Por David Bencomo- Guerra
El próximo 2 de octubre se realizarán en Brasil las elecciones generales para decidir quién será el inquilino de Palacio de Planalto para los próximos 4 años. En el hipotético caso que nadie alcance más del 50% de los votos, se irá a una segunda vuelta el día 30 de Octubre. La elección seguramente se decantará entre la procura de un segundo mandato por parte del ahora presidente Jair Bolsonaro y el Ex Presidente y líder del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva.
Las encuestas al momento dan amplia ventaja al precandidato de la izquierda con un 43% de intención de votos frente a un 35% para Bolsonaro. Y es que después de una gestión de la pandemia tan nefasta como la que tuvo el titular del ejecutivo federal brasileño (668,000 fallecimientos), la negación del virus y un ataque frontal contra la ciencia y la salud, la figura de Jair Bolsonaro goza de un amplio rechazo en la población brasileña.
Fuente: @polianalitica
Aunado a esto, el costo de la vida se ha disparado de forma considerable durante su mandato. Brasil pasó a ser la décima tercera economía del mundo en cuanto a PIB se refiere, país que en otrora 2009 se posicionó como la quinta economía del mundo. Con un desempleo de 11.1% y cifras bastante escandalosas en cuanto al tema del hambre misma que refería la Folha de Sao Paulo en 33 millones de personas condición de inseguridad alimentaria; mismo nivel que hace 30 años.
Del lado de la izquierda, Lula ya ha anunciado a Geraldo Alckmin del Partido Socialista Brasileño como su vicepresidente. Lo anterior responde a un manejo de piezas principalmente porque él junto con los legisladores del PSB y el PT se agencia la mayoría de las intenciones de votos para el legislativo federal que también concurre en la misma elección del 2 de octubre, además de la experticia de Alckmin como ex gobernador de Sao Paulo que agrega a la bolsa de sufragios un amplio espectro de posibilidades siendo que la entidad paulista cuenta con 33,565,294 millones de votantes (la mayor en todo en territorio brasileño), plaza que el PSB ha logrado hegemonizar desde hace varios periodos electorales atrás.
Por otro lado, es notable en el pueblo brasileño esa nostalgia de otrora en el mando de Lula Da Silva a un país que gozaba de mejores condiciones ante un escenario político y económico internacional bastante diferente. Hoy en día la América Latina y el mundo son otros, los grandes retos de un gobierno como el de Lula, de conseguir regresar al poder, inician por regresar a la población brasileña ese cúmulo de derechos que el gobierno de Bolsonaro fue eliminando año tras año, además de atacar los grandes flagelos que la pandemia catalizo, como el hambre, el desempleo y la desigualdad.
Al parecer, después de haber sido exonerado de todas las condenas por corrupción el pasado 8 de marzo en sentencia del TSJ, y dejando atrás todos los escándalos de Lava Jato. Cabe preguntarnos:
¿Emergerá Lula como la figura política para conducir de nuevo al Brasil a un camino de Derechos, Libertades y Progreso? ¿Se consolidará el giro progresista 2.0 en América Latina? ¿Se afianzará de una vez por todas la democracia en el país amazónico? Amanecerá y veremos.
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