Guadi Calvo*.
Como una amante despechada, la clase más detestable de amantes, Francia corre desconsolada a los brazos del mundo, para reclamar contra el chulo que acaba de despedirla: Mali. Nuestras fuentes todavía, no han podido confirmar si la dama se encontraría embarazada o no. Sí, no fuera tan serio y dramático, para los poco más de 20 millones de malíes, la actitud de Francia, que acaba de retirarse derrotada, una vez más, en este caso de Mali, sería para tomarlo en burla.
París, antigua metrópoli del país saheliano, tras haber luchado sin ningún éxito contra las khatibas de al-Qaeda y el Daesh, desde abril de 2012, ahora enmascara su retirada en el retraso del cronograma electoral de la junta de los coronel instalada en Bamako, desde mayo del 2021, tras rectificar el error, a instancias del Elíseo, de haber dejado en el gobierno en agosto de 2020 a Ibrahim Boubacar Keita (IBK), quien había sido candidateado por Francia, tras el golpe contra Bah Ndaw, que gobernó el país, también a pretensión de Francia, desde 2012, (Ver: Mali: La inestabilidad como forma de gobierno).
Si bien es cierto que los coroneles malíes, y fundamentalmente su líder y actual presidente, el coronel Assimi Goïta, no veían con simpatía la constante injerencia de Francia, más allá haberse declarado la independencia en 1960, en los asuntos internos del país, tolerada abiertamente por IBK, quien ahora acusa a los coroneles de haber secuestrado el poder.
Inmediatamente, tras la resolución de los coroneles de hacerse cargo del gobierno en mayo último, y la aparente decisión de postergar las elecciones por cinco o seis años, el gobierno de Emanuel Macron comenzó a extorsionar a Bamako, con finalizar con la Operación Barkhane, unos 5500 efectiva franceses que desde 2013 operaban en el norte del país contra una multitud de las bandas integristas a las que no solo no pudieron contener, sino que la típica torpeza francesa, logró unificar en dos grandes grupos, Jamā’at Nasr al-Islam wal Muslimīn o JNIM (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes), tributarios de al-Qaeda y el Daesh en el Gran Sáhara (EIGS), los que además se han expandido de manera irrefrenable, a Burkina Faso, (al borde de un golpe de estado, justamente por la inestabilidad creada por los constantes ataques de los integristas), Níger, Ghana y Costa de Marfil.
Cómo si Francia, no hubiera hecho mucho, para dejar prácticamente a toda África occidental en una situación de inseguridad absoluta, todavía insiste con agravarla, reclamando frente a la Unión Europea (UE), cuya presidencia rotativa, justamente ocupa en estos días, establezca sanciones contra Bamako, ya que según las declaraciones del doce de enero, su canciller Jean-Yves Le Drian, las FAMa (Fuerzas Armadas de Mali) han archivado el cronograma eleccionario, cosa que si bien puede ser cierta, da a sospechar que pasa de manera exactamente igual en el Chad, donde tras la muerte en combate en abril pasado de su secuas preferido, el general Idriss Déby, tras treinta años en el poder absoluto, fue sucedido por su hijo, el general Mahamat Déby Itno, quien no secuestró la incipiente democracia chadiana, sino que la ha fusilado, anulando la constitución y cerrando el parlamento, lo que para Francia parece pasar desapercibido.
Respecto a Mali, Le Drian, adelantó que propondrá aplicar sanciones a nivel europeo, tanto contra los líderes de la junta, como contra todas las medidas económicas y financieras, que puedan tomar. Lo que será discutido a partir de este jueves trece en la reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de la UE que tendrá lugar en Brest. Le Drian bravuconeó con que: “Mali, es ahora era un asunto europeo”. Como si Mali, y toda África, no hubiera sido eso, desde la Conferencia de Berlín de 1880.
En la misma dirección, aunque unos días antes, el nueve de enero, las dos organizaciones económicas más importantes de la región la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) compuesta por quince naciones entre ellas Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea, Mauritania, Níger y Senegal, fronterizos con Mali y la UEMOA (Unión Monetaria De África Occidental) integrada por ocho países, de ellos cuatro, vecinos a Mali (Burkina Faso, Costa de Marfil, Níger y Senegal), ambas entidades obviamente controladas por el Fondo Monetario Internacional, (FMI) el Banco Mundial y el Europeo, sancionaron a Bamako, bajo la excusa de la demora en el “cronograma democrático”, cómo si alguno de los jefes de gobierno de esos países, pudiera jactarse de sus laureles democráticos. Las sanciones, hasta ahora, serían de carácter comercial, que además del cierre de fronteras con Senegal (cuyo mayor flujo de exportaciones es justamente hacia Mali), Níger, Burkina Faso y Guinea, prohibir la entrada por vía aérea a los ciudadanos de los catorce países que forman junto con Malí la CEDEAO y retirar a sus embajadores, imponen el embargo comercial, cortar la ayuda financiera y congelar los activos del país en el Banco Central de los Estados de África Occidental. Cómo frutilla de la torta democrática, la CEDEAO anunció que movilizará sus fuerzas armadas a la espera de una “probable intervención”, de ser necesaria.
Francia, también fracasó en su intento de presentación, por intermedio Kenia, Ghana y Gabón, miembros transitorios del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde pretendía que el organismo internacional, apoyará las sanciones de la CEDAO, lo que de inmediato fue vetado nada menos que por Rusia y China, dos miembros permanentes del selecto club de los cinco, que además componen Estados Unidos, Reino Unido y casualmente Francia, quien nadie sabe cómo consiguió colarse en ese círculo, ya que ese espacio está reservado solo para los ganadores de la Segunda Guerra Mundial.
¿Dónde esconder la basura?
Francia cuenta con una larga tradición de enterrar su basura en la casa de otros, de manera metafórica, por lo que nunca sabremos donde se encuentran los restos mortales de la bochornosa República de Vichy y otras más concretas, tal como lo viene haciendo desde hace años, con el desecho de sus centrales nucleares, en los vastos desiertos sahelianos. Ahora va a resultar que su desastre militar en el norte de Mali, no fue por su propia inoperancia, sino por el capricho de los muyahidines, que no se han dejado derrotar.
Más allá de ironías, la irresponsabilidad de París, al retirar los hombres de la Operación Barkhane, con un ojo puesto en las presidenciales francesas del próximo abril, será escondida, pero sin duda perseguirá la memoria de los militares franceses, como la humillante derrota de Dien Bien Phu, la batalla que terminó con el mito de la Francia imperial y los obligó a abandonar Indochina.
En resguardo de esa contención, el gobierno del coronel Goïta, ha decidido apelar al apoyo de Rusia, país donde se ha instruido militarmente, junto a varios de los coroneles que hoy rigen el país. La misión rusa, aparentemente, se limitará a instruir a las tropas de la FAMa, en la lucha anti terrorista, en la que los rossiyani han descollado tanto en Siria, recientemente, como lo han hecho en Chechenia y Georgia, años atrás, quizás perseguidos por el fantasma de su fracaso en la Guerra Antisoviética de Afganistán, a manos de los Estados Unidos y un arco gigantesco de naciones que abarcaba desde los sionistas hasta Egipto, pasando por Francia, Reino Unido, las monarquías del Golfo Pérsico, entre otras muchas naciones que utilizaron a los muyahidines afganos como fachada y mano de obra en su cruzada anticomunista.
El canciller Le Drian, acusó el martes al Grupo Wagner una importante empresa de seguridad (mercenarios) rusa, de apoyar a la junta gobernante en Malí que “bajo el pretexto de la lucha anti yihadista”, se infiltran en el país africano a favor obviamente del siempre ubicuo Vladimir Putin. El inefable Le Drian, se refiere con esa “lucha anti yihadista” a esa misma que su país acaba de abandonar en Malí. Como si los mandantes de Bamako, se podrían dar el lujo de dejar al libre albedrío a las bandas terroristas, que la que la sexta potencia nuclear del mundo (si, Francia) no ha podido derrotar.
Sin duda solo con las FAMa, que tampoco los instructores franceses en sus larguísimos años de intromisión pudieron organizar y preparar para una guerra con un enemigo de las característica de los muyahidines del Jamā’at Nasr al-Islam wal Muslimīn o del Daesh en el Gran Sáhara.
Tanto Francia y los Estados Unidos, y otras potencias occidentales saben muy bien que no pueden dejar a Mali, ni a la región del Sahel, en manos de Rusia y China, ya que más allá de cuestiones geoestratégica, esa vasta franja que corre desde el Mar Rojo al Atlántico, unos 5500 kilómetros de largo, por otros mil de ancho, que se asienta sobre importantes acuíferos y es extremadamente rica en yacimiento minerales, de uranio, petróleo, oro, bauxita, manganeso, mineral de hierro, piedra caliza y fosfatos, apenas explotados, mientras que la mayoría de ese territorio, sigue inexplorado y sin cartografiar, por lo que sus riquezas tampoco han podido ser cuantificadas en su totalidad. Y teniendo en cuenta que China, para la expansión de la ya mítica Nueva Ruta de la Seda, en su capítulo africano, desde Túnez a Sudáfrica, involucra a cuarenta países del continente, en los que ya ha invertido cientos de miles de millones de dólares.
Por lo que occidente tendrá que usar todos sus recursos para impedir que “personajes” como el coronel Assimi Goïta, no se salgan con la suya. Y pueda ser eliminado a como dé lugar, aunque lo que lo convierta en un nuevo Sankara, un Lumumba o un Gadafi, quizás en esta oportunidad, en vez de ser asesinado por la CIA lo sea por algún muyahidín suicida, pero cualquier cosa antes, que África finalmente pueda ponerse de pie, por primera vez en la historia y poner fin a un crimen que tiene demasiados culpables.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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