Las tareas de Claudia

Joel Hernández Santiago

 

La batalla político-electoral ha terminado. O prácticamente está terminada. Lo que sigue será la confirmación de las cifras. Lo que sigue serán los trámites de ley y comenzará pronto la era “Claudia Sheinbaum, presidenta electa” y el 1 de octubre “Presidenta Constitucional de México”.  

Los resultados electorales son irrevocables. Cierto: Entre muchos aún hay suspicacias, las que surgen –dicen- por distintas señales que se perciben aquí o allá. Pero serán resueltas por la vía de los tribunales o acaso por la vía política y la negociación. 

Todo esto ya se sabe. Y se sabe que en democracia existen las mayorías ganadoras y las minorías perdedoras, pero eso no significa la exclusión de nadie porque un gobierno democrático, serio, ético y responsable, gobierna para el bien todos los ciudadanos y habitantes del país, sin distingos, sin revanchas ni venganzas o resentimientos. 

Ahora sí podremos saber quién es la verdadera Claudia Sheinbaum Pardo, porque la que conocemos hasta hoy es la mujer-política-funcionaria, que opera en base a la imagen y filosofía del presidente López Obrador, sin conocer todavía hoy su verdadera personalidad política y sus capacidades propias o idea de gobierno y proyecto de nación propios. 

A saber, hizo carrera política al lado del todavía presidente de México. Fue una funcionaria más de tono político que administrativo o de gobierno. Su gobierno en Tlalpan, ciudad de México, dejó muchas incertidumbres y muchas preguntas por contestar. 

Aún está pendiente que responda a las interrogantes que se le han hecho a lo largo de los años y durante la campaña electoral, las que no ha contestado: La tragedia en la línea 12 del metro de la ciudad de México del 3 de mayo de 2021 y que costó 26 vidas y dejó heridas a más de cien personas. Como también el caso del Colegio Rebsamen el 19 de septiembre de 2017 en el que fallecieron 19 niños y 7 adultos sin que se hubieran fincado responsabilidades de gobierno en los dos casos. 

Su paso por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México fue marcado por la omisión y por el crecimiento de los conflictos de desarrollo y convivencia. La economía informal creció de forma desmesurada. Dio todo su apoyo de gobierno a Clara Brugada en Iztapalapa, pero no lo hizo con alcaldías gobernadas por la oposición a Morena

La precariedad social, la inseguridad, el crimen, la impunidad  y el ocultamiento de los problemas de una de las más grandes capitales del mundo fueron el síntoma de su gobierno. Fue un gobierno perfecto según declaró. Hoy la ciudad es irreconocible por sus crisis de subsistencia y su rudeza. 

Claudia, empeñada en hacer política, más que gobierno, demostró enorme capacidad de crecimiento: “Caiga quien caiga”. Se aferró a la línea de mando del presidente, y como funcionaria o candidata hacía puntual lo que él quería y cómo lo quería: desapareció ella misma de ser ella para ser espejo presidencial; el espejo de las discordias del gobierno federal… 

El presidente López Obrador la apoyó siempre. Por eso mismo rebasó sin ningún problema a viejos lobos de mar político, como Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal Ávila e incluso al gran amigo tabasqueño del presidente, Adán Augusto López, quienes bajita la mano se sienten traicionados.  

Estaba decidido desde la presidencia de México que ella fuera la ganadora de la consulta interna de Morena, como también la candidata y la más grande decisión: la presidenta de México. 

Hubo un trabajo político fenomenal desde la presidencia de México para conseguir su triunfo, a la vista y de forma subrepticia. También un gasto millonario de todos los mexicanos para que así fuera. Casi tres años en campaña en un recorrido por todo el país, para amarres y compromisos. 

Hoy ya es candidata triunfadora y será presidenta de México de 2024 a 2030. Es la decisión de la mayoría mexicana con derecho a voto y si es así, está bien. En democracia hay que respetar la decisión de esa mayoría. “Si el pueblo dice que al medio día es de noche, entonces hay que encender las farolas”, se dice. 

Tiene enfrente una tarea enorme. Claudia Sheinbaum recibirá un país con graves dificultades. Un país polarizado. Un país en crisis social. Un país sumido en la tragedia de la violencia criminal. Un constante discurso de odio que ha hecho mucho daño. Un país con una economía puesta con alfileres, y muchos otros grandes problemas nacionales, ya expuestos aquí mismo. 

Y lo dicho: Es ahora cuando vamos a conocer a la verdadera Claudia Sheinbaum Pardo. La futura presidenta. A ella le corresponderá resarcir heridas. Gobernar para todos los mexicanos sin distinción de clases o ideologías o doctrina política. Será ella la que tendrá que destensar la convivencia de todos, eliminar la polarización, buscar la paz social y la seguridad. 

Ahora es cuando veremos cómo soluciona –o no- el gravísimo problema del crimen organizado y los homicidios dolosos cada vez más frecuentes en gran parte del país. ¿Cómo erradicará el miedo social? ¿Y el altísimo desempleo? (hoy disfrazado de “economía informal”) 

Corresponde a ella restablecer la buena relación con todos los países del mundo no por simpatías o antipatías, sí en beneficio de México en un mundo globalizado. 

Es a ella que corresponde solucionar el gran desabasto de medicinas, de equipo médico, el estímulo para los doctores mexicanos que deberán llegar a todo el país seguros, bien pagados y en buenas condiciones de trabajo y vida. 

La educación debe ser prioridad para su gobierno. La fortaleza del conocimiento. La calidad de la información escolar y académica. La formación de buenos maestros para buenos alumnos. Fin a los cacicazgos sindicales-educativos y de toda índole sindical. Fin al chanchullo de plazas laborales. 

Es ahora cuando comenzará a mostrar sus capacidades de gobierno y de decisión. Se sabe que es una mujer de fuerte carácter. Ojalá sea para bien de todos. ¿Asumirá su propia responsabilidad? ¿Tomará sus propias decisiones en base a su criterio político y en base a su ideal de país? O será el espejo fiel de un Maximato que parece estar en el horizonte. A ella le corresponde decidir: obediencia o gobierno. ¿Será ella la que ponga fin al viejo despotismo ilustrado? aquel que expresó ahí mismo, en el hoy Palacio Nacional, en 1767, el virrey Marqués de Croix:

“De una vez por lo venidero, deben saber los súbditos del Gran Monarca… que nacieron para obedecer y no para discurrir y opinar en los altos asuntos del gobierno”. 

¿Será ella la presidenta de México?

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