Joel Hernández Santiago
En abril de 1921 el rector de la Universidad de México, el oaxaqueño José Vasconcelos, formuló al Consejo Universitario cambiar el escudo que hasta entonces estaba formado por un águila en un nopal, enmarcada por la leyenda patria: ciencia, amor, salud y pueblo.
Propuso uno nuevo con el lema “Por mi raza hablará el espíritu”, y el escudo en el que el águila mexicana y el cóndor andino protegen el mapa de América Latina, para plasmar la unificación de los pueblos iberoamericanos. “Por mi raza hablará el espíritu” refleja el orgullo de origen y la esperanza en la fortaleza mexicana en el conocimiento, en la creación, en su valor intelectual, como principio y fin del mexicano. Y la comprensión universal como base y sustento.
Los mismos universitarios habrían de luchar para conseguir la autonomía universitaria en 1929 con la participación de grandes maestros, estudiosos del espíritu educativo mexicano, soñadores de un espacio en donde se pudieran dirimir sin cortapisas y sin intervenciones externas el futuro y las formas y contenidos de la educación superior en México: La universalidad de la educación como principio y fin de las libertades de donde surgirían profesionistas dotados y capaces, virtuosos y libres de pensamiento y acción, para beneficio de todos en el país…
Todo ahí en un espacio con puertas y ventanas abiertas de par en par para dejar entrar y dejar salir lo mejor del conocimiento y el pensamiento mexicano- universal.
De sus aulas han surgido grandes profesionistas, grandes hombres, ilustres que han ganado preseas de distinto rango y excelencia. Los tres Premios Nobel mexicanos fueron egresados de la UNAM: Mario Molina, Octavio Paz, Alfonso García Robles. Y un sinfín de reconocimientos, premios, preseas y mucho orgullo universitario… Grandes investigaciones y obras han salido de sus muros y espacios.
Es, además una Universidad del pueblo y para el pueblo. Estudiar en la UNAM es una forma de beca permanente porque las cuotas que se pagan por cada estudiante cada año son mínimas comparadas con las de otras universidades privadas o en el extranjero.
Así que la UNAM da acceso a gente de todas las tallas sociales, sin discriminaciones, ni marginalidades: todo estudiante, maestro, investigador, científico, sabio, trabajador… tienen su espacio universal y respetable: El único requisito es querer estudiar, enseñar, investigar, crear.
Es por eso que cuando se habla de la universidad acusándola de no corresponder a los intereses políticos del momento se está cometiendo un lamentable error de conocimiento y valoración de lo que la UNAM es y ha sido a lo largo de los muchos años desde su fundación como Real y Pontificia Universidad de México en 1551, luego Universidad Nacional de México en 1910 y finalmente y orgullosamente Universidad Nacional Autónoma de México en 1929.
Y es ignorar o negar por interés propio que de la UNAM surge lo mejor del pensamiento mexicano. Que en sus cátedras han estado maestros ilustres. Sabios que en el mundo han sido que han creado estudiantes apasionados, emotivos, valerosos y dispuestos a la batalla del futuro.
También es cierto que han ocurrido etapas de luchas internas y confrontaciones entre universitarios para establecer reglas adecuadas a los tiempos nuevos. También es cierto que de tiempo en tiempo se renuevan modelos de coordinación académica, estudiantil e investigación.
Son asuntos que corresponden a la vida interna de toda institución en todo el mundo. Nada privativo de la UNAM en donde confluyen intereses distintos y valoraciones del presente distintas, todo en libertad. Y se debaten y se dialogan. Por eso hay libertad de expresión y discernimiento.
Hoy, luego del embate presidencial en contra de la UNAM a la que acusa de individualizarse, de favorecer al “neoliberalismo”, “retrograda” y “derechizada”, haciéndose parte del modelo neoliberal y beneficiándose de éste. Se ideologiza la acusación, se trivializa y demuestra desconocimiento absoluto de lo que es y ha sido y será la UNAM, para el bien de todos.
Y surgen inmediato quienes aplauden estos dichos para quedar bien con quien los emite, como ocurrió con la señora Claudia Sheinbaum –jefa de gobierno de la Ciudad de México- que dos días después de lo dicho por el presidente, para quedar bien con él, no con los mexicanos, declaró que ella también encuentra defectos y discordancias en la UNAM. Y así muchos de los aplaudidores del gobierno de la 4-T, que lo mismo aplauden cuando el mismo poder les construyendo su cadalso.
Es mucho lo que la UNAM ha dado a México. Es mucho, muchísimo lo que la UNAM da al país y al mundo. Es mucho lo que nos da a cada uno de sus estudiantes; tolerante hasta las cachas permite, incluso, que alumnos se eternicen en su titulación y después despotriquen en contra de ella.
Pero la UNAM es más, mucho más que ese distractor que se quiere construir para ocultar deficiencias de gobierno y de acción de gobierno. La amenaza en contra de la UNAM está ahí. ¿Quién la aplaude? ¿Quién la sustenta?
Y pasará este gobierno y muchos gobiernos en tanto que la UNAM seguirá vigente y cargada de universalidad, de salud, de investigación, conocimiento y humanismo y creación cultura. Sólo quien no conoce de estos menesteres acusa y señala: Por su desconocimiento hablará su espíritu.
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