Morena, para López Beltrán.

Joel Hernández Santiago

 

Al final se concretó lo que se decía semanas antes. La confirmación presidencial ocurrió el 9 de septiembre, cuando se anunció que “Andy” -así llamado por su papá-presidente- era el único de sus hijos que mostró interés por la actividad política, y que podría ser secretario general de Morena. 

 

Se argumentó que de ninguna manera esta designación presidencial es fruto de un nepotismo rampante: ‘no, no es un puesto de elección popular y no es un puesto en la estructura política del país: si lo es en un partido político, cosa distinta’, se dijo desde Palacio Nacional.

 

Durante toda la gestión presidencial de su padre, Andrés Manuel López Beltrán estaba ahí, era foco de atención política y mediática, no por sus aportaciones a la patria, ni por su intelecto, ni por sus lauros académicos como tampoco por su capacidad política o por su humildad republicana: no. 

 

Si estuvo a la vista porque ser el hijo de quien es y también porque se le conocieron asuntos que tienen que ver con un tren de vida que, según afirmaban en periodismo de investigación, no corresponde a sus emolumentos por algún trabajo que se le conociera. De hecho no se le conocía ninguno, aunque se sabe que prestaba servicios de asesoría para algunas empresas.

 

El siempre indiferente a los señalamientos seguía, y sonreía a tales afirmaciones. Por supuesto su papá lo defendió incontables veces -como también a sus otros dos hermanos Beltrán- desde las Mañaneras de Palacio Nacional. Exigía pruebas, como de todo señalamiento que se hace a la figura más visible del país. Muchas estaban ahí pero se hizo o se hace caso omiso de ellas. 

 

El presidente López Obrador quiere perpetuarse en el poder. Ya cuenta con esa perpetuación a través de la candidata que defendió desde noviembre de 2021 cuando la nombró “Corcholata”, junto con otros aspirantes a la presidencia de la República, a los que se les llevó de arriba abajo, por todo el país, para placearlos, para mostrarlos, para demostrar que dentro de la estructura de gobierno hay democracia y que sería mediante una consulta que se conocería quien habría de contender por la presidencia del país en junio de 2024. Claramente estaba todo decidido: sería Claudia Sheinbaum. 

 

Los otros aspirantes a ser candidatos se indignaron. Marcelo Ebrard lo expresó. El volátil Ricardo Monreal mostró enojo antes y después, pero fue llamado a Palacio Nacional y, como los otros, guardó silencio sumiso. El futuro estaba asegurado a pesar de lo ominoso de la situación. 

 

Y lo dicho. López Obrador quiere perpetuarse a través de Claudia Sheinbaum, y de otros de sus fieles beneficiarios del poder político y económico. Ha dejado una estructura institucional y política para ello; una enorme cantidad de ciudadanos fanatizados y beneficiarios de los apoyos económicos y hoy, ya es evidente que su perpetuación recae en el segundo de sus hijos mayores: “Andy”

 

Andrés Manuel López Beltrán tiene 38 años de edad. Estudió Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además cuenta con una maestría en Administración Pública por una universidad de los Estados Unidos. Ha contribuido en Morena de la Ciudad de México en áreas políticas y de organización… Estuvo al lado de su padre durante su campaña por la presidencia y ha sido operador político en distintas ocasiones. Pero sobre todo es la fuerza de su progenitor la que lo impulsa a estos cargos y a esta nueva responsabilidad… 

 

Así que el domingo 22 de septiembre durante una Convención de Morena, la multitud ahí presente aplaudió la designación de Luisa María Alcalde -ex secretaria de Gobernación y del Trabajo- como presidenta del instituto político. Y a Andrés Manuel López Beltrán como secretario general de organización, lo que quiere decir que será él quien podría decidir cargos, nominaciones, candidatos… 

 

Lo paradójico es que la imposición ahí de “Andy” opacó el nombramiento de Alcalde. Es el principio de esa opacidad que deberá asumir a lo largo de su gestión de dos años, renovable ad infinitum. El mismo día 22 de septiembre, duranta la Convención morenista fue a él a quien siguieron los medios de comunicación para conocer su opinión a este nombramiento y al estado que guarda Morena en el momento y sus planes a futuro. 

 

‘Desde antes de que comenzaran las votaciones, Andy López Beltrán fue tratado de manera diferente al resto de los asistentes. Accedió al salón del evento en el World Trade Center de la Ciudad de México antes que la prensa y fue ubicado en un asiento destacado frente al templete. Esta área, vallada incluso para la militancia, lo mantuvo alejado del público. Al salir del salón tras la apertura del congreso, fue rodeado de medidas de seguridad que impidieron el acercamiento tanto de simpatizantes como de periodistas.

 

‘Durante el proceso de votación, la prensa fue retirada del salón. Horas después, al regresar, los medios encontraron a los nuevos líderes de Morena ya tomando protesta. Su figura captó más atención que la de los otros personajes principales.’

 

Esto del desprecio a las multitudes deberá ser solucionado toda vez que el cargo que ahora ostenta a partir del 1 de octubre lo obliga a estar en contacto con grupos exultantes de morenistas, caminar y viajar por todo el país, los estados, municipios, comunidades… 

 

Sin decirlo, para Luisa María Alcalde es una piedra en el zapato como dirigente de Morena; pero sobre todo será una piedra en el zapato para Claudia Sheinbaum, a quien no gustó mucho esta designación -según sus cercanos- pero que ni modo, la obediencia obliga y ahí está a quien desde el domingo 22 la multitud comenzó a gritar: “¡Presidente!” ¡Presidente!”…

 

López Obrador anunció ya que renunciará a su militancia en Morena una vez que concluya su mandato presidencial. No importa. Seguirá tripulando a Morena a través de “Andy” desde su rancho o desde donde elija vivir a partir del 1 de octubre… Y “Andy” lleva la inercia triunfante de su papá. ¿Por cuánto tiempo? ¿Generará su propia inercia? Ya veremos. 

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