Tras conocer su contundente victoria electoral, Nayib Bukele, un publicista de origen musulmán de 37 años de edad, apareció solo ante los suyos y, antes de decir una sola palabra, tomó el teléfono lo apuntó hacia su rostro y se tomó un selfi con sus simpatizantes como telón de fondo. Ambos gestos, aparecer sin la compañía de ningún miembro de su partido y tomarse una fotografía para las redes sociales, definen la personalidad del candidato victorioso que despreció los medios y los partidos tradicionales.
Nayib Bukele será el nuevo presidente de El Salvador tras lograr el 53,7% de los votos, con casi el 90% de las papeletas contabilizadas. Su arrolladora victoria fue un tsunami que pasó por encima del candidato del derechista Arena, Carlos Calleja, que logró el 31,6% de los sufragios, y del partido en el Gobierno, el Frente Farabundo Martí (FMLN), cuyo candidato, Hugo Martínez, se ha hundido con solo el 13,7 % de los votos. La histórica victoria pone fin al monopolio que durante los últimos 30 años han ejercido los dos partidos salidos de la guerra civil (1980-1992).
“Hemos hecho historia y hemos pasado la página de la posguerra”, dijo Bukele ante los suyos al proclamar una victoria que le convierte en el líder más joven de la historia reciente del país centroamericano. “Ganamos en primera vuelta y sumamos más votos que Arena y el FMLN juntos”, dijo mientras estallaban los fuegos artificiales en la capital.
La irrupción del carismático candidato antisistema, como le gusta definirse, ha sacudido la política y su victoria supone una inyección de sangre nueva en un modelo desgastado y corrupto —los tres últimos presidentes están procesados— que tampoco ha logrado que El Salvador deje de ser uno de los países más desiguales y violentos del continente. La escasa participación en las elecciones, apenas el 51%, es otro síntoma más del descontento con un sistema que expulsa diariamente a decenas de migrantes hacia Estados Unidos.
Bukele, comenzó su carrera política en el FMLN donde fue alcalde de San Salvador (2015-2018). Durante esta etapa se dio a conocer como un eficaz gestor capaz de recuperar el tenebroso centro de la capital. Donde antes había un casco antiguo oscuro, caótico y dominado por las maras hoy hay un lugar paseable donde han comenzado a abrir nuevas cafeterías. Cuando su partido lo despreció como posible candidato a la presidencia tampoco dudó en enfrentarse al aparato institucional.
Aunque pocos pensaban que podía haber vida política fuera de la histórica formación salida de la guerrilla, abandonó el FMLN y se unió a GANA, Gran Alianza por la Unidad Nacional, un pequeño partido escindido de la derecha y vinculado a graves casos de corrupción pero que le proporcionó el registro electoral que necesitaba. Durante esa batalla forjó su imagen de rebelde e idealista que ha encandilado a sus votantes. Aunque evoca frecuentemente al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como una de sus referencias por su lucha contra la corrupción, sus críticos, sin embargo, definen al publicista como el hombre de las tres NO: no tiene partido, no tiene ideología y no tiene equipo de Gobierno, ya que se desconoce quienes lo acompañarán en el Ejecutivo.
Hijo de padre musulmán originario de Belén (Cisjordania), que impulsó la construcción de algunas de las primeras mezquitas en América Latina, Bukele ha logrado, sortear la campaña sin necesidad de definirse religiosamente en un contexto fuertemente católico y evangélico. Bukele ha neutralizado esta indefinición con golpes de efecto como mostrar en Twitter la ecografía del que será su primer hijo, acallando de esta forma los reclamos más conservadores que exigen descendencia a alguien de 37 años.
Sin embargo, a pesar de la esperanza que proyecta, la parálisis política amenaza la llegada del nuevo presidente, que asumirá el poder en junio. Bukele tendrá que cumplir sus promesas de grandes obras públicas con un profundo agujero en las arcas públicas y con una Asamblea opositora donde su nuevo partido, GANA, apenas tiene presencia. Aunque pocos dudan de la capacidad de Bukele para ganar elecciones gracias a las redes sociales muchos se preguntan si estas son suficientes para gobernar el país. “Su relación con los medios va a tener que cambiar a partir de ahora. Es un hombre que no está acostumbrado a que lo cuestionen”, señala el periodista Carlos Dada. “Los medios alternativos creados por él ni investigan, ni hacen periodismo, son solo plataformas de propaganda”, resume el exdirector del periódico digital elfaro.net
A nivel internacional, la estrepitosa derrota del partido del actual presidente, Salvador Sánchez Cerén supondrá también un cambio político con consecuencias en el continente. En cuanto a sus vecinos, Bukele ha comparado al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, con el dictador Anastasio Somoza. Más al sur, en Venezuela, Nicolás Maduro, pierde uno de los escasos apoyos latinoamericanos que le quedaban. Cerén, el histórico guerrillero del Frente, fue uno de los cuatro mandatarios junto a Ortega, el cubano Miguel Díaz-Canel, y el boliviano Evo Morales, que acudieron a la proclamación de Maduro en Caracas en enero.
con información El Pais
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