En septiembre pasado, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador -conocido popularmente como AMLO- presentó una polémica propuesta para anular la reforma energética de 2013 introducida por su predecesor, Enrique Peña Nieto, que permitió que empresas privadas y extranjeras participaran en el sector energético junto a entidades estatales por primera vez en casi 80 años, y dio un lugar importante a las energías renovables.
La propuesta de AMLO para la Ley de la Industria Eléctrica, que el Senado mexicano votará en los próximos meses, haría que el sector público retomara el control de la planificación, concentrando la generación y comercialización de energía en manos de la empresa estatal, la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Forma parte del plan más amplio de su gobierno para lograr la independencia energética en los próximos años.
Pero esta nueva reforma eléctrica ha recibido amplias críticas. Los opositores temen la creación de un monopolio energético estatal, y la ley parece dar prioridad a los combustibles fósiles y frenar el incipiente crecimiento de las energías renovables, algo que las empresas privadas han impulsado en gran medida. Esto también amenaza potencialmente los compromisos climáticos de México.
Entonces, ¿por qué AMLO hace campaña para reafirmar el control estatal sobre el sector energético de México y qué implicaciones tiene para la economía y el clima?
¿Por qué una contrarreforma?
AMLO ha dicho que el petróleo de México no es del gobierno, ni del estado, sino “del pueblo”. Se le ha llamado un “nacionalista de los recursos”, a imagen y semejanza de los antiguos líderes populistas Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos, que nacionalizaron la empresa estatal de energía Petróleos Mexicanos (Pemex) en la década de los 30 del siglo pasado, expropiándola a los propietarios anglo-holandeses de Shell.
AMLO logró una aplastante victoria electoral en 2018 gracias a una ola de ira pública por la percepción de que Peña Nieto no había tomado medidas contra la corrupción, incluso en Pemex tras su privatización en 2015, que fue un pilar del proceso de reforma energética del ex presidente.
Desde entonces, el propio Peña Nieto ha sido acusado de corrupción por el expresidente de Pemex, Emilio Lozoya, que permanece en prisión preventiva por sus negocios con el desprestigiado gigante brasileño de las infraestructuras Odebrecht. Peña Nieto no ha respondido a las acusaciones.
La práctica actual de México de importar su propio petróleo, después de haber sido refinado en el extranjero, es como vender naranjas a los mercados extranjeros y comprar su jugo de naranja, ha dicho AMLO. Por esta razón, está revitalizando seis de las refinerías de petróleo de México e invirtiendo en una nueva, Dos Bocas.
También ha culpado de que el país no conserve el valor añadido en el sector petrolero a «la mentalidad tecnocrática corrupta» que prevaleció entre los responsables políticos durante 40 años.
Vía | ipsnoticias.net
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