La pregunta es, si, como lo ha sentenciado el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, ¿la provincia siria de Idlib se convertirá en un lago de sangre? Quizás la respuesta se conozca el próximo viernes catorce, en Teherán, tras la cumbre que entre, Vladímir Putin, Recep Erdogan y Hasan Rohaní, la máxima autoridad civil de Irán.
Idlib, es la última provincia siria controlada por los terroristas, que según la oportunidad y necesidad política pueden ser definidos tanto como “yihadistas” u “oposición moderada” que luchan contra la “tiranía” de al-Assad, el presidente constitucional sirio. La provincia que representa el 10% de la superficie total del país, fue arrebatada al Ejercito Árabe Sirio, (EAS), en 2015, por una joint venture de organizaciones terroristas que hoy ocupan diferentes núcleos urbanos de la provincia, y que también se enfrentan entre ellas.
En la trinchera de enfrente, como desde el inicio del conflicto en febrero de 2011, se alinean junto a los Estados Unidos, la OTAN, las monarquías wahabitas del golfo, Israel y la gran prensa occidental, que se disponen una vez más a horrorizarse frente al genocidio que ellos mismos han creado, alentado y financiado a casi 320 mil combatientes que llegaron desde unos noventa países en su mayoría del Islam.
El martes cuatro de septiembre en un tuit Donald Trump, advirtió a Rusia e Irán sobre el “grave error humanitario” que cometerían esas dos naciones de acompañar las operaciones del EAS para recuperar la provincia de Idlib en un “descabellado ataque”. Donde cientos de miles de personas pueden morir, “¡No dejéis que eso suceda!”, enfatizó, el rubicundo y humanista secuestrador de niños mexicanos.
Putin, quién desde hace tres años, se ha puesto a la cabeza de los aliados de al-Assad para aniquilar el terrorismo respondió con ataques aéreos en el oeste de Idlib, aplicando la misma fórmula que tan buenos resultados le brindó en Homs, Alepo y al-Gutha Oriental, donde miles de terroristas utilizaron como escudo a la población civil, intentado, muy erróneamente, extorsionar a Putin. Lo que llevó a implementar la metodología de que mientras Rusia destruye objetivos terroristas, da cobertura desde el aire al el ejército sirio, que juntos a los comandos iraníes y las milicias del Hezbollah dominan el territorio.
En la misma línea de su presidente y con más dotes de pitonisa que diplomática, la embajadora norteamericana en Naciones Unidas, Nikki Haley, declaró, que espera un nuevo ataque químico en Idlib, por parte del al-Assad, como ya se han producido puntualmente, cada vez que Washington necesita prolongar el conflicto. La experiencia hacer sospechar que muy probable finalmente ese ataque se produzca dando una nueva oportunidad a la prensa occidental, de tachar de genocidas a la dupla al-Assad-Putin.
De producirse, otra vez un grosero ataque de falsa bandera, , como lo viene anticipado el periodismo ruso, Estados Unidos, Reino Unido y Francia tendrán una “respuesta mucho más fuerte”, tal lo advirtió Trump.
La entente encabezada por el Pentágono, propone corredores humanitarios, por donde puedan filtrase los cerca de 30 mil combatientes atascados en esa Idlib, tan necesarios ahora en el norte de Afganistán, a donde están llegado los sobrevivientes del Daesh, en Irak y Siria, transportados por la aviación norteamericana, según denuncias de Irán. Una vez desalojado de Idlib, los terroristas solo podrían encontrar refugió en una franja al norte de Siria conocida como el “Escudo del Éufrates”, su última etapa antes de desaparecer de ese país.
También el mediador de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, se refirió a la crisis en el Mediterráneo Oriental, llamando a los participantes a evitar un “nuevo” baño de sangre, como si alguna, vez desde el inicio del conflicto, se hubiera detenido, y buscar una salida política, entiéndase tiempo para preparar a los contribuyentes norteamericanos y europeos, para seguir financiando con sus impuestos la sangría que ya se ha llevado casi un millón de almas, cerca de 10 millones de desplazados internos y otros cinco de refugiados sirios en otros países. Solo en Turquía, son casi cuatro millones.
Efectivos del EAS, se concentran en el noroeste del país, para lo que sería el inicio de una ofensiva en toda provincia de Idlib, lo que para Naciones Unidas, podría dar origen a la mayor tragedia humanitaria en lo que va del siglo, ya que la organización internacional estima que de estallar fuertes combates en esa provincial, donde se encuentran entre 3 y 3.5 millones de ciudadanos sirios de los cuales 1.5 ya son desplazados de otras regiones del país, podrían producirse una avalancha de cerca de 800 mil personas en procura de lugares más seguros, siendo Turquía el punto más próximo y seguro, a pensar de que Ankara, selló militarmente esa frontera con Siria el año pasado. Turquía dispuso una docena de puesto de observación con unos 400 efectivos para sellar la frontera. Desde hace días, se conoce, el envío de más efectivos junto a carros de combate y transportes de tropas que se están desplegando hacía ese sector en prevención de lo que pudiera suceder en Idlib.
Muchos de los centros urbanos de la provincia de Idlib, que a los largo de los años de combate se han abarrotado de desplazados, precarizando absolutamente su existencia, se instalaron en campamentos improvisados, los que carecen de toda condición sanitaria. Miles de estos desplazados también han debido huir rumbo a áreas rurales, dada la rigurosidad de las leyes “islámicas”, que aplican los diferentes grupos integristas que ocupan la región como Frente al-Nusra o Tahrir al-Sham, Tanzim Hurras ad-Din (Guardianes de la Religión) tributarios de al-Qaeda.
Muchas manos en un plato…
El resultado de esta guerra, en la que tanto se ha invertido materialmente por parte de Arabia Saudita y Qatar, definiría también el destino de la región. Tanto para los dos socios más importantes de Siria, Rusia e Irán, aliados históricos, a los que les ofrece Tartus, la única base naval con la que cuenta Moscú en el Mediterráneo y la salida del crudo iraní hacia los mercados europeos.
Mientras el presidente al-Assad, se aproxima a la victoria definitiva que le podría dar la conquista de Idlib, Israel, uno de los jugadores que más interesado en la caída de Damasco, ya ha producido más de 200 ataques contra territorio sirio en los dos últimos años, y a medida que se aproxima la definición los incentiva. Durante las operaciones los sionistas han lanzado 800 misiles y proyectiles contra instalaciones, arsenales y convoyes de armamento, intentado afectar fundamentalmente posiciones tanto de Irán, como de otro aliado de Siria que es la poderosa milicias chií, libanesa Hezbollah. Al tiempo que Trump había enviado su amenazante tuit, contra al-Assad y sus aliados. Israel atacaba la ciudad siria de Hama, en el centro del país y solo unos días antes lo había hecho contra un aeropuerto cercano a Damasco.
La reunión del viernes 13 en Teherán, será definitiva para saber si el asalto contra la última de las catorce provincias sirias, bajo el control de los terrorista será realizará o no. Todo ya está preparado y solo se depende de lo resuelto en Teherán, aunque Turquía se opone a una ofensiva a gran escala, dado los riesgos de que se produjera una ola incontenible de refugiados hacía su territorio
Al sur de que Idlib se han agrupado las tropas del EAS, los comandos iraníes y las milicias del Hezbollah, al norte la impenetrable frontera turca y hacia el oeste, en el Mediterráneo, una importante flota rusa compuesta por unos veintiséis buques equipados con cohetería y dos submarinos, que atravesaron a finales de agosto el estrecho del Bósforo con destino al Mediterráneo Oriental, para participan junto a una treintena de aviones, de las más importantes maniobras en aguas sirias desde que Moscú se implicó en el conflicto. Para hacer más grave la situación, no lejos de ese sector se ubica el destructor estadounidense Ross, armado con misiles de crucero Tomahawk.
Sin confirmar, corre la versión que entre los efectivos que apoyan al presidente al-Assad, habría unos 3500 comandos de origen chino, dada la importante presencia de militantes del MITO (Movimiento Islámico de Turquestán Oriental), un grupo extremista de la etnia uigur, de mayoría musulmana, establecida en la provincia china de Xinjiang y que desde hace años lucha por la creación de un Estado Islámico, junto a otras organizaciones de Asía Central como el Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU), Movimiento Islámico de Turkestán Este (MITE).
Beijing considera que la derrota de los muyahidines en Siria evitaría una migración de veteranos para recalentar la situación en su frontera oriental, en países tan conflictivos como Afganistán, Tayikistán y Pakistán desde donde asaltar China, una opción aunque suicida, posible como ya lo han demostrado en varias oportunidades, alentados por el Departamento de Estado norteamericano.
La batalla de Idlib, de librase finalmente, quizás pueda ser el último gran combate en Siria, aunque sin duda se convertirá en la puerta de nuevos y viejos conflictos.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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