanado en lo político, el país inició un nuevo camino y se habló de democracia y de participación. Luego esto sería diferente.
Aquello era un ideal y una gesta. Para el actual gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T), lo ocurrido en 1910 y adelante representa la Tercera Transformación, la de la democracia, la del voto y la participación social… Y, por eso mismo, se asume como uno de los momentos cumbre de la historia mexicana, bajo la regla del “Sufragio efectivo. No reelección”…
El primero en romper la regla de la no reelección fue uno de los hombres que participó mediante las armas para que así fuera: Álvaro Obregón, que en 1928 buscó su propia reelección, con el apoyo de “las fuerzas revolucionarias”.
Durante poco más de setenta años un solo partido se mantuvo en el poder, y aunque ocurrían elecciones, eran los mismos hombres “herederos de la Revolución” los que estaban siempre ahí, en las contiendas y ganando siempre, a su favor. Era también la famosa época del “dedazo” en el que todo se decidía desde la presidencia de la República…
Las cosas no cambian, aunque se llamen de otro modo. Esta vez, de forma insospechada se decidió que podría haber reelección mediante una reforma constitucional. Que legisladores que quisieran reelegirse sin dejar el cargo actual, podrían hacerlo, toda vez que la mayoría de los aspirantes a esta reelección pertenecen a un solo partido: Morena.
Así que la Cámara de Diputados aprobó en lo general y en lo particular por 264 votos a favor el decreto que estableció reformas a las leyes generales de Instituciones y Procedimientos Electorales, así como de Partidos Políticos para la elección continua de diputados.
Esto es: se permite la elección consecutiva e inmediata en dos periodos, asimismo consecutivos, para senadores y cuatro para diputados. Con esto, los actuales legisladores podrían permanecer en el cargo, además de que no será obligatorio dejar el cargo para hacer precampaña y campaña.
Y lo dicho, esto se aprueba en una legislatura en la que predomina la mayoría de un solo partido, Morena, con lo que sus diputados podrían ser reelectos en los comicios de junio de 2021. Con base en lo publicado en el Diario Oficial de la Federación el 16 de diciembre de 2020 por el que se emiten los Lineamientos sobre elección consecutiva:
Por ejemplo, para el 5 de enero de 2021 ya estaban más que dispuestos para su reelección y para iniciar campaña sin dejar el cargo 448 de los 500 diputados, lo que representa el 89.6 por ciento del total de los integrantes de San Lázaro.
De estos diputados, 232 son de Morena, fuerza que actualmente es mayoría en la Cámara baja. Dos de sus aliados, el PT y el PVEM, registran 43 y 11 integrantes que quieren reelegirse, respectivamente. El PVEM es la que tiene una mayor proporción de legisladores que buscan reelegirse, pues sus 11 integrantes presentaron carta de intención… y así: todos.
Por supuesto esto echa por tierra tanto el sustento por el que el actual gobierno ha considerado lo de 1910 como la “Tercera transformación” toda vez que eso de la ‘no reelección’ deja de tener sentido hoy. (Podrían borrar a Madero del logotipo de la 4-T)
Y lo peor, es que con esto se impide el acceso a gente nueva, de cualquiera de las corrientes de pensamiento en México, a través de los partidos oficialmente registrados y se perpetua el modo y la forma como la actual legislatura, y las de los estados, han operado su responsabilidad política.
Ya hay duda razonable de la independencia del poder Legislativo del poder Ejecutivo en tiempos en los que “ya no somos lo mismo de antes”, que se dice.
Corresponde a los electores de junio de 2021 decidir si los actuales legisladores, tanto federales como locales, han sido ejemplo de responsabilidad, ética y ser, de veras, sus representantes, los portadores de la voluntad nacional, o representantes de la voluntad presidencial o de gobierno.
La última palabra la tendrá el elector el 6 de junio próximo. Ojalá lo asuma con toda responsabilidad.
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