Joel Hernández Santiago
Fueron tres mil doscientos delegados priistas de todo el país los que acudieron a la XXIV Asamblea Nacional del Partido Revolucionario Institución el 7 de julio de este 2024 fatal para ellos.
Fueron para afirmar lo que habrá de ser la agonía más lamentable de una organización política que, como dice la copla de “La Llorona”: “Ayer maravillas fue, y ahora ni sombra es”. Y peor en los días por venir.
La mayoría de estos delegados evidenció que el PRI es lo que menos les importa. Que su ideología, doctrina o proyecto de país –prácticamente inexistentes– les tiene sin cuidado.
Saben que al reelegir al señor Alejandro Moreno por dos periodos consecutivos –ocho años más- le entregan la vida y muerte del que fuera el partido más longevo de la historia mexicana y uno de los más influyentes, de los más reacios a dejar el poder y cuyos gobiernos que parecían perennes fueron calificados como “La dictadura perfecta”.
Durante más de setenta años el PRI fue capaz de aglutinar a la clase política nacional a la que premiaba o castigaba, a la que otorgaba pero también exigía fidelidad y disciplina.
Y sí. Hubo momentos luminosos. Claro. Periodos en los que la construcción institucional corrió a cargo de gobiernos emanados del priismo que sabían que para gobernar en paz hay que otorgar y hay que entregar el resultado del trabajo de todos para el beneficio de todos… o de casi todos: Lázaro Cárdenas, por ejemplo (1934-1940)
Se crearon Instituciones educativas, de salud, de economía, de agricultura, de pesca… y hasta autonomíasque cuidarían los procesos electorales en todo el país y el estímulo de la democracia: Ese lujo de acción les era redituable, les aportaba ganancias y podían gobernar a sus anchas.
Todo era la unidad, frente a partidos de oposición prácticamente inexistentes o fantasmales, para justificar con ello que el PRI permitía la existencia de la oposición para simular una democracia que prácticamente no existía… Hubo ocasiones en los que un presidente, López Portillo, no tuvo oposición al frente y llegó sólo y por sí mismo y su partido a la presidencia del país: “¡Defenderé al peso como un perro!”, dijo alguna vez.
Y decir la vida del PRI que a Alito se le entrega por ocho años es un decir, porque hace tiempo, desde que llegó a la dirigencia de este instituto todo ahí ha ido a menos, todo ha sido caída, todo ha sido pérdidas sin ganancias políticas…
… Para ellos todo ha sido humillación tras humillación y transfuguismo de políticos que juraron fidelidad al priismopero que de pronto son “Morena” que es donde hoy está el poder y la ganancia política: de eso están hechos los políticos mexicanos, de eso estaban hechos los priistas y de priistas está hecho Morena.
Ahí están ex gobernadores priistas, hoy embajadores, ahí están los que fueron diputados o senadores priistas. Ahí, en Morena está el súmmum de lo que fue el priismo. E Incluso sus malas costumbres, las de simular la participación popular en la toma de decisiones políticas.
Marcelo Ebrard juraba su priismo; Manuel Bartlett juraba su priismo; Ricardo Monreal juraba su priismo… tantos. Hoy reniegan de su pasado priista y renegaran un día del morenísimo porque ya no les convendrá…
¿Pero qué recibe Alito como presidente del PRI? Tan sólo el esqueleto sin masa muscular ni espíritu es el que recibe y el que habrá de liderear. ¿Pero a quién liderará? ¿A esos tres mil doscientos delegados que ya no tienen futuro político y que ya no esperan nada del PRI?
Esos delegados saben que todo está acabado. Que muy difícilmente se recuperará el PRI para participar con sus propios impulsos y fuerza en las decisiones políticas y de gobierno de México. “Alito” llegó para acabar con el PRI, desde el día que inició su gestión ahí todo estaba decidido: “Fin al PRI”.
El presidente López Obrador vio con buenos ojos la llegada de un ex gobernador de Campeche que le era proclive. Que le era fácil de manipular. Que no significaba problema alguno. Y por tanto era claro que las perdidas políticas del PRI se fueron incrementando en el tiempo de la presidencia de “Alito”. Y “Alito” como si nada…
Pero tampoco los priistas de vieja cepa defendieron lo que veían caer como la famosa “Casa Usher” de Poe. Nadie hizo nada por defender a este instituto que a lo mejortodavía tenía algo qué decir para defender su historia y su participación política: nada.
Hoy todos dicen que lo advirtieron. Y muy recientemente históricos del priismo levantaron la voz para intentar evitar la reelección de “Alito”. Ya era demasiado tarde. La tarea de este personaje está consumada.
Y se consumará cuando alguien salga de su edificio en Insurgentes Centro de la capital del país, cierra le puerta, apague la luz y queden ahí, los sonidos de lo que fue un enorme partido… los gritos eufóricos, las matracas, los tambores, los grandes discursos, las grandes propuestas, las mentiras, los engaños, las traiciones…
Todo ahí, en ese viejo edificio que se caerá de viejo y de triste por lo que fue, pero que ya no pudo ser. “Alito” se encargará de cerrar esa puerta, con cerrojo y tirará la llave por ahí, en algún lado…
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