28 de Septiembre de 2019
Los anarquistas propugnan la desaparición del Estado y de todo poder, según el Diccionario de la Real Academia Española. Su objetivo es el cambio social hacia una futura sociedad “sin amo ni soberano”, para ponerlo en palabras del filósofo francés Pierre-Joseph Proudhon.
Nada que ver con la visión romántica del anarquismo que quiso dar Andrés Manuel López Obrador al hablar, en la mañanera de ayer, del vandalismo de los llamados “anarcos” en la manifestación para conmemorar los cinco años de la barbarie de Iguala.
Según el Presidente, el anarquismo “es un movimiento muy profundo en ideales, productivo, propositivo”.
“No es anarquismo lo de ayer. Ésa es una de tantas variantes que tiene el conservadurismo. Imagínense, ¿cómo van a ser anarquistas los que destruyen una librería?”, preguntó.
Lo más preocupante es lo que se asoma en el tema del salvaje libertinaje que se hace presente en las manifestaciones.
El Presidente reiteró su rechazo al uso legal de la fuerza pública, aun en casos de vandalismo, como el ocurrido ayer en la CDMX.
La policía seguirá de adorno. No se moverá frente a agresiones, quema de libros, pintas en Palacio Nacional, vidrios rotos, daños a monumentos y edificios públicos, destrozos en negocios privados, uso peligroso de gasolinas…
“Se tiene que actuar con prudencia para no caer en las provocaciones”, repite el jefe del Ejecutivo como estribillo.
¿No se dará cuenta de que ese mensaje que lo único que provoca es que grupos de informes multipliquen manifestaciones violentas sabedores que no serán sancionados y quizá, caso CNTE, hasta premiados?
Y no, señor Presidente, no es un “grito de pregoneros” para exigir mano dura, como usted afirma.
Es un llamado a su gobierno y al de Claudia Sheinbaum a cumplir con su obligación de salvaguardar la integridad y derechos de las personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz públicos.
Es lo que establece el artículo segundo de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Decir que quienes participan en estos actos, que “se portan mal, muy mal” y que la ciudadanía no los quiere, equivale a llamar a los criminales y violentos a pensar en sus “mamacitas” antes de asesinar, robar, traficar, secuestrar o extorsionar.
Ya se viene la marcha por el 51 aniversario del 2 de octubre: la matanza de Tlatelolco. Seguramente reaparecerán los encapuchados. La jefa de gobierno de la CDMX prevé poner vallas en los negocios para protegerlos de posibles ataques.
¿Sólo eso?
EXCELSIOR
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