Joel Hernández Santiago
‘Al perro más flaco, se le cargan más las pulgas’ o ‘Éramos muchos, y parió la abuela’… y así la filosofía popular que siempre tiene la razón. Hoy parece que estas consejas se hacen aun más realidad que advertencia. Según el informe Coneval para 2020 aumentaron de forma muy acelerada la pobreza y la pobreza extrema en México.
Una de las consignas que no se les cae de la boca a todos los candidatos de todos los partidos políticos cuando quieren conseguir el triunfo electoral es la promesa jurada y requete-jurada de que abatirán la pobreza, de que los pobres no tienen por qué seguir siendo pobres y que en este país todos tenemos derecho a “una vida digna” y en donde ‘todo esté cumplido para todos’.
Así ocurrió en las elecciones de 2018 cuando el tema de la pobreza fue el eje central en la candidatura del actual presidente: dijo que su gobierno sería el de los pobres; que los pobres serían su prioridad; que los pobres y el pueblo –esto es, asociación sociológica entre pobreza y pueblo raso—serían su razón de ser, de estar y gobernar…
Y se crearon programas asistenciales en los que a la asignación directa de recursos se le ve como la solución al gran problema de la pobreza.
… Las becas a jóvenes para que estudien y no tengan que trabajar para conseguir el sustento propio y familiar; el apoyo a personas de la tercera edad; apoyos adicionales a población vulnerable… Todo de forma directa en asignaciones millonarias. Y sin embargo, con mucha frecuencia se confunde caridad con políticas públicas de desarrollo y justicia social.
Cierto: a muchísimas personas les hace falta el recurso. Les hace falta este ingreso con el que pueden solucionar aunque sea en forma mínima sus requerimientos alimentarios y de sustento general. Sobre todo cuando el desempleo crece y la economía informal es insuficiente. Algunas familias de hecho viven de este recurso pues acumulan tanto lo que le entregan a los jóvenes de casa como a los mayores, que a veces son más de dos… Y así.
Y sin embargo en enero de 2020 INEGI nos dio a conocer el estado de práctica recesión que ya vivía entonces el país. Según ese reporte, ‘en 2019 el producto interno bruto (PIB) anual en México alcanzó los aproximadamente 18,5 billones de pesos mexicanos, lo que representó una caída del 0,3% en comparación con lo reportado un año atrás. El PIB mexicano no sufría una caída así desde la crisis económica de 2009.’
Esto significaba ya que había más pobres y que la pobreza extrema estaba en aumento, con una clase media siempre oscilante que caía de su nivel al de pobreza y así, en cascada… Y para paliar esta situación no se anunciaron programas de desarrollo social para estimular la creación de fuentes de trabajo, la producción, los servicios y la repartición justa de la riqueza generada…
Y lo peor de lo peor: Vino la pandemia. Así que a la crisis económica preexistente se le juntó la pena y el dolor. La economía nacional camina en cuerda floja y sin red de protección en 2020 y aun hoy. Esto generó un incremento aún mayor de pobreza y de pobreza extrema, de tal forma que, según reporta La Silla Rota en su edición del 26 de julio, con datos de Coneval, la situación es crítica y la pobreza sin solución a la vista, y así seguirá todavía un tiempo largo.
Ahora, sólo para defenderse de sus críticos, se habla del “gobierno de los pobres y del pueblo”. Pero ni los pobres lo han dejado de ser y los aun más pobres no tienen ni para cuándo…
En sus escalas de estudio, Coneval informa que ‘Programas implementados durante el 2020 como respuesta a la crisis sanitaria no detuvieron el aumento de pobreza y desempleo en el país.
‘Que la suma de afectaciones por las medidas de contingencia, como la reducción de actividades económicas, más la dificultad de acceso a ciertos derechos como la educación o la alimentación, podrían generar un aumento de entre 8.9 y 9.8 millones de personas con ingreso inferior a la Línea de Pobreza por Ingresos y entre 6.1 a 10.7 millones de personas con ingreso bajo la Línea de Pobreza Extrema.’ (Coneval. Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2020)
Y que ‘en México, los cinco estados con mayor rezago social son Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Puebla, según el Índice de Rezago Social 2020. Para esta medición, el Coneval toma en cuenta los indicadores de rezago educativo, el acceso a los servicios de salud, los servicios básicos en la vivienda y los bienes del hogar a nivel estatal, municipal y de localidades.’
Que ‘Los 10 municipios que tienen un mayor rezago social son: Batopilas de Manuel Gómez Morín (Chihuahua); Mezquital (Durango); Del Nayar (Nayarit); Cochoapa el Grande (Guerrero); Mezquitic (Jalisco); Chalchihuitán y Sitalá (Chiapas); San José Tenango (Oaxaca); Urique (Chihuahua), y Mixtla de Altamirano (Veracruz).
Esto es, que Oaxaca aparece como uno de los estados con mayor rezago social del país, y que uno de sus municipios está en pobreza extrema. Todo esto a pesar de los casi veinte visitas que ha hecho el presidente a la entidad, sin que esto hubiera repercutido en mejores condiciones de desarrollo, abatimiento de la pobreza y la pobreza extrema.
En todo caso. Antes de descalificar estas cifras, deberá conocerse si existe algún proyecto de gobierno de desarrollo social productivo y de distribución justa de la riqueza, generación de trabajo y en donde, deveras, ‘todo esté cumplido para todos’ en lo económico, social, cultural, solaz; y en donde ‘todos’ signifique todos los 126 millones de mexicanos. Eso sí sería una 4-T. ¿O sí? ¿O no?
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