Guadi Calvo*.
Si bien la mayoría de la prensa internacional coincide en la versión de que la resistencia del antitalibana en el valle del Panjshir, un conglomerado de pequeñas unidades del desaparecido Ejército Nacional Afgano, (ENA) incluyendo comandos y fuerzas especiales, junto a los milicianos de la Alianza del Norte, ahora conocidas como el Frente de Resistencia Nacional (FRN), después de una semana de combates, ya habían sido derrotados, se conoció un comunicado del jefe de relaciones exteriores de la FRN, Ali Maisam Nazary, que informaba que la lucha continúa: “Tanto el comandante Ahmad Massoud como Amrullah Saleh están en el país. Nunca abandonarán a su gente. El pueblo se está levantando y enfrentando a los terroristas que ahora están en Kabul”, agregando: “Panjshir no ha caído. El 60 por ciento de Panjshir todavía está bajo nuestro control. Es una retirada táctica. Los talibanes han entrado en la cueva del león y sufrirán las consecuencias”, por lo que se confirmaría que las fuerzas de la NRF, siguen operativas en todas las posiciones estratégicas del valle.
Ahmad Massoud, hijo de Ahmad Shāh Massoud, líder de la guerrilla que brilló durante la guerra antisoviética 1979-1992) gracias a los ingentes recursos entregados por la “Entente Cordiale” de los Estados Unidos y una docena de países, que vieron la gran posibilidad, por fin, de derrotar al invicto Ejército Rojo, ahora intenta remedar a su padre rugiendo en el Panjshir, una zona montañosa con pocas entradas y pasos estrechos, a 150 kilómetros del noreste de Kabul, donde se refugió tras la caída de Kabul, conformando, junto a Amrullah Saleh, el ex vicepresidente y jefe de la Dirección Nacional de Seguridad del prófugo, ex presidente Ashraf Ghani, se proclamó presidente interino del país, apenas el helicóptero de Ghani tomó altura.
La historia antitalibana del Panjshir, comienza de manera inmediata a la retirada soviética, con el estallido de una guerra civil, con muchas connotaciones étnicas, entre los talib o talibanes (estudiantes del Corán), formados en madrassas pakistaníes financiadas por Arabia Saudita, mayormente de la etnia pashtún, la más numerosa del país, liderados por el mullah Mohamed Omar, contra la Alianza de Norte, muyahidines de origen tayikos, la segunda etnia preponderante de Afganistán, catalogados como moderados por occidente, aunque de esto últimos hay muchas versiones encontradas, capitaneados por Ahmad Shāh Massoud, el León del Panjshir, quien fue derrotado en la guerra civil 1996-2001, aunque logró mantener el Panjshir fuera del control del Talibán, exactamente hasta el 9 de septiembre de 2001, dos días antes de las demoliciones de las torres, cuando dos combatientes suicidas de al-Qaeda, haciéndose pasar por periodistas, consiguieron ingresar a su campamento y decapitar a león.
Algunas versiones indicaban que Ahmad, de 32 años, educado en la legendaria academia militar británica Royal Military College de Sandhurst y en el King’s College de Londres, regresó a Afganistán en 2016, ya había escapado a Tayikistán, inmediatamente después de que los talibanes rompieron las defensas en Panjshir.
Mientras nada se sabe de Amrullah Saleh, que dado sus aceitadas relaciones tanto con la CIA, muchos creen que es un agente orgánico de la agencia, y “amigo” de otras agencias de inteligencia de la región y occidente, por lo que podría estar ya a buen recaudo, algunas versiones insisten con que lo de Saleh, habría sido una retirada táctica para volver a la lucha, mejor organizado y reactivando sus líneas de apoyo internacional y suministro de materiales.
A diferencia de lo acontecido en la guerra civil de los noventa, esta versión “remixada” la Alianza del Norte, no habría podido establecer las líneas de suministro con Tayikistán, ya que el talibán se había encargado de capturar las provincias al norte de Panjshir (Khunduz, Tachar y Badakhshan), por lo que los soldados del nuevo emirato pudieron, envolver el valle y cortar cualquier ruta terrestre, impidiendo la llegada de armamento, municiones, voluntarios, alimentos y combustibles.
Según fuentes indias, Pakistán habría colaborado con el Talibán, con aviación para golpear la resistencia tayika. Otro de los elementos que jugaron en contra del Frente de Resistencia Nacional es que en esta oportunidad, los Estados Unidos, dadas su resonante derrota, han optado por un discreto mutis por el foro, a pesar que previo a la caída de Kabul, Massoud hijo, había pedido a los viejos aliados de su padre (Estados Unidos, Reino Unido y Francia) lo apoyasen enviándole armas y recursos, para mantener viva la resistencia. Por otra parte Nueva Delhi, que históricamente respaldó a la Alianza del Norte con fondos e insumos bélicos, también habría optado al igual que Washington por un oportuno distanciamiento. Según el comunicado del portavoz del Talibán, Zabihullah Mujahid del pasado día seis, las los hombres del Emirato Islámico de Afganistán, avanzaron rápidamente por la una estrecha carretera y tomaron el control de Bazarak, la capital provincial por lo que la provincia “había sido completamente conquistada”.
Al-Qaeda sube a los cielos.
Con el anunciado de la formación de un “gobierno interino”, los talibanes no solo vencen las presunciones que tras la conquista de Kabul se iniciaría una sangrienta disputa por los puestos de más relevancia en la estructura del nuevo Emirato Islámico de Afganistán, sino también, prácticamente confirma que la resistencia del Panjshir ha sido definitivamente derrotada, los que había demorado la conformación de la nueva Shura (consejo de gobierno).
El nuevo organismo gubernamental, está compuesto por veintidós miembros, muchos de los cuales habían sido activos combatientes, además de contar con estrechos lazos con al-Qaeda, y haber pasado largas temporadas en Guantánamo, lo que habrá resonado con fuerza en los pasillos del Pentágono.
Son cinco de estos veintidós, que fueron detenidos en el centro que ocupa ilegalmente territorio cubano, los que consiguieron su libertad tras el intercambio por el sargento Bowe Bergdahl en 2014, quien había sido prisioneros de los integristas cinco años.
El consejo, al estilo iraní, tendrá un líder superior, casi con poderes plenos, que con el título de Amir-ul momineen (Príncipe de los Creyentes) será ocupado por el mullah Haibatullah Akhundzada, erudito religioso, juez y jefe de la rama judicial. Jefe máximo del talibán desde 2016 y veterano de la guerra antisoviética. A quien Ayman al-Zawahiri, el jefe de al-Qaeda, hizo voto de lealtad o bayat en 2016. El jefe del estado será Mohammad Hassan Akhund, otro veterano del gobierno talibán entre 1996-y 2001, entonces gobernador de Khandahar y uno de los dirigentes que con mayor fuerza se opuso a la entrega de Osama bin Laden, ante la presión norteamericana. Sirajuddin Haqqani, por quien los Estados Unidos ofertaban 10 millones de dólares por su cabeza, seguirá como ministro del interior, cargo que asumió de manera informal con la toma de Kabul. Que cuenta con el poder factico de ser el líder de la organización armada Red Haqqani, fundada por su padre Jalaluddin en los años ochenta y aliado desde siempre del talibán, y que se ha hecho cargo del control policial de la ciudad de Kabul. Además de muy estrechos vínculos con al-Qaeda, al punto que para muchos es difícil establecer la diferencia entre ambas organizaciones. Incluso se cree que Sirajuddin pueda ser un líder encubierto de la organización fundada por bin Laden.
Como ministro de defensa seguirá el mullah Yaqoub, que cuenta con el honor de ser hijo del mullah Omar, fundador y primer Amir-ul momineen y jefe de la comisión militar del Talibán que supervisa una importante red de comandantes y mandos medios de campo, por los que es muy respetado. Yaqoub, está considerado como un hombre frontal que ya ha tenido serios enfrentamientos con los representantes de los talibanes en las conferencias de Doha (Qatar) a quienes acusó de “vivir en el lujo de Doha” mientras pretenden imponer condiciones a los combatientes que participan en la lucha sobre el terreno y también ha tenido enfrentamientos con los Haqqani, particularmente con Khalil, tío Sirajuddin, y actual ministro interino de refugiados.
También se encuentra en uno de los cargos más influyentes el mullah Abdul Ghani Baradar como Primer Subjefe de Estado interino, Baradar ha cofundado al Talibán con el mullah Omar. Detenido más de ocho años en Guantánamo y Pakistán, tras su liberación se pondría a la cabeza de las negociaciones de Doha.
Otro de los lugares destacados lo ocupa el mullah Taj Mir Jawad, primer adjunto de inteligencia. Jawad, fue jefe del grupo operativo, al que el ejército estadounidense, llamaba Red de Ataque de Kabul, que organizaba diferentes operaciones en la capital, además de administras recursos de los combatientes.
La configuración de la nueva Shura del Emirato Islámico de Afganistán, con la mayoría de hombres vinculados abiertamente a la guerra y muchos de ellos a al-Qaeda, muestra que no han tenido temor a las interpretaciones de los Estados Unidos y que están dispuestos a que el Panjshir no haya sido su última batalla.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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